El gen

5. ¿Pizza?

Intentaba no pensar en la situación con Luke siguiéndole el paso a mi capitán hacia la sala de reuniones, el capitán no había dicho ni una sola palabra desde lo ocurrido en el comedor y ciertamente me dejaba descorcentada que continuara comportándose de manera tan extraña.
Finalmente estábamos frente a la sala de juntas —¿Lista?— preguntó antes de abrir y asentí entrando seguros de la estrategia que llevabamos en las carpetas para dárselas.
Presente ante todos la estrategia en la que estuve trabajando y detalle cada uno de los puntos, el capitán me ayudo respondiendo algunas de sus dudas y decimos implementar las propuestas que habian hecho capitanes y sus tenientes.
Se discutió sobre el equipo que usariamos e hicimos un recuento del personal que estaría en la misión.
Todos se encontraban satisfechos con la estrategia y ahora solo esperábamos la respuesta del coronel que se mantenia inexpresivo en su asiento con los brazos cruzados
—Usaremos eso— anunció finalmente el coronel y suspiré aliviada al esas palabras.
Sentí un peso menos encima, porque no quería decepcionar a nadie y en especial al coronel.
Necesitaba crear un plan confiable, porque siempre las cosas podrían tomar otro rumbo es algo que nunca se sabe cuando vas a la guerra, tome en cuenta eso y el plan estaba creado para tratar de minimizar los problemas o bajas.
Sabíamos eso y habíamos sido entrenados para afrontarlo e improvisar cuando el plan no marchaba bien.
Salimos de la sala —Estaba seguro de que la aceptarían— pronunció el capitán sosteniendo la puerta y asentí animada.
—Estaremos todo el día terminando la estrategia y añadiendo las propuestas en mi oficina— pronunció tomando rumbo hacia su oficina.
Lo seguí confundida —Pero podemos trabajar por separado capitán— mencioné y me miró de reojo —No quiero molestarlo— añadí haciendo un intento por liberarme de la posible pesadilla.
Se detuvo —Somos un equipo, ¿no?— interrogó y me dedique a asentir aceptando mi destino.
Después de todo había aceptado ser su mano derecha y no tenia ninguna escapatoria.
Al entrar a su oficina me señaló el cómodo sillón hecho de piedra para que tomara asiento en el y me dispuse comenzando a trabajar, realizando unas cuantas llamadas, enviando algunos correos y por último solicitando el equipo que usaríamos.
Pasamos el resto de la mañana añadiendo las propuestas hechas por los capitanes y sus tenientes en la reunión y finalmente llegó la hora del almuerzo, moría de hambre, sin embargo no tenia el valor para decírselo a mi capitán que continuaba absorto en su trabajo y no quería interrumpirlo.
Solo debía de seguir trabajando ignorando el hambre a mi no me pagaban para comer y realmente podía soportar horas sin probar bocado, pero lo único que me preocupaba era que me delatara mi estómago.
—¿Quieres comer?— preguntó desde su escritorio interrumpiendo mis pensamientos.
—Sí— respondí casi al instante aliviada por su pregunta.
—Bien— respondio.
Me puse de pie y me acomodé el uniforme para salir de la oficina —No me tomará más de treinta minutos capitán— comenté.
—Comeremos aquí– respondió levantándose de su silla y tomó el teléfono de la oficina.
—Oh— solté sorprendida y luego sacudí mi cabeza —Esta bien— añadí forzando una pequeña sonrisa.
El capitán hizo una llamada —Pueden traerlo— informó y se dispuso a acomodar la mesita frente al sillón en el que me encontraba.
En unos minutos llegaron unos soldados con el almuerzo y para mi sorpresa era una pizza.
—¿Pizza?— solte sorprendida y lo observe curiosa.
Alzó sus hombros y sonrío.
—Nunca esta de más— respondió y se sentó a mi lado.
—¿No te gusta?— pregunto observándome.
Reí por su comentario ¿a quién no le gustaba la pizza? Absolutamente a nadie, porque era lo mejor del mundo.
—Claro que sí— respondí sonriendo.
—Bien— respondío sirviéndose— Será uno para ti y el resto para mi— mencionó en tono decisivo.
Lo mire incrédula y confundida cuando el comenzó a formar una especie de sándwich con dos porciones de pizza que unió.
—Oye— solté preocupada —Debes compartir — añadí colocando una porción en mi plato.
