En este momento nos encontramos en una de las innumerables áreas destinadas a practicar. Están presentes todos los alumnos del primer año junto con los respectivos Maestros de cada clase. La clase S es la última en comenzar, los demás ya han concluido y ahora somos el blanco de las miradas.
Si bien esta semana no existe una evaluación como tal, nos han citado a rendir esta prueba la cual no tendrá repercusión en nada, al menos en una primera impresión.
En cuanto a la prueba esta consiste en superar una pista de obstáculos mientras volamos con la ayuda de una escoba, la prueba finaliza cuando llegas al mismo punto de salida. La única regla impuesta es que la escoba debe de atravesar los círculos que flotan estáticos, estos son puntos de control que avalan el poder seguir con los siguientes.
Luego de Joseph vendré yo.
—Alumno Beckett, es su turno —dice la Maestra Agatha.
—Sí —responde Joseph con ímpetu.
El ambiente reboza emoción ante la presentación de quien es considerado el segundo mejor Alumno del Primer año de Electus Magicae luego de lo demostrado en el Campeonato De Universidades. Sin embargo la diferencia entre él y yo es inimaginable.
—¡Príncipe Joseph! —gritan algunas chicas al mismo tiempo.
Cuando escucho ese coro esbozo una sonrisa burlesca mientras observo a Joseph.
—Adelante, Príncipe Joseph —digo conteniendo la risa.
—Ya será mi momento para burlarme, amigo mío.
—Como usted diga brillante príncipe azul.
Joseph está por responderme, pero vuelven a llamarlo.
—Alumno Beckett.
—Perdón Maestra Irlaz.
Sin decir nada más se prepara con su escoba en la mano y se posiciona en la línea de partida, se monta en ella y alista su mana para activar las Runas.
—¿Preparado Alumno Beckett?
—Sí Maestra.
—Comienza el conteo.
Sobre la cabeza de Joseph aparece un enorme número 5 el cual comienza a decrecer lentamente.
—Cinco… cuatro… tres… dos… uno… ahora —corean los demás.
A una velocidad abismal Joseph emprende el vuelo y comienza su recorrido por la pista de obstáculos.
En ese mismo instante escucho la vocecilla de Alice.
—Papá… Señor Guille.
El rostro de Alice se ruboriza por completo.
—Alice, puedes decirme como quieras, después de todo te dije que aceptaba gustoso el convertirme en tu padre.
Alice sonríe radiantemente ante mis palabras mientras me observa fijamente a mis ojos.
—Gracias… papi —dice con una mezcla de timidez y alegría —. Lo que deseaba preguntar es. ¿Por qué solo algunos logran terminar el circuito? No luce muy complejo.
Algunos clavan su mirada en Alice por un instante, aunque dejan de hacerlo inmediatamente al ver que se encuentra a mi lado.
—Es una excelente pregunta Alice. Si bien el circuito presenta algunos obstáculos complejos, la mayoría son fácilmente superables y aun así la mayoría terminó por colisionar contra ellos. La respuesta es, sobrestimaron las runas.
—¿He?
—Observa a Joseph y dime que piensas de él.
Alice analiza a Joseph quien vuela sin problemas entre los aros de fuego y hielo.
—Mmm… es muy rápido.
—Sí, es muy rápido, pero debes de ver más que solo lo visible.
Luego de unos segundos comprende a que me refiero. Entusiasmada envía un pulso de mana y finalmente entrega su respuesta.
—Su mana… envía muy poco mana hacia las runas.
—Las runas deben de mantener un equilibrio perfecto. La mayoría de los imbéciles se desesperaba al ver como comenzaban a descender y estúpidamente saturaban las Runas, como consecuencia terminaron por disipar las líneas dibujadas.
—Oh, comprendo.
—Es por eso Alice que no debes de ser como los demás inútiles.
—Sí papi.
En medio de mi educativa clase termino por llamar la atención de los otros.
—Podrías habernos dicho eso antes… —dice Megan con cierto tono de enfado.
La señalo con mi dedo.
—Alice obsérvala, si no mantienes un equilibrio en las runas terminarás como ella.
La cola de caballo de Megan luce demacrada, su cabello y vestimenta están cubiertos de lodo y polvo por la estrepitosa caída que ella sufrió hace algunos minutos atrás. Sin embargo ella no es la única. De hecho, solo Bianca, Andy, Kala y Anastasia han logrado superar la pista de obstáculos, al menos sin sufrir algún tipo de percance. Andy estuvo a nada de colisionar al final, pero se salvó por escasos centímetros.
—Guille, después tendremos una larga conversación.
El enfado de Megan es visible, pero no me intimida.
Doy un paso y nuestros rostros están a nada de tocarse, con una sonrisa y mirada penetrante digo con un susurro.
—Esperaré esa conversación con ansias.
—…
Es como si hubieran hecho un cortocircuito en su cerebro.
Aquellos que observan mi osada acción contienen la respiración. Es suficiente, acerco aún más mi boca a la suya y de manera automática Megan cierra sus ojos, pero…