El Guardián Del Equilibrio

Secretos En La Oscuridad

Una mañana, mientras la luz del sol se filtraba suavemente a través de las cortinas, Emily se volvió hacia Aiden con una expresión de asombro y curiosidad.

-Aiden, no puedo creer lo que me sucedió en el parque. ¿Cómo es posible que yo también tenga poderes celestiales? -preguntó, su voz temblando con una mezcla de incredulidad y emoción.

La luz del amanecer era como un manto dorado que cubría la habitación, bañando a Emily en un resplandor etéreo. Cada rayo de sol era un hilo de esperanza, tejiendo un nuevo capítulo en sus vidas.

Aiden la miró con ternura y comprensión, asintiendo lentamente.

-Cuéntame todo, Emily. Quiero entender lo que sientes -dijo Aiden, tomando sus manos entre las suyas.

Emily suspiró profundamente antes de comenzar a relatar escenas de su pasado.

-Desde que era pequeña, sucedían cosas increíbles e inexplicables a mi alrededor. Recuerdo una vez cuando tenía seis años, me caí de un árbol alto. Debería haberme lastimado gravemente, pero en lugar de eso, sentí como si unas manos invisibles me sostuvieran y me bajaran suavemente al suelo -dijo, su voz suave como un susurro de viento.

Las experiencias de Emily eran como páginas de un libro de magia, cada una llena de misterios y maravillas. Su vida había sido un tejido de milagros invisibles, bordados con hilos de lo desconocido.

-Había veces en que las luces parpadeaban cuando estaba enfadada o triste, y en otras ocasiones, sentía una fuerza inexplicable que me protegía. Ahora comprendo que todo esto era por mi naturaleza celestial -continuó Emily, sus ojos brillando con nuevas comprensiones.

Aiden la escuchaba con atención, su corazón llenándose de amor y compasión.

-Emily, siempre supe que había algo especial en ti. Tu fuerza, tu bondad, tu luz... todo tiene sentido ahora -dijo Aiden, sus ojos dorados reflejando la sinceridad de sus palabras.

El amor de Aiden por Emily era como un fuego cálido en una noche fría, su calidez irradiando consuelo y seguridad. Cada palabra que pronunciaba era un abrazo invisible, envolviéndola en su comprensión y apoyo.

Durante los días que siguieron, Aiden y Emily se permitieron olvidar por un momento la amenaza de Nyx y sus oscuros seguidores. Se sumergieron en su amor, disfrutando de la compañía mutua y explorando sus sentimientos.

El amor entre Aiden y Emily era como una sinfonía de emociones, cada nota una declaración de afecto y devoción. Sus días juntos eran como capítulos de un cuento de hadas, llenos de risas, miradas compartidas y caricias suaves.

Aiden no podía dejar de notar el asombroso parecido de Emily con Gabriel. En cada gesto, en cada actitud, veía reflejos de su querido padre. Esto despertaba una curiosidad insaciable en él, una necesidad de entender el porqué de esa semejanza.

-Emily, eres tan parecida a alguien muy importante para mí. A veces es como si viera a mi padre en ti -confesó Aiden un día, su voz cargada de asombro.
- ¿Que me.parezco a tu padre? Eso si que no tiene ningún sentido Aiden.

- Lo sé, pero es la verdad.
- No se qué decirte - contestó ella algo confundida - Solo que olvides eso.

Pero Aiden no solo no iba a olvidarlo, sino más bien decidió investigar en silencio todo sobre Emily, buscando respuestas a la incógnita que lo consumía. Revisó registros antiguos, documentos celestiales y cualquier pista que pudiera encontrar sobre su origen.

La búsqueda de Aiden era como una travesía a través de un bosque encantado, cada pista un sendero que lo acercaba a la verdad. Su deseo de comprender era un faro que lo guiaba en la oscuridad de la incertidumbre.

Sin embargo, Emily pronto se dio cuenta de la investigación secreta de Aiden. Una tarde, encontró sus notas y documentos escondidos. Su corazón se rompió en mil pedazo, al darse cuenta de que Aiden había estado indagando sobre ella sin su conocimiento.

-¿Por qué, Aiden? ¿Por qué no me dijiste que estabas haciendo esto? -preguntó Emily, su voz llena de dolor.

Aiden la miró, su expresión reflejando una mezcla de culpa y desesperación.

-Emily, solo quería entender. No pretendía ocultártelo, solo... necesitaba saber -respondió Aiden, su voz temblorosa.

El dolor de Emily era como una tormenta que arrasaba su corazón, cada palabra de Aiden un rayo que iluminaba su decepción. Sentía que la confianza que habían construido se desmoronaba como un castillo de arena ante la marea de la verdad.

-No puedo seguir así, Aiden. Me duele que no confiaras en mí lo suficiente como para contarme lo que estabas haciendo. Necesito alejarme, necesito tiempo para pensar -dijo Emily, sus ojos llenos de lágrimas.

La decisión de Emily era como un filo de espada, cortando el lazo que los unía con una precisión dolorosa. Su partida dejaba una herida abierta en el corazón de Aiden, un vacío que resonaba con el eco de sus pasos alejándose.

Aiden, solo en su habitación, sintió la magnitud de su pérdida. Sabía que debía ganar de nuevo la confianza de Emily, pero el camino hacia la redención sería largo y difícil. Mientras tanto, el amor que sentía por ella seguía ardiendo en su corazón, una llama que se negaba a apagarse.

El amor y la confianza son hilos frágiles que pueden romperse con facilidad. Aiden y Emily, separados por el dolor y la incomprensión, deben encontrar una manera de sanar sus corazones y enfrentarse a los desafíos que aún los esperan. La verdadera prueba de su amor está a punto de comenzar.




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