Pasaron unos días, ya era jueves. Nada nuevo había pasado. Los chicos de la otra vez me hablaban de vez en cuando, todos excepto Brianna, no había visto a Ciro en estos días y reprobé el examen de la última vez.
Me encontraba sentada bajo un árbol en el patio de la escuela, escuchando música con mis audífonos. Hacía frio, pero el frio me relajaba. De repente, sentí dos manos en mis hombros, cosa que me asustó; eran Zoe y Brianna.
-¡Hola Cassy!- Exclamó animada Zoe.
~¿Cassy?~ Decidí ignorar mi nuevo apodo. –Hola, ¿no tienen frio?- Pregunté intentando librarme de ellas, cosa que no logré.
-Eso queríamos preguntarte.- Dijo divertida, no era tan tonta como parecía.
-El frio me relaja.- Contesté mirando hacia otro lado.
-¿Acaso te estresas? Pensé que no tenías sentimientos.
-¡Brianna!
Solo le dediqué un gesto con las cejas y volví a ponerme los audífonos. Esperaba que se fueran pero pasó lo contrario; Zoe se sentó a mi lado y Brianna frente a mí. Entonces entendí que no iban a irse así que me quité los audífonos y los guardé.
-¿Necesitan algo?- Pregunté con un tono no muy amigable. Hoy no tenía ganas de ser amable y menos si "Mechas De Vil", como apodadé mentalmente a Brianna, estaba ahí.
-Solo hablar. ¿No te gustaría tener amigas?.- Preguntó sonriente la Zoe.
-¿Por qué lo serían?
-¿Por qué no?.- Dijo Brianna, cosa que me sorprendió demasiado. ¿Estaba siendo amable? ¿Conmigo?
-Primero: a ti no te caigo bien.- Dije señalando a Brianna. –Segundo: a ti te trato mal aún cuando eres amable conmigo.- Dije esta vez señalando a Zoe. – Tercero: soy un cero a la izquierda en esta escuela. ¿Quién querría ser amiga de alguien así?
-Nunca dije que me caías mal. Yo trato así a todo el mundo.- Dijo Brianna sonriéndome.
-Y tú no me tratas mal. Al menos, no siento que lo hagas.- Apuntó Zoe.
Antes de que dijeran algo más, la campana las interrumpió.
Brianna y Zoe fueron las primeras en levantarse, yo solo me quedé viendo sus pies un rato.
~¿Amigas?~ Una mano frente a mi cara me sacó de mis pensamientos.
-¿Vamos? –Preguntó Zoe.
La miré y luego miré a Brianna, quien me sonreía. Asentí y tomé su mano.
~¿Qué se supone que hace una amiga?~
Es algo que me estuve preguntando el resto del día. Pero algo me decía que pronto lo descubriría.
Las clases acabaron y pensaba en pasarme por la librería, ya que mamá no volvería a casa hasta tarde, cuando un par de manos me tomaron por los hombros, asustándome nuevamente.
~¿Ya se le hizo costumbre esto de asustarme?~ Pensé volteándome y encontrándome con una sonrisa de oreja a oreja por parte de Zoe.
-¿Quieres ir a una fiesta?
-¿Eh?
-Zoe, la espantas.- Dijo Dan tomando a Zoe por los hombros y apartándola un poco de mí. –Quiere decir si quieres ir a una fiesta con nosotros.
-Acabas de darme la misma información que ella.- Apunté.
Dan rio.-Eres muy inteligente, pero no hay más información que esa. ¿Quieres ir a una fiesta con nosotros?
-¿Para qué?- Pregunté.
-¡Para lavar la ropa!- Gritó Brianna, quien estaba un poco más alejada de nosotros, pero no lo suficiente como para no escuchar la conversación.
Al oírla Dan y Zoe empezaron a reír pero se detuvieron al instante al ver la cara que puse.
-Perdón. Entonces, ¿quieres ir?- Preguntó el chico nuevamente.
-No.
Al decir esto, me di vuelta y comencé a caminar dejando a Dan con una expresión de frustración, a Zoe con una mirada de tristeza, a Brianna y René descostillándose de risa; a Jano le era indiferente. Seguramente ya sabía que yo no iba a aceptar y lo único que quería era tener una excusa para burlarse de su amigo "Mr. Steal your girl" y de cómo lo acababan de rechazar frente a todo el mundo.
Me encontraba de camino a la librería y al llegar a una esquina recordé el Café en el que Ciro trabajaba. Aunque lo conocía nunca había ido ahí, pero no me haría mal probar cosas nuevas, además, era imposible que Ciro estuviera trabajando a esta hora.
Llegué al local y apenas entré quise salir corriendo.
Ciro estaba ahí.
~¿¡Qué hace aquí tan temprano!?~
Cuando estuve a punto de salir, Ciro ya me estaba viendo. No podía salir corriendo ahora, eso sería patético. Decidí que entrar y sentarme seria menos vergonzoso. Elegí una mesa cerca de la ventana, si miraba la ventana podría evitar el contacto visual con Ciro.