Soltó una pequeña carcajada con los cachetes llenos mientras comía y la escena me pareció ¿tierna? Ese no era el capitán que solía ver todos los días, en absoluto y no tenía la menor idea de quién era el tipo que tenía al frente, pero la situación era graciosa.
—También tengo hambre— expresé replicando su gesto alzando los hombros.
Tomó un sorbo de su vaso —Espero que comas rápido— mencionó y lo mire curiosa —Porque no pienso dejarte nada— añadió en tono seguro.
Por la forma en la continuaba comiendo sabia que tenía que tomar su amenaza como verdadera ese hombre parecía no tener fin comia como si no hubiera mañana.
Negué con la cabeza y reí, me récordaba a mi perrita protegiendo su comida y asegurándose de que nadie más la tomara.
El volvió a reír con los cachetes llenos y la escena me parecía algo irreal ¿de verdad estaba conviviendo con mi capitán sin tratar de matarnos? No habían miradas asesinas o palabras afiladas.
Parecía que eramos unos simples amigos disfrutando juntos de la obra maestra de la vida, la pizza y la compañía.
Comíamos y sonreímos ampliamente
Centre la mirada en el —¿Qué?— pregunto al darse cuenta de que lo observaba.
—Nunca lo había visto sonreír— mencione sincera.
—No suelo hacerlo— respondío sin importancia tomando un sorbo de su vaso.
Asentí sin darle importancia y continue comiendo.
Parecio pensativo —En cambio yo te he visto sonreír varias veces soldado— mencionó finalmente —¿Sabías que tienes una hermosa sonrisa?— agrego y dio un bocado.
¿Acaba de decir que tengo una sonrisa hermosa?
Me removi incómoda del sillon sintiendo como mis mejillas empezaban a arder y creo que al notarte mi aspecto sonrojada, se dio cuenta de las palabras que acababan de salir de su boca.
Trago saliva —Mmm— tosió incómodo y se puso de pie —Deberíamos de continuar trabajando soldado— agregó sentándose en su escritorio y metiéndose en su computador.
Ignoré lo incómodo que acaba de ser todo eso recogiendo las cosas de la mesa y limpie el sitio acomodando todo en su lugar nuevamente.
Me puse a trabajar y continuamos en silencio toda la tarde solo intercambiamos algunas pocas palabras respecto a la estrategia, ambos estábamos sumergidos en el trabajo, revisando correos, realizando más llamadas, repetinos el mismo patrón una y otra vez.
Cuando finalmente oscureció y terminó mi turno me puse de pie —Permiso para retirarme capitán— pronuncié y el revisó su reloj —Consevido— respondío y salí de inmediato su oficina.
Esta noche me quedaré durmiendo en la central, mañana será la misión...
Observé las fotos de mi familia que tenía en el dormitorio y suspiré sentándome en la cama, me seguían haciendo falta y extrañaba mucho su compañía.
No es tan fácil estar a miles de kilómetros y sin ellos a mi lado.....sobretodo sin la pequeña castaña con pecas que pasaba todo el día encima de mi.
—¿Adeline cuándo vuelves a casa?— preguntaba con tristeza todos los días el primer año que estuve fuera.
—Adella sabes que no es tan fácil— respondía tratando de no sonar igual de triste.
Comenzaba un pequeño silencio en el que sabía que ambas sentíamos el mismo nudo en la garganta.
—Puedes venir a USA y visitarme cuando quieras lo sabes— añadía tratando de levantarle el ánimo.
—Te quiero en casa Adeline— pronunciaba en sollozos.
También deseaba estar en casa con ella, pero el mundo también me necesitaba y quise descubrir lo que había en ese mundo desconocido, sentía la necesidad de saber acerca de ese ejército secreto del cuál Louis me habló y que el resto del mundo desconocía.
Después de un tiempo logramos que las cosas funcionarán y nuestra conexión de hermanas era más fuerte que nunca.
—Te sigo extrañando pequeño chicle— murmure acariciando nuestra primer foto.
Limpie mis mejillas y me fui a dar una ducha era hora de que me prepara para dormir, planeaba despertarme un poco más temprano de lo habitual y bueno, era un hábito que había adquirido cuando se aproximaba una misión.



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En el texto hay: esta es una historia con muchos secretos

Editado: 15.10.2024

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