Un ciclo, eventos que se repiten, destinos que chocan y se disipan, como dos partículas subatómicas que se cruzaron en un evento de alteración única. Son las reglas de un mundo que buscamos entender. Al final todo llevó a la devastación, caos y destrucción, pero ¿Qué es el caos? Desde nuestra percepción puede que el orden no exista, puede que todo parezca aleatorio y al azar. Pero todo está donde debe estar… Al final el orden siempre estuvo ahí, el ciclo nunca se había detenido.
Incluso muchos años después de la devastación, la humanidad encontraba su rumbo una vez más.
Un nuevo ciclo. Otro día cerca de una zona devastada, en aquel lugar surgió una nueva sociedad de colonos y oportunistas. Aquellos que buscaban cómo sobrevivir aprovechando las cosas del viejo mundo. Lo poco que podía valer en el nuevo mundo. Para una persona el ciclo se repetía, de forma sutil, anunciando un nuevo día.
Hunter abrió sus ojos. Era como si todo este tiempo hubiera estado fingiendo su sueño. Apenas había dormido, apenas despierto…
Era muy temprano en la mañana, aún faltaban unos minutos para el amanecer. La brisa fría de la mañana era suficiente como para mantener las ventanas húmedas. La mayoría del tiempo era así, cerca de las tierras destruidas por la guerra. El tren pasaba en la distancia anunciando el nuevo día.
Aunque pueda parecerlo, no todo es malo para el jovencito llamado Hunter. Vive con su mamá y hermano. Además, tiene familia viviendo en la misma zona.
Hunter salía todas las mañanas muy temprano. Su mamá a veces conseguía algo de harina de maíz y con eso desayunaba… a veces, siempre con un gran vaso de agua que había sido hervida.
Como él, muchos salían de sus humildes hogares a trabajar. Cómo él muchos niños trabajan en lugar de sus padres. En el caso de Hunter su mamá no podía trabajar. Siendo hijo mayor y su única familia cercana que le importaba, debía soportar dicha responsabilidad. Por muy simple que fuera, Hunter de verdad disfrutaba ver el amanecer rumbo a las tierras donde trabajaba buscando materiales. Caminar lo llenaba de paz, sobre todo en la mañana, extraña paz reconfortante que lo hacía olvidar de dónde venía y hacia dónde se dirigía. Solo por un momento.
Hunter siguió caminando como siempre, dejando atrás poco a poco la sensación de frío.
Hunter tenía zapatos que no parecían hacer par y medias muy desgastadas. Su único pantalón se había comenzado a romper en la entrepierna por el desgaste, necesitaba ya otro parche. Era la ropa vieja y los grandes zapatos dejados por su padre. