El guardián del tiempo

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Belial cierra de golpe el libro mirando a Susan, que lo ve con una sonrisa de medio lado, su esposa ha terminado el manuscrito cuando él dejó la lectura al llegar de verse con Nathan, su esposo había tomado el manuscrito y lo alejó de la habitación, lo dejó en el estudio, lugar que no solía frecuentar.  

Belial esperaba este tipo de situación; no obstante, en vez de imaginar a Lena Wolfgang pensó en su amiga exactamente como estaba descrita, sangre por aquí y por allá. Aún no ha podido descifrar quienes son en realidad los hermanos Ferdinand, se imagina de vez en cuando a la banda del Reino Unido Franz Ferdinand a pesar de no conocer sus rostros. 

– Me alegro de que Lena murió con tranquilidad, si es verdad lo que nos han dicho... – Reflexionó. 

– Nos han dicho la verdad, cariño. 

Concluyó Susan esperando que las teorías sobre la muerte de Lena no volvieran a la conversación. Belial frunció los labios y continuó con la lectura en el cómodo sofá mientras su esposa veía una serie en la televisión. Miró a su esposa nuevamente intentando encontrar una respuesta a la lectura, pero, su esposa solamente alzó los hombros. No iba a darle spoilers y no quería conversar nuevamente; un duelo tardaba tiempo, sabía que tenía fases y su esposo tal vez, ni siquiera había pasado la primera; le estaba dando la oportunidad que él mismo se percatará de lo mal que se encontraba.  

Sí pasaban seis meses y él seguía con la misma fascinación, lo obligaría ir al psiquiatra. Si o si, su amor también era bastante grande para saber que a veces no podría ayudar a su esposo con sus problemas, solamente a tolerarlo y amarlo como lo estaba haciendo. Por eso Susan, puso pausa a la serie y miró a Belial sonriendo de medio lado.  

– Todo está en tu cabeza, cariño. Sabes bien lo que pasó...es una historia. Te he dicho que todo estará bien; aunque, debo recordarte que es una novela y que Lena tenía demasiado ego, al igual que tú, para ponerse de personaje principal y matarse desde un principio, ambos sabemos que ella, de alguna manera, era melancólica y recaía en depresión constantemente... es obvio que proyectó muchas cosas de su vida en la novela, Belial, que tú no te hayas percatado, es diferente. Trato de comprenderte en este momento. 

Belial, se queda en silencio, hace una mueca que parece más un puchero; como un niño avergonzado porqué su mamá le ha llamado la atención, da un suspiro y esconde su cabeza entre el cuello y el hombro de su esposa, a la cual, rodea con sus brazos en un amoroso y afectuoso abrazo.  

– Siempre me dices lo que necesito escuchar –, confesó. – Sólo espero que esta vez, no me des elegir entre la novela y tú, porqué me voy a quedar perplejo y la verdad es que quiero saber el final. – Susan comenzó a reír con ganas.  

– Sabes que, es muy buena idea, no lo había pensado.   




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