El guardián del tiempo

Scott

La inquietud que me domina ahora no me deja pensar con tranquilidad, me siento observado por fuerzas invisibles; creo que mi paranoia de persecución a aumentado a tal grado, de sentir el peligro rodearnos. Tengo la mano en la culata de la pistola lista para sacarla en cualquier segundo. Sé que al ser un asesino he desarrollado este trastorno mental, pues a nadie le gusta que le vean quitándole la vida a alguien más, quizá algún día, esté amenazado por mis hermanos y llegué a matarlos.

De noche mis ojos son un poco inservibles y he olvidado mis gafas para la vista, pero, puedo asegurar que veo una sombra moverse por los pocos árboles que rodean el cementerio, la sección de las tumbas ha quedado atrás, aunque, aún nos faltan unos metros para llegar a la salida. La Luna me permite ver un poco sobre las sombras, saco poco a poco el arma, apunto a hacía Selene.

«Muévete sólo un poco, mujer.» No quiero hablar, si lo hago, alertaría a aquella silueta inesperada. He visto con claridad la chispa que produjo el arma de aquel personaje sorpresa, la bala le ha pegado a Jarvis, mi hermano se desvanece; el ruido ha alertado a mis acompañantes, ver a mi pequeño hermano desvanecerse en los brazos de Selene me ha hecho disparar en automático. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...He terminado el cartucho y no sé a quién me enfrento, ni siquiera tengo el valor para ir corriendo por el tirador. Miro a Jarvis que apenas da señales de vida, Selene y Thomas gritan su nombre zarandeando su cuerpo de un lado a otro; sin embargo, mi moribundo hermano, cierra los ojos sin decir una palabra, el último aliento de vida que produce me causa escalofríos.  «¿Estoy preparado para ver morir a mis hermanos?» caigo de rodillas al suelo soltando el arma.

— Avisa a Joshua que su hermano está muerto. — Comenta Dorian apretándome el hombro. — Voy a seguirlo...

  • También era tu hermano...
  • No voy a discutir, Scott... — Dorian corre perdiéndose entre los árboles.

Escucho a Thomas sollozar, los pasos lentos de Vergil rozar sobre el pasto me obligan a mirar hacia el frente. No puedo acostumbrarme en este momento a ver el cadáver de Jarvis ¿Qué debo hacer, ponerme a llorar? Vergil toma la parte trasera de mi chaqueta y jala para levantarme.

— Es lo que hemos estado esperando...Scott —, dice. — Cuando pensábamos que Joshua murió...no pasó nada...seguimos adelante...y nadie podrá reemplazarnos porqué siento que esta es nuestra última batalla...

— No digas estupideces, Vergil —, atajo dando un paso hacia delante soltándome de su mano. — No podemos morir tan fácil... — Veo a Jarvis, fue una muerte fácil, rápida y quizá dolorosa; no le temo a la muerte, pero, quisiera morir luchando hasta el final de mi último respiro de vida.

— Te veré en el infierno, Scott. — Vergil camina hasta el cuerpo de Jarvis, consuela a Thomas abrazándolo con un solo brazo mientras mi hermano se limpia las lágrimas del rostro.

Saco el móvil del bolsillo del pantalón, con lentitud desbloqueo la pantalla, deslizo mi dedo hacía los contactos y busco el número de Joshua, al encontrarlo aprieto el botón verde. Espero en silencio escuchando el pitido de la línea mientras mi hermano decide contestar, estoy repasando en mi pensamiento las palabras exactas y dolorosas que debo decirle al responder.

¿Encontraron algo? —  pregunta Joshua al instante.

— Jarvis está muerto... — Afirmó con la voz entrecortada.

Lo he dicho y es la palabra más difícil que he podido pronunciar en mi vida.

¿Qué? —  La voz de Joshua se ha tornado tétrica.

— Le han disparado en la cabeza...debes regresar... — Cuelgo al instante.




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