-¿Puedo servirle algo o prefiere que le deje la carta?- Preguntó un mozo.
-¿Eh? Ah, sí. Voy a ver la carta.
-Muy bien.- Dijo entregándole el sobre con la carta. –Volveré en unos minutos.- Dijo sonriendo mientras se iba.
Empecé a leer la carta, aunque no podía imaginarme como serian algunas bebidas cuyos nombres jamás había escuchado. La verdad es que se me hacía agua a la boca, quería probar todas esas bebidas, pero no lo haría, sería muy vergonzoso, además, no tengo tanto dinero encima.
-¿Ya eligió, señorita?- Preguntó el mozo de antes.
-Sí, agua.- Contesté.
-¿Solo eso?
-Sí, por favor.
-Está bien.- Respondió con una sonrisa.
Me puse a mirar por la ventana. Mi vista se clavó en un niño que jugaba con su perro. Estaba solo pero pronto aparecieron sus padres. El niño seguía jugando con el perro, mientras los padres se abrazaban. Esa imagen me causó nostalgia, no porque extrañara estar así con mi familia, sino porque aunque hubiéramos tenido momentos así, por pocos que fueran, la única que los recuerda soy yo. Mi hermano era muy pequeño como para acordarse.
Un sonido en la mesa me sorprendió. Era el mozo de antes, pero en vez de agua me había traído un Smoothie de moras con crema batida.
-Esto no es lo que pedí.- Le dijo amablemente. Aunque debo admitir que se veía delicioso.
-Va de mi parte.- Me sonrió el mozo.- Me llamo Lisandro, tú?
-Cassiel.- Respondí.
-Lindo nombre, casi tan lindo como quien lo tiene.- Me dijo mientras se sentaba frente a mí.
~¿Es en serio?¿Más extraños?~ Pensaba mientras desviaba la mirada, solo para cruzarla con la de Ciro, quien se acercaba a donde estabamos.
-Lo siento, pensé que no la habían atendido, señorita.- Dijo sonriéndome
~¿"Señorita"?~
-Ya está atendida.- Dijo Lisandro en tono de reproche.
-Me retiro, entonces. Aunque al jefe no le gusta que perdamos el tiempo.
Dio media vuelta y antes de irse dejó caer un pedazo de papel a mis pies. Lo miré y este me sonrió.
-Si tiene algún problema, hágamelo saber.- Dicho esto se fue.
-¿Lo conoces?- Preguntó Lisandro.
-No diría que nos conocemos, solo me lo he cruzado un par de veces.
-No lo soporto. Cree que este trabajo es para conocer chicas, lo único que hace es presumir. Pero bueno, es un niño después de todo.- Me dijo sonriendo.
~Es curioso que lo diga usted, quien se sentó a coquetear con una clienta~ Pensé irónicamente.
Yo solo lo escuchaba, pero sentía curiosidad por el papel que Ciro había dejado caer. Decidí tirar mi bolso por "accidente" y levantar el papel.
-Mi turno ya va a terminar. ¿Quieres que te acompañe a tu casa?- Preguntó Lisandro.
-Está bien. No quiero molestar.
-No será una molestia. Hace frio y ya es tarde para que andes sola por la calle. Llegaremos más rápido en auto.- Insistió.
Lo pensé un poco, no parecía un mal tipo, y mi casa no estaba tan lejos. Además, sería bueno conocer a alguien nuevo.
-Está bien.
-¡Bien! Voy a dejar el uniforme. Ya vuelvo.
Mientras Lisandro se alejaba, abrí el papel que Ciro había dejado caer. Tenía un número de teléfono. Supuse que pertenecía a Ciro. Saqué mi celular, y envié un mensaje a ese número.
*"Voy a suponer que este número es tuyo, Ciro. Solo quiero avisarte que Lisandro me va a llevar a mi casa. Luego puedes explicarme que forma de darme tu numero fue esa."*
-Listo. ¿Vamos?- Apareció Lisandro.
-Sí.
Buscaba a Ciro con la mirada, pero no lo encontré por ningún lado.
-¿Pasa algo?
-No, nada.
Entonces salimos. Caminamos hasta la parte trasera del café, donde había un estacionamiento. Nos dirigimos hasta un auto bastante nuevo. Un Hyundai de dos puertas. Lisandro abrió la puerta para mi, luego se subió en su asiento.
-¿Y dónde vives?
-A cinco cuadras de aquí. ¿Pero puedes dejarme en la librería Amapola? Debo hacer algo ahí.
-Está bien, puedo esperarte.
-Es que...
-No te voy a hacer nada. Nada que tú no quieras.- Dijo Lisandro, mirándome sugestivamente de arriba abajo.
Estaba empezando a creer que este fue un grave error, y empecé a arrepentirme de siquiera haber entrado en ese café cuando me di cuenta de que el auto ya estaba en marcha.
~No creo que esto vaya a terminar bien. Nada bien.~