El Héroe Negativo.

La Bendición del Fuego, Parte 1.

Las miradas hacia el suelo, yendo juntos, pero en cierta forma, separados. Sus formas de pensar son, después de todo, distintas. Cada uno enfrenta la muerte a su manera.
Por una parte, una pequeña niña que apenas sabe sobre la vida no está realmente afectada por demasiado tiempo, sus sentimientos tienen otras cosas con las que distraerse, o en las que preocuparse, como puede ser su padre adoptivo quien, viviendo de la forma en la que ha vivido, que la última de sus pérdidas ocurrió en su adolescencia en una vida pasada, ya no sabe cómo confrontar su impotencia, y siendo lo poco expresivo que siempre ha sido, lo único visible de su dolor es la Espada de filo negro que se mantiene constantemente en su mano derecha, conteniendo todo su odio, mientras que con su otra mano, la sostiene a ella.
Por otra parte, Ozcar, como siempre ha sido, se guarda su rencor para él mismo. Hace bastante dejó de preguntarse el por qué los demás no hicieron nada, para él, la culpa siempre será suya, sin excepción. Su desconfianza con las personas no se ha desvanecido, e incluso con lo último que ha ocurrido, ve que ni siquiera puede confiar en sus amigos, ni en sí mismo. Su mirada está caída, se tambalea al caminar, las ojeras se han afianzado con un color grisáceo, mientras sus ojos están rojizos de tanto llorar por alguien que a penas pudo conocer.
Y por último, Pazuzu, la persona que más conoció al asesino, que es incapaz de comprender por qué ocurrió lo que ocurrió, por qué estaban donde estaban, ni qué será lo que les espera. Hay algo en su naturaleza demoníaca que le impide caer en la tristeza, no puede llorar del todo, nada sale. Sin embargo, siente un revuelto en el estómago, que le impide caminar normalmente. Un dolor de cabeza incomparable. Un cansancio indescriptible.
Llegado a cierto momento, Pazuzu pierde el equilibrio y Ozcar la socorre.

«¿Que ocurre?». Pregunta Ozcar, mientras la ayuda a levantarse. «¿Estás bien?».
«N-no... no me siento bien». Dice Pazuzu, mientras ve como Orutra y Shivy la miran con preocupación. «Pero no se preocupen por mí, sigamos adelante».

A pesar de sus palabras, Pazuzu claramente no estaba bien. Ella se adelanta un poco. Su piel se estaba poniendo pálida, blanca como la nieve, siente frío, sus brazos y piernas tiemblan.

Ozcar se adelanta hasta alcanzarla y le habla en voz baja. «¿Necesitas que te cure?».
«No... no estoy segura». Dice con voz seca y entre suspiros.
«Ya veo... yo también me he estado poniendo pálido y siento mareos desde hace un rato». Tal parece que Ozcar ha notado algo.
«¿A qué te refieres?». Pregunta Pazuzu, levantando ligeramente una agotada mirada.
«Sólo es una teoría, pero...». Ozcar lleva su mano derecha hasta su mentón, bajando la voz, intentando que alguien no pueda oírlo. «Creo que lo que estamos sintiendo no es solamente por la pérdida de Ramosend y Legostone... creo que es cosa de...». Ozcar se voltea y mira de reojo a Orutra, sin dejar de caminar.
Pazuzu hace lo mismo. «¿La Espada Negativa...?».
«Sí... Ya tenía mis teorías sobre el por qué había estado escondida en una Mazmorra, o el por qué tiene la necesidad de desaparecer... Además, teniendo en cuenta que la Espada siempre desaparecía rápidamente, creo que había una razón». Dice, entrecerrando los ojos, intentando alcanzar una respuesta que solo su creador podía tener. 
«'El portador debe ser tan Negativo como el arma'... ¿Es algo de eso...?». Intenta concluir la cansada joven, haciendo todos sus esfuerzos para recordar lo poco que saben de la no-arma.
«Todo se mantiene dentro de la línea de la teoría, pero creo que... es un hecho que exponernos a la Espada Negativa nos ha afectado de alguna forma y, habiendo sido creada con el propósito de eliminar al Rey Demonio, puedo imaginar que tiene un mayor efecto sobre su raza».

Una vez más, Pazuzu dirige su mirada hacia Orutra.
Orutra tiene un vacío en la mirada, sus ojos no tienen brillo, su cuerpo se mueve casi por instinto, se ve como un muerto en vida.
Esto ayuda a Pazuzu a corroborar la teoría de Ozcar que, quizás, de alguna forma, la exposición constante a la Espada les afecta mental y físicamente. Sin embargo, también, puede ver que Shivy está en perfecto estado, no hay un malestar claro, ¿sería realmente algo de raza?

«¿Ocurre algo?». Pregunta Orutra por sorpresa, al notar que Pazuzu los miraba casi fijamente.
Pazuzu levanta la mirada, viéndolo hacia arriba y él mirándola hacia abajo, con cierta angustia. «Te... Te lo diré después...». Dice con voz seca y retomando su camino, mientras Ozcar entrecruza su brazo con el de ella para ayudarla a mantener el equilibrio. Y todo para, al final, susurrarse a sí misma: «De todas las cosas que puedo odiar... odio cuando la gente mira a otros así. En especial si viene de alguien como él»

"Que extraño, ella no suele tener esa clase de mirada...". Piensa Orutra mientras entrecierra sus ojos con sospecha. "Ella suele ser brillante y activa, pero ahora... se ve tan apagada... y esto pesa tanto...". Orutra mira a la Espada Negativa con disgusto y cansancio. Aparentemente, la no-arma es más pesada de lo usual. Con ello entre sus pensamientos, dirige su mirada a su hija, llenándose, de alguna forma, de determinación, acelerando el paso y adelantándose a sus compañeros.

«No podemos estar tan lejos». Dice Orutra con voz cansada. «Con un poco de suerte, aún tenemos tres días enteros. Hay que encontrar el Tártaro ahora o nunca».
«Ridículo». Puede oírse una voz masculina atravesando la profundidad del Valle. Una voz conocida, cuanto menos, y que esperaban no volver a oír. «Un líder que suda sin siquiera realizar un esfuerzo, no merece su lugar».
El equipo se reagrupa, pegándose espalda con espalda y cubriendo a la niña.
«¿Wes... Westadrin?». Dice Ozcar, sin dudas en su mente, pues ha podido sentir su Magia.



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En el texto hay: fantasia, comedia, aventura

Editado: 13.01.2021

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