Había transcurrido una hora desde que el bus inició su marcha. Mi grupo se había sentado en los asientos del medio un poco más atrás en la parte derecha, Xochi se sentó con Jonathan, en medio se sentó Asdy y Yeili; finalmente Santiago y yo que quedamos de ultimos, nos sentamos atrás de ellas. Al principio, quisimos sentarnos chico y chica, pero como Arami era la que nos había invitado, no quisimos incomodarla; quedamos en que Santiago no se sentaría con ninguna de las chicas. Entonces me ofrecieron a ser el compañero de asiento de Santiago ya que Xochi quería sentarse con Jonathan sí o sí. Como era su primer viaje con amigos, no me opuse para nada.
Los demás grupos están dispersos en todo el bus; en la parte de atrás ocupando los cinco asientos está el grupo de Arami, aunque solo son cuatro; el quinto asiento disponible nadie lo ocupó. El grupo de Addy está a nuestro costado, un poco más atrás. El grupo de Abraham está sentado más adelante. A unos siete asientos, en nuestra fila, está la parejita.
Al principio cuando estábamos recién saliendo, la calma había inundado el bus, pero no duró para siempre. Pasaron cinco minutos cuando el ruido arrasó con el silencio; desde conversaciones y risas, se puede escuchar que todos están participando de sus charlas amenamente.
«Todos están disfrutando».
Lo más sorprendente fue quién comenzó el ruido; nadie se esperaba que el grupo de Addy empezara de la nada a estallar en carcajadas. A pesar de que en el salón no hablaban, recién hoy pudimos conocerlas como eran en realidad.
—Chicos acérquense por favor —pide Asdy en un tono misterioso.
Apoyándonos en sus espaldares, Santiago y yo nos acercamos para ver qué es lo que quiere, de la misma manera Jonathan y Xochi se apoyan en sus propios respaldos y miran a Asdy.
—¡Chicos, son cinco horas de viaje; tenemos que hacer algo para pasar el rato! —dice inquieta.
—¿Qué sugieres? —pregunta Jonathan, curioso sobre lo que vamos a hacer.
—Sí, ¿qué vamos a hacer? —dice Xochi mientras apoya su cabeza en el hombro de Jonathan.
—Bueno... Este... Yeili, ayúdame —clama Asdy, dejando sus esperanzas en su compañera de asiento.
—¿Ah?, ¿yo?, ¿por qué? No sé... —contesta Yeili asombrada de que le hayan pasado la batuta.
Asdy asiente mirándola con ojos de súplica. Yeili al ver esto se rinde, y comienza a pensar en un juego para que nos incluya a todos. No pasa ni un minuto cuando por fin habla.
—Bueno, ¿qué tal si jugamos charadas? (juego de adivinanzas) Le podemos pedir a algunos compañeros de otros grupos que escriban cualquier cosa y así dificultar la adivinanza.
—Charadas, ¡suena interesante! —comenta Xochi, emocionada por la idea.
—Sacaré hojas y lapiceros —dice Asdy, quien mantenía una mochila consigo.
Lo abre de tal manera que todos pudimos ver con total claridad lo que había en su interior; desde caramelos y galletas, hasta su cargador y un refresco de litro.
—Sé que lo dejé por aquí —dice mientras revolotea entre sus cosas.
—Veo que también traías tus refrigerios —comenta Santiago mientras muestra sus galletas.
—Sí... El viaje será largo —respondo mostrando también mis dulces.
—¡Aquí está! —dice Asdy mientras saca un pequeño cuaderno de notas y algunos lapiceros.
Quise preguntarle por qué traía un cuaderno y lápices al viaje, ya que me pareció raro, pero al final, no lo hice.
Empieza a doblar las hojas para luego dividirlas en partes iguales.
—¡Ya está! Tomen, vayan a darles a los demás para que escriban las palabras.
Nos da seis partes de hojas y dos lapiceros a Santiago y a mí, ambos aceptamos el pedido sin ninguna oposición y nos levantamos; como soy el que está sentado cerca del pasadizo del bus, tengo la opción de escoger a donde ir, así que, sin pensarlo dos veces me levanto y voy a la parte de adelante, dejando a Santiago sólo la opción de ir atrás, en donde está Arami.
El grupo se da cuenta y comienza a reírse.
El primer grupo al que voy es al de Abraham, ya que son los más cercanos. Al estar yendo hacia ellos noto que alguien me mira con odio, es la misma persona que lo hizo la otra vez como en el salón de clases; como diciendo que me vaya, me mantiene la mirada hasta el último. No sé por qué esta persona me tiene algún tipo de rencor, que yo recuerde, nunca le he hablado. Como en la anterior vez, lo ignoro por completo y me sigo acercando. No quiero comenzar un alboro.
—Hola, ¿me podrían hacer un favor? —digo mientras muestro una sonrisa.
—¿Qué podría ser, Axel? —pregunta Abraham.
De todo su grupo que voltea a mirarme, el que me miro feo no lo hace, en cambio mira hacia la ventana.
—Verán, estamos por jugar charadas y necesitamos palabras, pero para que nadie tenga alguna pista de cuál es, estamos pidiendo que las letras sean escritas por otras personas —digo mientras les entregó cuatro pedazos de hojas del mismo tamaño y dos lapiceros.
Volteo a ver cómo le está yendo a Santiago, al parecer aún sigue en el grupo de Addy.
Luego miro más atrás, en donde se encuentra el grupo de Arami, al ver su comportamiento nervioso puedo deducir que ya sabe que él se acercará. En eso mi mirada se encuentra con ella; como si buscara confirmarlo me mantiene la mirada, entonces para ayudarla un poco, asiento y dejo de mirarla.
—Ya está Axel, espero que ganes —dice Luciana mientras muestra una sonrisa pícara.
—Gracias, también espero ganar –respondo mostrando un sonrisa sincera mientras recojo los lapiceros y las hojas.
Luego volteo y me dirijo hacia la parejita, ellos están en lo suyo, viendo una película en el celular de él.
—Hola Max, Dayanna.
Haciendo lo mismo con este grupo luego de que aceptan, les entrego las hojas y los lapiceros. Veo que dudan sobre qué poner.
Mientras tanto, volteo a ver nuevamente a Santiago, noto que mi grupo también está observándolo.
«Esto será divertido».
A diferencia de Arami, las demás chicas han optado por ignorar a Santiago, dos de ellas conversan como si fuera algo muy importante, la otra chica que está cerca, opta por mirar hacia la ventana, dejándolos solos.
Editado: 10.10.2021