El gato del Ceo

Cap. 14 Gatos en el Balcón

“No sé bien cuál es la ley
Por la que la casualidad
Nos metió a los dos en la
Misma red
Aunque no seamos tal para
Cual

Hoy por hoy
No sé ni quien soy
Hasta para respirar
Me haces falta
Estoy fatal”

Gatos en el balcón, Fey

 

No podía concebir que alguien lastimara a un animalito por mucho que este no le gustara, algo no caminaba en ese asunto, estaba en el veterinario y vio como a Míster Fritz le sacaban el suero que le ponían.

El doctor le explicó entonces:

—Hay que cuidar bastante el hígado del animalito, un suero de vitamina una vez por semana y los medicamentos que le envié y se pondrá bien, ahora su dieta…

Le cambiaron la dieta a una más adecuada para gatos con problema de hígado, entonces lo llevó a casas y lo recostó en su camita:

—Todo va a salir bien, loco.

“Sobreviviré, men, tengo seis vidas todavía”.

Se durmió al poco rato, su equipo se había llevado las latas y la comida y la habían hecho analizar por si estaba envenenada, en redes todos preguntaban por el gatito y él subió fotos del gato durmiendo y todos le daban corazones y palabras de afecto.

 

¿Qué opina Puchi?

Puchi recibía el informe que había solicitado sobre el caso del gato y lo que leyó era atroz:

—¡Envenenamiento!

Su secretaria estaba seria y entonces él dijo:

—¡Quisieron matar a Míster Fritz!

—La gente por el dinero es capaz de cualquier cosa…

—Mataron a una gatita…—se conmovió—a una hermosa gatita, eso no lo perdono.

Su secretaria entonces le dijo:

—La comida pudo ser enviada por cualquiera.

Era cierto, pero justo a Míster Fritz, el gato del contrato de millones, eso era muy raro.

—Hay que investigar esto, porque no solo se perdió la vida de un gato, un humano estuvo a punto de perder su vida, envía unos chocolates a la joven Lane, es poco para su luto.

La mujer asintió y él miró a su Dóberman y lo acarició:

—Eres un gran olfateador, sé que hueles algo malo, no debemos dejar que lastimen al gatito.

El perro ladró y él sonrió.

 

La idea de Brian

Brian ahora llevaba a Míster Fritz a todos lados, no le hacía tanto bien, pero no podía dejarlo solo, visitaban a Roger que descansaba en su casa.

—No pudieron matar a Fritz, pero me da miedo que lo intenten de nuevo.

—Lo sé… La gente es mala y cruel.

Tania llegó una canasta de frutas y una gran sonrisa:

—¿Cómo está el enfermito?

—Hola.

—Te traje frutas—le dio un beso en la boca.

Eso no le gustó a Brian que le dijo a su hermana:

—¿Qué pasa aquí?

—¿No se lo dijiste?—preguntó ella a Roger—te lo dejé a ti.

—Se me pasó por alto…

Brian esperaba explicaciones:

—Roger es mi novio ahora.

—¿Con permiso de quién?

—Soy mayor de edad…

—Y yo casi muero, concédeme mi último deseo.

Entonces aprovechó que Fritz jugaba en la cama del enfermo y les dijo:

—Voy a salir, cuiden de Fritz.

Tania lo siguió y lo detuvo en la entrada:

—¿A dónde vas?

—Abigail está muy deprimida con lo de su gatita, quiero animarla.

Ella asintió y él salió en su convertible hacia un refugio de animales que ellos habían ayudado, entonces fue a buscar adoptar a un nuevo gato.

—¿Tiene gatos pequeños?

—Justo nos trajeron unos que habían dejado en una calle.

Él fue a verlos, eran hermosos y le explicó al encargado:

—Quiero uno para mi novia, a ella le mataron al suyo.

—¡Qué crueldad!

Miró a los gatos detenidamente y vio uno negro de ojos redondos muy mono:

—¿Es macho o hembra?

—Macho, es lanudo y juguetón.

—¿Puedo adoptarlo?

—Si lo van a tener bien…

—Más que bien.

Llenó los formularios y metió al gato en un portador y pasó a casa de su amigo por Fritz y llamó a Abigail.

—Necesito que vengas.

—¿Pasa algo malo?

—Solo ven… Considero que algo malo le pasa a Fritz.




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