-Alertada, preocupada y débil. Adjetivos que no definen a una mujer valiente como era Angela, pero así despertó esa mañana la inspectora. Se encontraba mareada y cansada.
Molida pero con impulso, consiguió levantar su ligero cuerpo de la cama, y mirarse en el espejo, para descubrir que aparte de ser guapa y alta, era ágil, lo que la llevaba a ser una excelente inspectora. A pesar de lo que su madre le dijo, Angela debía olvidar la muerte de su padre, pero es difícil hacerlo cuando lo recuerdas por las noches, y cuando murió por una forma tan injusta, como lo era la pnemonía.
Ahora era Mónica, la madre de Angela, la que vivía con ella en su amplia casa. Por mucho que dijese, era Mónica la que nunca había aceptado la muerte de su marido, y menos cuando después de unos meses de su muerte, tenían planeado casarse de nuevo. Tras la mala noticia de la muerte de su padre y la mudanza de su madre la casa de su hija, Angela debía mantener a su madre en una casa que ni siquiera había terminado de pagar. Y todo eso con su sueldo de inspectora, pero hace ya más de un año que la chica no es llamada para resolver algún caso. Eso, como inspectora, le agradaba, le agradaba saber que había menos crimen en el mundo, pero sin embargo, como humana, no le gustaba nada, pues cada mes que ella no estuviese involucrada en un caso, su sueldo iba disminuyendo, hasta que no reciba nada de beneficio si no es en horario laboral. Ella necesitaba dinero, aunque tenía en abundancia, pero el dinero se acaba rápido.
Al bajar a la cocina, Angela, pudo ver a su madre friendo unos cuantos huevos. Ya no era tan jóven como cuando murió su marido, pero seguía siendo esbelta y hermosa.
-Ha llamado la policía- agitó la sartén con firme movimiento.
La policía solía llamar como mínimo dos veces a la semana, y no era precisamente para agradecer los servicios de Angela tras descubrir a dos de los asesinos más peligrosos de América. La llamaban por otro motivo.
-¿Es por Rick?-dijo Angela- Si es por él diles que no quiero saber nada de eso, eso ya pasó...
Angela ya estaba cansada de que la policía hiciese incesantes llamadas para que hablase con Rick Ment, su exmarido, el cual Angela denunció por violación y malos tratos. A lo mejor era esa la razón por la que se mostraba tan distante, ella nunca tuvo suerte con sus parejas y para una que creí haber encontrado, este la forzó y la violó cruelmente en su piso. Aparte de la muerte de su padre, este pensamiento y la idea de recordarse sangrando y arrastrandose por el suelo huyendo de Rick mientas lloraba y arrastraba su rostro por el suelo oyendo la voz del violador, tampoco la dejaba dormir sin poder pensar en otra cosa que no sea su feliz infancia con su padre y lo feliz que ella sería ahora si hace tres años no hubiera decidido salir con Rick Ment.
Ahora Rick se encontraba en una casa compartida con tres violadores y acosadores como el, junto con una botella de whisky en la mano derecha, una puta de barra sujetada con la izquierda y con una tobillera de rastreo en el tobillo derecho. La policía visitaba su "hogar" una vez cada dos semanas y no solo para ver que todo estaba en orden, si no para que Angela y Rick hablasen y solucionasen el altercado pasado hace ya tres años, olvidado por Angela, no por Rick, o eso decía el.
-No, esta vez no.- interrumpió Mónica- Esto es por trabajo, han encontrado algo que requiere tu atención en un pequeño pueblo de Las Vegas.
Angela odiaba Las Vegas, pero a pesar de ello, le entusiasmó la idea de ganar dinero y de volver a la acción.
Un nuevo caso, un nuevo equipo, esta vez no tenía a Rick, ni a su madre, ni a ningún amigo. Ahora estaba sola, claro que podría rechazar el caso, pero detener asesesinos era un hobby para Angela, y no se le daba nada mal.
-Mañana te estarán esperando en la comisaría de Mellyng, el sheriff del pueblo y un equipo de policías.- continuó la señora- No me han dado más información.
En cuanto Angela escuchó aquel nombre, Mellyng, no dudo en poner una mueca de desconocimiento, no conocía aquel pueblo, pero si podía hacerse a la idea del crímen: una mujer, asesinada, forzada, violada, maltratada y enterrada en mitad del monte con cal viva encima para quemar el cadaver. Pero ese era su trabajo, eso debía hacer, desenmascarar a ese capullo.
Angela dejó marchar todo lo que iba a hacer ese día para prepararse todo lo necesario para el viaje a Mellyng. Un par de mudas, accesorios de maquillaje, y como olvidarse de la placa y de su pistola. Esa pistola que tanto pesaba y tanto brillaba, aún no había causado ninguna muerte, Angela prefería el metodo de la habladuría en vez de la violencia.
Cuando llego la noche, ella ya sabía que mañana debía partir temprano hacia Las Vegas, dejando atras todo lo ocurrido aqui durante un par de semanas, quiza meses.
Dejarlo todo atrás, olvidar el pasado, mirar el futuro, gritando un lema que jamás se llegó a escuchar.
Esa noche Angela no pensó en Rick, ni en su padre, solo pensó en Mellyng, y en lo que pasaría cuando llegase.
Un pueblo de Las Vegas llamado Mellyng donde ha ocurrido un asesinato. No era suficiente para que Angeal se preocupase, pero si para que durmiese con su arma debajo de la almohada, algo común desde que Rick la forzase cruelmente.
A la mañana siguiente Angela bajó a la planta de abajo donde su madre se encontraba.
-¿Qué haces aquí? Son las seis, es muy temprano mamá.
Un paso de Mónica hacia delante, hizo que madre e hija se encontrarán a tan solo un par de centímetros.
-¿Crees que voy a dejar que te vayas sin despedirte?- Angela rió, ambas se acercaron y se dieron un abrazo. Las lágrimas se derramaban por las mejillas de Mónica.
-Mamá...- Angela se destrozó al ver a su madre llorar.
-Es que no quiero que te pase nada ¿vale? Es solo eso, no quiero que te hieran, o que vuelva a pasar lo mismo que pasó con Rick, o que te...
Editado: 30.06.2020