Simone frunció su entrecejo cuando se dio cuenta de que no se le ocurría que poner en aquella lista.
—¿Cómo se supone que esto ayuda?— quiso saber mientras que miraba a Ciara escribir a una velocidad demasiado impactante; como si todas sus ideas estuvieran esperando en una fila perfectamente alineada a salir disparadas.
—El saber dónde quieres estar al salir de esta crisis te permite saber donde estás ahora—Kate volvió a explicarle con una paciencia sobre humana.
—Sé que estoy en casa de Noah— mencionó,
—Venga, Simone— insistía Tess, —Mi niña de cuatro años escribe más rápido que tú—
—Es que no soy buena con las palabras— intentó defenderse.
—¿Qué llevas?—
—Sé que no quiero estar en casa de mi hermana— leyó,
—¿Y?—
—Es todo—
—Quizás te enfrascas demasiado en tus problemas— le dijo Aine, —Puede que te visualices tanto en la situación en la que estás que no veas un futuro sin esta—
—Creo que todas estamos en la misma situación—
—Depende de cómo veas tu vaso— señaló Noah.
—Es copa y vacía— espetó, —Aine no me permitió servirme más vino—
—Sería tu cuarta copa, Simone— la reprendió, —No venimos a ahogar nuestras penas—
—Habla por ti— bromeó Tess sobándose las sienes mientras le daba un sorbo a su copa.
A Simone le pareció extraño el observar a los hijos de Tess en la casa de Noah, sobre todo en pijamas. Pero no se atrevió a preguntar.
—Creo que deberíamos pedir ayuda a algún profesional—volvió a mencionar Daruma por tercera vez en aquel día.
—¿Dónde te ves tú?— quiso saber Noah,
—Me veo siendo capaz de afrontar la vida sin derrumbarme— Daruma miró a Kate quien seguía escribiendo, —¿Tú donde te ves?—
—¿Yo?— preguntó la rubia desconcertada. Daruma asintió, —La verdad es que me distraje haciendo mi lista de compras—
Simone soltó una pequeña risita que acompañó con un suspiro.
—Yo tengo algo— mencionó Ciara alzándose de hombros,
—Ilumínanos por favor— le pidió Noah,
—Bien, me veo siendo feliz. Sintiéndome plena, observando a mis hijos crecer y eliminando esta distancia que yo misma he puesto entre Finn y yo; realizando mis metas y retomando los sueños que dejé de lado por la maternidad. Finalmente, tengo ese negocio que abandoné y me dejaron de importar todos esos miedos que me retenían...—
—Maldita sea— susurró Aine, todas se giraron a verla mientras ella tachonaba su hoja, —Escribí Minnesota—
Casi todas rieron con aquello, a excepción de Daruma quien seguía ajena a todas aquellas situaciones y Noah quien asentía ligeramente con su cabeza.
—Necesitamos a alguien que sea profesional— accedió por fin.
Simone tomó su bolso y empezó a buscar una cajita metálica de mentas, dentro de este todo era un desastre. Sus cigarrillos estaban esparcidos sin cuidado debido a que había dejado el empaque abierto, ni hablar de los que se habían roto y las monedas esparcidas junto con los recibos de compras que no le permitían contemplar aquella caja que se escondía debajo de su cosmetiquera.
—Simone, ¿Estás bien?— Ciara le preguntó con su entrecejo fruncido.
Simone dirigió su mirada a ella con una expresión que reflejaba lo extrañó que le pareció aquella pregunta.
—Tus ojeras están bastante pronunciadas— señaló, —Además has estado bebiendo demasiado—
—Sí, estoy bien— mintió.
—Tiemblas mucho— insistió. Simone dejó caer su bolso y llevó sus manos directamente a su rostro; no le gustaba cuando la observaban, sabía que cualquiera que le prestara atención por más de dos minutos en menos de una semana sabría lo que ocurría.
Y apostaba a que Ciara se había dado cuenta, así que estaba esperando aquella inevitable pregunta.
—¿Estás comiendo bien?— Simone negó con su cabeza sin descubrir su rostro.
No era un tema del cual estuviera del todo orgullosa, o el que se le facilitara hablar al respecto. Sabía que tarde o temprano terminaría hablando de ello en el grupo, pero por supuesto que prefería tarde y aquello era demasiado prematuro.
—¿Quieres comer?— le preguntó Noah arrodillándose a su lado y posando su mano sobre la rodilla de Simone.
Desconocía él porque las ganas de llorar la inundaron por completo.
—No— admitió con un nudo en su garganta.
—¿Ocurre algo?— quiso saber Ciara,
—Mi hermana Fay, está embarazada— señaló,
—Eso es muy bueno, Simone— intervino Aine, —Muchas felicidades—
—Yo sé que es bueno— espetó la castaña, —Solo que ella luce tan delgada aún teniendo una personita dentro de sí. Y yo soy el doble de ella...—
Simone simplemente no pudo continuar con aquella oración, ni siquiera había apartado las manos de su rostro, ya que podía imaginar a la perfección el rostro horrorizado de cada una de las presentes con aquella confesión.
Sabía que aquel era un momento en el que debía de estar de lo más feliz de que finalmente Fay pudiese embarazarse, sin embargo para Simone aquello había resultado en una obsesión de lo más estresante con respecto a su cuerpo. Todos los psicólogos a los que había asistido en su pubertad le habían aconsejado que dejara de pensar en su cuerpo, que se aceptara y amara, además de que mientras estuviera sana e hiciera cosas que le beneficiaran todo estaría bien.
Claro que los pensamientos de Simone eran un torbellino en aquel momento. Le gustaba compararlos con aquello, una simple idea que se iba tornando cada vez más oscura y enorme hasta el punto que parecía arrasar con todo.
No era una comparación que la hiciera feliz.
Para sorpresa suya cuando apartó las manos de su rostro nadie la veía de aquella manera en la que había creído que lo harían.
—Simone, necesitas respirar— fue lo primero que apuntó Noah.
*
Simone no podía evitar mantener su mirada fija en el estómago de Fay y quedarse horrorizada.