– Buen intento, Lena... – Murmuró el mayor. Besó la frente de Carol deslizando su cabello castaño hacia atrás. – Muy bien hermosa...creo que es hora de llevarte a orinar.
Belial y Susan tenían un mes enseñando a Carol a avisar cuando necesitara orinar, pero, no les funcionaba, así que cada vez que veían a Carol beber líquidos, le llevaban al baño. Tuvo que dejar el libro sobre el cojín del sillón, tomó la pequeña mano de su hija ayudándola a bajar del mueble y los dos, caminaron lentamente hacía el cuarto de baño; era una suerte que Carol no se oponía.
Pasó media hora esperando que la pequeña orinara. Belial está contento esperando que en otra ocasión su pequeña hija pueda decirle:
– Papi, pipi.
Algo que tal vez no pase tan pronto. Susan ha llegado de hacer las compras, escucha la camioneta estacionarse fuera de la casa, les advierte a sus hijos que ayudará a su madre con las bolsas y no hagan travesuras durante su ausencia. Al terminar de meter las bolsas a la cocina, la pareja se dedica a guardar cada compra en su lugar. Susan nota a Belial demasiado distraído, no le ha dirigido la palabra desde que empezaron a ordenar la alacena y el refrigerador.
– ¿Qué has leído? – Preguntó con tranquilidad. Una sonrisa de lado a lado dibujó su rostro.
Belial le mira sonriendo de medio lado, ¿por dónde va a empezar? Se ha perdido analizando cada capítulo que ha leído, intentando encontrar una respuesta a todo lo que el universo ha puesto en su camino. Susan quizá, le diga que la vida sigue y, por lo tanto, aún está en la etapa de duelo, que él ya sabe.
– Quieren asesinar al personaje principal desde que empieza. – Dijo al fin. –Y se llama Lena.
– Lo he leído también – Dijo Susan con cautela. – He estado cuestionándome... ¿por qué? ¿estás pensando que es Lena? – Susan se cruzó de brazos. Belial alzó los hombros arrugando sus labios cerrando un poco los ojos ante aquel gesto. Cuando volvió abrirlos miró a Susan un poco apenado.
– Una parte... ¿No crees que, de estar con vida, ella vendría a darme ese manuscrito? – Hizo una pausa. – Además, ¿cuántas veces nos hizo leer lo que escribía? Leíamos cada capítulo recién hecho...y ...este está completo.
– Nos estamos adelantando a los hechos, cariño. – Susan torció los labios cruzándose de brazos. – Es una novela, como todas las que leímos...
– ¿En qué capitulo vas? – Dijo el castaño desviando el tema.
– Donde narra Dorian... Ese hombre es demasiado misterioso... ¿no crees?
– Susan... – Dijo con firmeza. – Sus hermanos lo describen como un tirano...Lena me contó un día que se basó en un amor platónico idealizado e imposible...
– Lena siempre gustó de chicos con aspecto de hombres insensibles... – Atajó Susan. – Me pregunto ahora mismo ¿cómo hizo Nathan para ganarse el frágil corazón de Lena?
– ¿Frágil? – Cuestionó Belial haciendo una mueca, mientras su esposa afirmaba a la vez que guardaba latas de atún. – A mí me parecía que tenía un corazón de hielo... tiraba cada regalo que Nathan le daba mientras intentaba conquistarla... si le regalaba chocolates, los tiraba a pesar que fueran sus chocolates preferidos.
– ¿Estás seguro que hacía eso y no tiraba la caja vacía?
– Lo estoy...Susan.