Los chicos buenos van al cielo pero, los chicos malos bajan el cielo para tí."
Aurora.
Me coloque a la par de Sor Caridad y trate de sonreir. Aunque más bien fue una mueca porque para nada me gustaba lo que la hermana Selenia decia.
-Grabiela esta postrada en cama hermana Caridad, y su último deseo es que una de nosotras la acompañe antes de partir de este mundo.
Ambas monjas colocaron sus ojos en mi. A lo que yo negue con al cabeza.
-Yo no puedo hermana. No quiero volver a esa casa.
Las dos monjas se atrevieron a sonreír.
-Hermana Aurora estoy segura que lo que sucedio esa noche fue una equivocación. Y que no volverá a pasar.
Si como no.
Estuve a punto de perder el control. Estuve a punto de pecar.
-No quiero volver a ese lugar madre, impongame un castigo por mi negación pero yo no volveré allí.
-Lo siento hermana pero usted es la única que puede ir con Grabiela.
No. No...
Su vuelvo a pisar esa casa ese hombre no descansara hasta verme destruida.
-Por favor madre, no me obligue a ir. Se lo pido.
-Lo lamento hermana pero usted es la indicada.
Me deje caer en la silla y varias lágrima salieron de mis ojos.
-Si coloco un pie fuera de este convento madre, estoy segura que no regresaré nunca más, aunque luche por mantenerme en el camino del señor.
-Si en tu destino esta no regresar, no lo harás. Porque los planes del señor son perfectos.
Sor Caridad limpió mis lagrimas y me dió una pequeña sonrisa.
-Sor Caridad. El señor Salvatierra vinó personalmente a buscar a la hermana Aurora.
No.
-Por favor madre, no me envíe a ese lugar. Se lo pido.
-Levantese Aurora.
Me negué a cumplír las palabras de la hermana Sor y esta golpeó mi hombro.
-Obedece Aurora. Obedece porque yo se lo que hago.
La hermana Selenia anunció la llegada de ese hombre y todos los vellos de mi cuerpo se erizaron.
-¿Ya decidieron quien me acompañará?
Su voz.
Esa voz profunda y oscura me hace sentir tantas cosas, de las cuales no tengo formas de describir.
Me obligué a no mirarlo porque no podre soportar la sonrisa de burla en sus labios.
Me niego a dejar que él haga lo que quiera conmigo.
-Señir Salvatierra ya hemos decidido quién acompañara a su madre hasta el día de su deseso. -Sor Caridad colocó sus manos en mis hombros. -La hermana Aurora lo acompañara hasta el último día de su madre.
Levante mi cabeza y mis ojos vieron la satisfacción que él sintió luego de escuchar estás palabras.
-Perfecto hermana
Le agradezco de todo corazón lo aue están haciendo por mi madre, no tengo con que pagarle.
Me coloque sobre mis pies y los ojos del hombre se colocaron en mi.
-Volver a verla es un placer para mi señorita.
El muy cínico extendió una de sus manos hacia mi y yo con mucho pesar la acepte.
-No puedo decir lo mismo señor.
-¡Aurora...!
Sor Caridad exclamó a lo que yo me encogí de hombros.
-Disculpela señor.
-No se preocupe hermana, que ella y yo tendremos todo el tiempo para llevarnos bien.
Esas palabras estan cargadas de doble sentido.
Eso es lo que me aterra.
Una vez resignada sali de la oficina de Sor Caridad y con gran pesar camine hacia la salida del monasterio.
Pero antes de que pudiera salir escuché la voz de mi amigo el sacerdote.
-Escuche que te marcharas Aurora.
-Tengo que irme Kurgan.
-Este lugar no sera lo mismo sin tí.
-Y yo no sere la misma sin presenciar tus bellas oraciones. -él hizo una mueca. -Gracias por estar cada vez que lo necesite Kurgan, gracias hermano por cuidarme y guiarme por el camino del bien.
-En cuanto pueda ire a visitarte, hermana mía.
Trate de sonreir pero lo que logre fue hacer una mueca.
-¿Interrumpo algo?
Escuché la voz de ese hombre detras de mi y no me quedo de otra que suspirar.
-Para nada señor.
El hombre observó a Kurgan y tras escanearlo sonrió cínicamente.
-Es hora de marcharnos hermana.
Llego el momento que más temo. Llego la hora de marcharme de este lugar.
-Tu equipaje ya esta en el auto del señor Aurora.
Y yo que pensaba demorarme una hora preparando la valija.
-Vamos -el hombre inquiri estas palabras para después abrir la puerta.
Tragué saliva a después de colocar mis pies fuera del monasterio.
Siento que tras salir de aquí nada sera lo mismo.
Y esto lo confirmo el hombre luego de salir del lugar.
-Bienvenida sea al pecado señorita Aurora.
Cerre los ojos con fuerza y negué con la cabeza.
-Ya te tengo entre mis manos y no te dejare hasta que seas tan puta como todas las mujeres a las que pervierto. Caiste en las garras del maximo pecador. Caiste en las garras del pecado monja de mierda.
¿Dios, qué será de mi?
Kim C 💚
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Editado: 12.12.2024