Capítulo 16.
En un árbol, lejos de una batalla, se hallaba una joven mujer herida, respirando agitadamente, observando los alrededores con agresividad, el temor era creciente en su mirar, con una de sus manos, se cubrió una herida que le fue otorgada por la bestia, trato de calmar su intranquilo corazón que, lleno de temor estaba.
Respiro hondo y soltó lentamente el aire que se escabullía por el hueco de su nariz, repitiendo una y otra vez, hasta que su corazón volvió a la normalidad y su respiración fue equilibrada. Y lentamente un suspiro escapo de su boca, seguido de eso, se levantó. Incluso con una herida en su costado, se dispuso caminar. Sin mirar atrás, siguió huyendo del lugar.
Pero todo, de repente, cambio.
Un poderoso rugido resonó en el bosque.
Por obviedad, causo un estremecimiento en la chica, con una mirada atemorizada miro atrás y lo que vio, helo su sangre.
Fue de testigo. No, todos fueron testigos. Una presencia extraña surgió del suelo, con un tambor en sus manos, sin razón aparente, toco el tambor con fuerza, repitiendo varias veces el mismo movimiento, dejando que la melodía recorriera por el bosque, cada sonido creado por el tambor, provocaba un fuerte empujón invisible.
La joven no entendía lo que sucedía, aquella presencia parecía controlar el aire con su tambor, sentía como cada sonido hacia que su cuerpo se estremeciera tantas veces, que sin darse cuenta hizo varios pasos atrás.
El suelo comenzó a temblar, los árboles que estaban cerca de la extraña presencia, de repente se hicieron polvos. Y el viento ejerció una poderosa brisa, provocando que el montañoso polvo se desvanecería a la fuerza y a su vez, causo una especie de neblina, si, cosas extrañas estaban sucediendo, pero todo se detuvo, cuando una vez más, el tambor hizo una poderosa melodía.
Mientras aquello sucedía, paso lo inesperado. Detrás de la presencia, apareció la criatura que la perseguía, un Wendigo. Una criatura; mitad hombre y mitad bestia. Media tres metros de alturas, sus cuencas vacías observaban a la muchacha, no había expresión en su rostro, pues no tenía piel, ni carnes, no era nada más que una calavera de ciervo rojo. No obstante, la criatura no parecía ser consciente del hombre con tambor, puesto que la entidad lo atravesó como si nada, seguido de eso, soltó un poderoso rugido, causando que el bosque “temblara” incluso hizo que la mujer tapara sus oídos, sintiendo como sus tímpanos estaban a puntos de explotar.
Sin embargo, aquel grito fue interrumpido, cuando detrás de la muchacha, detrás de los árboles, emergió un oscuro y temible ser. No era tan alto como la criatura, media entre un metro ochenta, curiosamente, la chica noto que ese desconocido ente, tenía un parecido con el herido que se reencontró y fue la “carnada” pero había una pequeña diferencia, su cuerpo y su rostro estaba equipado por aquella armadura, una ambigua y oscura, sus ojos bajaron un poco más abajo y pudo ver, en su mano derecha, sujetando con fuerza la empuñadora de una espada, con el filo del metal manchada del rojo.
En silencio camino hacia la bestia, ignorando a la muchacha, empuñando su espada se impulsó con agresividad hacia la bestia seguido de un grito de guerra, pero cuando realizo una secuencia de acciones en cortes verticales y horizontales, la criatura esquivaba los ataques con dificultad, no obstante, se dio cuenta que su resistencia disminuía considerablemente si seguía combatiendo contra el guerrero, incluso la mujer que ahora mismo estaba escondida, siendo testigo de los eventos, sentía como sus fuerzas decaían, que eran robadas.
El guerrero continúo atacando sin parar, su velocidad era alta, superando por completo al wendigo pero esta vez, impuso más fuerza y velocidad en su pierda derecha para seguidamente golpear con fiereza su rodilla y quebrarla en el proceso, causando que la bestia gritara del dolor, y no paro, con su otra pierna, hizo lo mismo con la pierna restante, quebrándolas y de la nada, el filo de la espada comenzó a brillar de amarillo y llamas surgieron, así que, sin dudar, el guerrero atravesó el pecho de enemigo, causando un efecto raro, aparte de los gritos de agonía que soltaba, pudo ver, como las bestia se convertía en polvo y ese mismo polvo, su espada lo absorbió.
De pronto, se oyó el clamor del viento. El bosque se llenó de invisibles murmullos, las misteriosas presencias se desvanecieron, quedando solamente el guerrero que estaba absorto de su entorno y la muchacha que estaba bastante cautelosa, después de todos, no veía a un hombre, sino un monstruo. Salvo su vida, sí. Mas eso no importo, las intenciones no eran claras.
– ¿Quién eres? – pregunto con una voz suave y temerosa.
Ninguna palabra formulo el imponente guerrero, sin embargo, así como estaba, en silencio se marchó, caminando a paso lento, ignorando a toda presencia, lástima que consciente no era, el verdadero guerrero en su interior se encontraba combatiendo contra otra persona, su igual.
Pero la muchacha no sabía de tal cosa, permanecía ignorante por muchas obviedades, tras ver al guerrero alejarse de ella, se asustó. Era entendible, después de todo no era normal encontrarte con un Wendigo, un ser que come humanos con una inmensa y inacabable sed de venganza.
De manera inconsciente siguió al guerrero por si aparecía otra criatura poderosa, sin embargo, el guerrero ignoro eso con simpleza. Y así continuaron caminando por un largo rato.
– ¿Por qué me sigues? – cuestiono el guerrero por primera vez, causando que la chica se sorprendió de que hablara, ya pensaba que era mudo, pero al parecer estaba equivocada.
– No lo sé… puedo decir que era la primera persona que me encuentro tras huir de esa bestia por casi 24 horas…. Los demás ya sabes… – respondió en susurros, siendo escuchado por el guerrero.
En silencio, asintió. – ¿Había más personas, aparte de ti? –
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Editado: 18.10.2021