Camino un poco y un letrero con las palabras "Entrada a la Primera División" aparece en frente, está posicionado al lado derecho de un callejón formado por piedras.
«Ellos, ¿estarán bien?».
Habiendo pasado esa extraña situación, me pregunto que estará pasando con mis amigos, aunque antes escuche que se estaban divirtiendo, tal vez ahora estén en problemas. A pasos acelerados, me adentro al lugar. Todo está más oscuro aquí, así que decido coger mi linterna, esta esta atada a un lado de la mochila, una vez que lo prendo, enfoco hasta el final y noto que más adelante hay una curva y que esta tiene una suave luz que choca con ella, miro a los lados, veo piedras rectangulares viejas con un poco de yerba y ramas delgadas que cubren casi toda la parte de arriba. Cuando estoy cerca a la curva, volteo a mirar al señor y a la lámpara, sin alumbrarlos para que no se den cuenta, los veo ahí mismo, en sus mismas posiciones mirando hacia donde estoy.
«Bueno, creo que se están asegurando de que me vaya».
Sigo avanzando y paso la curva, luces blancas y vapor intenso llegan hasta donde estoy, junto a varios ruidos que me avisan que ya estoy cerca de salir. Camino unos cuantos metros más y me topo finalmente con ellos y algo más que capta mi atención.
«Increíble».
El lugar es increíble, incluso mucho mejor que el video, una gran piscina, junto a olas artificiales y luces led dan a esta lugar un aspecto fantástico, miro mi reloj y son las siete y treinta de la noche. De las 20 personas que somos, solo noto a unos 12.
«¿Los demás donde estarán?».
Pensando en si preocuparme por ellos o relajarme y pensar más calmado, me quedo contemplando el lugar. Con el gran espacio que hay, pienso que si alguien quisiera privacidad, lo tendría sin ningún inconveniente, entonces busco de entre todos a la parejita y noto que no están a la vista, no es necesario imaginar lo que estarán haciendo; al igual que ellos, si otras personas ya formaron parejas en este viaje, de seguro estarán en lo mismo, eso explicaría el por qué solo veo a pocos.
«Después de todo es un viaje».
En eso, veo que se acerca Yeili quien está en traje de baño, su larga cabellera y su delgada pero hermosa figura, me hace admirarla por unos segundos.
«Muy bonita, como siempre».
—¿Qué pasó? Te demoraste mucho —me pregunta un poco seria.
Veo a los demás de mi grupo, están dentro de la piscina jugando con unas pelotas inflable.
—Sí, no sé cómo decirlo, fue muy raro. Pero se los contaré cuando estemos todos reunidos, quiero escuchar sus opiniones. Y ustedes, ¿pasó algo fuera de común?
—¿Fuera de lo común? No, no pasó nada —responde mientras me mira algo curiosa, como si tratara de encontrar algo en mí.
—Ya veo —respondo mientras miro al suelo y pienso un poco sobre si contarles lo que o guardarlo.
—Entonces, ¿vas a entrar? —me dice mientras mira la piscina.
—Sí, aunque tengo hambre... —admito un tanto avergonzado.
—Ven conmigo —dice sonriendo.
Ella comienza a caminar en dirección a un cuarto que está cerca, la sigo mientras miro a todos en la piscina. Luego de caminar por un rato, llegamos a un cuarto iluminado.
—Entra a los vestidores, deja tus cosas ahí para luego ir a comer, te estaré esperando acá —anuncia mientras se pone a unos pasos de la puerta.
—Está bien.
Entro, y veo grandes armarios con puertas que tienen números en ellos, el vestidor es inmenso pero como somos pocos hombres, solo pocos armarios han sido ocupados, por lo que no voy tan lejos para guardar mi mochila. Escojo el numero siete, antes de guardar mi mochila saco un short, me cambio y guardo mi ropa, luego de unos minutos, salgo para encontrarme con Yeili.
—Listo —respondo mostrando una sonrisa.
—Ahora vamos a la cocina, en la refrigeradora hay mucha comida, puedes escoger lo que sea —dice, para luego caminar —Este lugar se pasa de exagerado, ni que fuéramos cien los que hayamos venido —menciona con un tono serio.
—Parece que han estado explorando.
—Bueno eso fue porque, una vez que llegamos acá, nos recibió el mayordomo personal del dueño, un señor muy amable por cierto, su nombre es Nicolai, nos dio una amena bienvenida y nos puso al tanto de los lugares como los vestidores, comedor y almacén.
—¿Almacén?
—Si, en donde están las pelotas, tablas de surf, ya sabes, lo necesario para disfrutar de la piscina.
Me he perdido de esta bienvenida, no he visto quien era el mayordomo.
«¿Se le habrá podido ver el rostro?».
—Oh, entiendo.
Seguimos caminando bordeando la gran piscina, al parecer la cocina está al otro lado. Cerca de la mitad, nos cruzamos con Ana del grupo de Abraham, quien al vernos muestra un amplia sonrisa.
—Así que ya viniste Axel, te tomaste mucho tiempo allá fuera —confiesa mientras asiente un par de veces.
—Sí, se me hizo un poco tarde... —admito.
—Bueno, los veo luego —se despide y entra a la piscina.
En los bordes, la altura es mínima, mientras vas avanzando esta va agarrando profundidad. Cuando Ana está cerca a la mitad, dice:
—Por cierto, hacen buena pareja.
Luego de eso se sumerge y no la vemos sino hasta unos cuantos metros más adelante.
—Ignorala —dice Yeili secamente, mientras comienza a caminar y me da la espalda.
—Sí —respondo mientras camino detrás.
Sé que ella no lo dijo de mala intención pero...
«No debió hacerlo».
Por ese motivo, el ambiente que estaba hasta hace poco normal, se pone tenso. Caminamos por un momento hasta llegar a la cocina. Ella se dirige hasta la refrigeradora y saca un trozo de carne, va hacia otra parte y escoge especias para así empezar a condimentar, luego pone un poco de arroz en la arrocera. Con otra persona hubiera interferido, después de todo es mi comida, me incomoda que lo hagan por mí, pero siendo Yeili la que lo está preparando, no puedo decir nada, después de todo, ella se enfadaría conmigo si me opongo. Entonces en vez de imponer mi intención, le doy las gracias.
Editado: 10.10.2021