Siempre había odiado esa media cucharadita más. Mi padre, se empeñaba en añadir dulzura a la vida para solventar su ausencia. El aroma de los granos de café era tan delicioso como la tarde que se asomaba por los ventanales de mi salón. Sin embargo, el azúcar añadía un regusto de falsedad en el ambiente.
Mi móvil vibró sobre la mesa y mis ojos echaron un vistazo aunque me había prometido lo contrario. "Ana, ¿estás bien? Llámame pronto y lo hablamos" decía el mensaje de Lucas. No pude evitar sonreír al ver su preocupación, ni había salido todavía.
El creador de mi café entró en la habitación y se dirigió inmediatamente al ordenador para trabajar. Cómo era habitual en esta época de año, llevaba puesto su ceño fruncido y su mirada ausente.
No iba a permitir que sus suspiros de luto interrumpiesen el estado cómodo de mi mente. Sus ojos mostraban su falta de sueño y parecía que un pájaro había hecho un nido en su pelo. Esta fauna era algo habitual en él, y hacía que admirase muchísimo su fuerza.
—¿Cómo está mi niña mayor?— Preguntó, al darse cuenta de que le seguía con los ojos.
— En estado de negación.
—¿Tienes miedo de crecer? A mí me salieron todas estas canas al cumplir los 18— bromeó señalando su pelo y mirándome afectuosamente.
Siempre lograba sacarme una sonrisa, incluso, cuando él estaba mal.
— ¿Cómo estás tú?— le pregunté para intentar alargar la conversación pues no parecía tan triste
—Absuelto en un mundo de fantasía al que llamo "Sin nombre" pues cada vez que pienso en uno me olvido.
—¿No lo apuntas?
—Pierdo el papel, es extraño...
—Ahora salgo pero si se me ocurre un buen nombre te lo digo.
—Gracias, aveces creo que me quitarás el trabajo...¿A dónde vas? Me gustaría pasar esta noche contigo para poder despedirme de mi adolescente.
—¡No voy a desaparecer a medianoche!— Dije sin razonar.
Mi padre volvió a su estado neutro de ocultar lo que siente. No podría hacer otra cosa que hacer una burla parecida al incidente en su décimo aniversario, soy "brillante".
—Perdón, no he pensado lo que he soltado por la boca. Lo que quería decir es que no voy a cambiar de un día para otro sólo por haber cumplido la mayoría de edad, no volveré tarde.
—No te preocupes pero ten cuidado, que te traiga Lucas si puede, no me gusta que vayas sola.
—No creo que tenga problema— le respondí sonriente.
Me levanté, cogí mi móvil y me encaminé hacia la puerta, mientras que él, se despidió de mi y volvió a atarearse con su libro.
"¿Nos vemos en la pizzería del centro, y te cuento?" le escribí a Lucas a la vez que aceleraba el paso para cruzar la carretera. Como cualquier otra persona, me dediqué a caminar mirando el móvil contestando y enviando mensajes sin prestar atención a si me iban a atropellar o no.
"Okay, quedamos a la hora de cenar ¿no?" me contestó y le afirmé la presunción.
Entré en el parque, avancé hasta el banco en el que había quedado con mi novio y le saludé sin cariño. Era un hombre elegante, siempre vestía con marcas costosas que lo ayudaba a darse un aire de superioridad que tenía muy asumido.
—¿Sigues sin querer verme?¿Ni un abrazo?— me preguntó al ver mi dejadez.
—Alejandro, no es verte lo que me molesta— contesté cruzando los brazos para aparentar fuerte. Esta vez no iba a salirse con la suya pues estaba decidida a hacer lo que me hiciese feliz.
Se acercó lentamente y me rodeó la cintura con sus manos de forma brusca forzando mi cuerpo para que se pegase a su pecho y sus labios a los mios. El sabor del alcohol en su pegajosa saliva era repugnante. Mis manos le empujaron con toda mi fuerza para liberarme de aquella prisión.
— No me puedes decir que no te ha gustado—dijo vacilón.
—Discrepo, veo que me mentiste al decirme que habías cambiado.
—No puedes culpar a un hombre por besar a su novia.
— Cuando me has obligado a tragar tus babas he podido oler el alcohol en tu aliento. No te puedo tomar enserio si estás borracho al mediodía.
—Tú me sigues queriendo— dijo contento consigo mismo.
—No cambies de tema.
— Vale, da igual, vete con Lucas— desafió elevando su tono para dejar claro que eso es lo que precisamente no quería.
— Se acabó, no he venido aquí para escuchar otra cosa que no sea una disculpa. No me hagas perder el tiempo, cuando estés ebrio me planteo hablar sobre nosotros.
Me levanté del banco pero su mano agarró mi brazo y me hizo sentarme de nuevo.
—¡Te juro, como te vayas, te vas a quedar sola! Solo yo te quiero... —Me gritó amenazante engulléndome con sus ojos
— Tengo a Lucas y es mejor persona que tu. Aunque solo sea mi amigo, después de esto, le tengo mucho más aprecio a él, que a ti.