Perdí la noción del tiempo. ¿Un minuto, un día, un año, milenios? La verdad no sabría decir cuánto tiempo transcurrió.
Mi cuerpo y mi alma fueron destruidos y regenerados en un ciclo interminable. Pese a todo no sentía dolor, tampoco me resultaba agradable. ¿Cómo definirlo? Aún hoy no tengo una respuesta en concreto para ello, tan solo percibía como mi existencia misma se transformaba poco a poco en algo distinto.
Sin que me percatara, caí en un sueño profundo, aunque lo recuerdo como algo efímero.
Al despertar Dios seguía en la misma posición, con su cuerpo transformado en un reflejo de mí, aunque ahora lucía diminuto en comparación con antes, había cambiado. Bastó unos segundos para percatarme de que el que había cambiado no era él, fui yo.
Su figura se limitaba al tamaño de una de mis garras. En cosa de un pestañeo igualó mi altura para de esta manera hablarme de igual a igual.
—Listo, ya has completado la ascensión —habló con una clara emoción en su voz.
Por algún motivo mi ira estaba presente dentro de mí, palpitaba y anhelaba la sangre de él, mas no lo demostraba. No era por la acción de Dios o algo similar, solamente sentía que asesinarlo en aquel momento no tenía sentido alguno.
—¿Qué me has hecho? —pregunté de manera serena.
—Te he ascendido hasta convertirte en un Dios. Te he designado como el Dios Alado —respondió de manera inmediata.
—Comprendo…
—Veo que lo has asimilado, pero tu mente sigue perdida.
—Es solo… es solo que es extraño. —Alcé mi garra hasta el hocico de Dios y la posé en dicha zona—. En teoría ahora podría lastimarte, ¿verdad?
Él sonrió ante mi pregunta.
—Podrías, pero al final solo eres una extensión de mí.
Retiré mi garra y dejé caer mi pata con delicadeza en el suelo.
—Es decir que sigo sin alcanzar tu poder.
—Sí, hacer algo así sería contraproducente. Especialmente dado que tú no eres el destinado para concretar El Gran Reinicio.
—Eso lo sé. Has repetido tantas veces eso que lo tengo presente. ¿Me dirás que es eso de El Gran Reinicio de una vez?
Dios sonrió con vehemencia. Acercó lentamente su hocico a mi oído y respondió.
—El Gran Reinicio es… Aún es muy pronto para responderlo.
—¿Cuál es el motivo de ocultarlo?
—El motivo es precisamente eso. Ocultarlo es el motivo dado que no tendría sentido decírtelo. Por eso mismo lo oculto.
—No comprendo.
—Eso es lo que quiero.
No me revelaría la verdad, en ese momento comprendí que era inútil seguir con ello.
Una vez me rendí, fue momento de hacer la segunda gran pregunta que tenía en mente.
—Entonces… ¿Ahora que ocurrirá? Me has ascendido a una especie de Dios, pero no comprendo la razón detrás de ello.
Él alzó la mirada y se mantuvo en silencio, hasta que decidió responder.
—¿Qué ocurrirá? Eso no lo sé. Solo dejaré que la nueva variable continúe y entonces sabré si he hecho lo correcto.
—¿Nueva variable?
Dios relajó su cuerpo y alzó su pata, con la cual posteriormente golpeó el suelo con violencia. En aquel momento toda la habitación cambió.
Incontables imágenes reflejadas aparecieron alrededor de nosotros. En todas ellas visualicé la misma escena. Estábamos los dos, es más, estaba presenciando lo que acontecía en ese preciso momento.
—¿Qué es esto…? —El resto de las imágenes repitió mi pregunta, el eco de las múltiples voces resonó en la habitación blanquecina—. ¿Cómo están…?
Nuevamente quedé en silencio al ver como esas imágenes replicaban mis palabras. Retrocedí un paso, entonces ocurrió un cambio. Si bien la mayoría repitió mi acción, unas pocas se mantuvieron firmes. Con ello el número de imágenes se multiplicó. Aquellos que retrocedieron un paso también actuaron distinto.
Tras cada segundo las imágenes aumentaban. No solo en número, también en como reaccionaban. Yo seguí en silencio observando.
Algunos alzaron la voz exigiendo respuesta, otros batieron las alas, otros eran un reflejo de mi estado actual.
—Estas son las variables. —La voz de Dios se replicó con las imágenes.
En un pestañeo dichas escenas desaparecieron.
—¿Qué fue eso?
—Éramos nosotros en este preciso momento, aunque al mismo tiempo no lo éramos.
—¿Nosotros?
—Sí. Cada acción desencadena una serie de variables que a su vez crean una serie de ramificaciones. Cada palabra repercute en un resultado distinto. Todo sin que nadie pueda detenerlo.
»Pasado, presente y futuro. Al final de todo son una serie de decisiones que llevan a una conclusión distinta en cada caso. Desde su inicio hasta su final. Esos son las variables.
Quedé en blanco. No comprendí tan siquiera una sola de sus palabras.
—Es complicado de asimilar.
—Entonces piénsalo como si fuera un camino, un camino el cual tiene un inicio en común, pero a medida que das un paso ese camino se divide. ¿Izquierda o derecha? ¿Cuál camino sigues? Esa simple elección te llevará a lugar distinto. Aunque tú no eres el único que emprende ese viaje por aquel camino. Millares de distintos seres deben de decidir qué hacer, con ello crean otra serie de rutas que se suman entre todas. Con ello su viaje será distinto para todos. Algunos morirán en el trayecto, otros vivirán pero no de la mejor manera. Todas esas distintas opciones serán claves para el final. Todas ellas, son distintas variables que definen cual será el final de ese viaje. ¿Comprendes?
—Eso creo. Entonces, ¿qué tiene que ver con mi pregunta?
—El que te haya ascendido a un Dios es para crear nuevas variables, dado que el destino final que anhelo encontrar depende de ello. Tú existencia es una variable que lo cambiará todo. Al menos eso es lo que espero. Ya te lo he dicho antes, no lo sé con certeza. Solo estoy probando distintos caminos.
Si bien comprendía su propósito, al mismo tiempo significaba una cosa. Una sonrisa absoluta se dibujó en mi rostro al comprenderlo.