Tú me llamas loca porque tengo muchos gatos. Yo te digo loco porque no tienes ninguno.
¡Qué noche! Cielos esas palabras hubiera dicho en otros tiempos después de una buena zamarreada con una mujer, pero sentía su estómago raro y la cabeza le dolía, se sentía un guiñapo de la vida y cuando se dio la vuelta, el gato lo miraba recostado en la almohada de junto:
—¡Ah!—grito.
Roger entró y lo vio arrinconado y al gato mirándolo apacible:
—El gato…
—Ya despertaste, ¿cómo te sientes?
—Raro—se cogió la cara—¿qué pasó?
—Te intoxicaste, comiendo algo…
—Fue el gato, me trajo una maldición druida… Y me enfermó.
—Brian—lo sacudió—te intoxicaste por comer algo en mal estado, solo eso.
Nadie le sacaría de su cabeza que el gato lo había maleado. Roger se fue dejándole miles de recomendaciones sobre su salud y le recalcó:
—Por favor, cuida del gato.
Cuando su jefe lo citó en la oficina no esperó que todos sus compañeros estuvieran alerta de su llegada, es más, algunos apostaban que no aceptaría nada que ver con el gato del conflicto, pero allí estaba y todos lo miraban y murmuraban sobre sus actos de los últimos días, intentó obviar ese detalle y cuando su jefe lo vio se acercó con una gran sonrisa en los labios:
—Brian, hijo mío.
Tanto cariño de repente y vio a un sujeto todo fashion con un portafolio:
—Te presento a Country, abogado del señor Cats y Dog.
—Señor Rosenberg, es notable conocer a toda una celebridad.
No sabía si era una ironía aquello, tampoco entendía nada de lo que pasaba:
—Me enviaste a llamar.
—Brian, sé qué has pasado por un mal momento en la vida, pero en Vans y asociados, cuidamos a todos como una familia…
Y no que ya lo había desheredado… Era raro todo esto, Country le tendió un documento:
—Léalo y fírmelo, este es el acuerdo de Cats y Dog, sobre el asunto del gato, son seis meses de prueba y luego usted será acreedor al trato de su vida.
—Perfecto—leyó y a breves rasgos vio que todo parecía bueno—me parece bien, solo tengo que conservar al gato por seis meses…
—No solo conservar al gato, que el gato lo ame y usted ame al gato.
Lo amaría como amaba a Kelly en esos momentos.
—Claro, el gato es… lindo…
—Es un animal que ha pasado por muchas cosas y eso impactó al señor Cats y Dog.
—Claro.
—Y es un contrato muy bueno que Vans no puede perder, ¿verdad Brian?
Ni más faltaba…—estampó su firma y le dio el documento a Country, que revisó todo y le dijo:
—Todos mis clientes son excéntricos y aunque esto parece una excentricidad ha creado tendencia en las redes.
La maldita causa del gato, su jefe le sirvió un whisky y le dijo:
—Te ves desmejorado y entiendo, en verdad todo lo que viviste fue terrible.
—Me repondré, tengo unas ideas para Cats y Dog que son muy buenas, trabajaré con mi equipo sobre eso.
—Trata bien al gato, recuerda que vale millones, mis millones.
Pero claro, sus millones y una buena comisión para él.
Abigail llegó al edificio en donde vivía él tal Rosenberg y pidió subir, como lucía un uniforme de veterinaria, le preguntaron:
—¿Usted viene a revisar al gatito?
—Sí…
—Espero esté bien, pero si le pasó algo, solo dígame vivo en el piso 18 y tengo un rifle.
Abigail sonrió, pues sabía que ese Rosenberg era un pelmazo. Llegó al piso del sujeto y la campanita le dio el pase y cuando entró quedó viendo el lugar, era hermoso y elegante. Había unas cajas apiladas y ella dijo:
—Hola, llegué, soy Abigail Lane.
Brian salió sin camisa y en short, al verla hizo una mueca.
—Ah, eres tú.
—Sí. Soy yo, ¿cómo va todo?
—Me intoxiqué y estuve muy mal…
Ella lo miró sin una gota de lástima en el rostro y le dijo:
—Me refiero al gato.
¡Recontra ups! Entonces le dijo a la muchacha:
—Ese gato está maldito, tiene una maldición Celta o tal vez druida, si no es egipcia, ¿no dicen que son de allá? Pues ellos salaron a las momias.
—Míster Fritz es un buen gato, perdió a su amo.
—A lo mejor mató.
Ella se acercó a ver al gato que estaba sobre una caja y lo acarició, el gato se deshacía en elogios. “Maldito gato, a mí no me hace ni una mueca”.
—¿Se va a mudar?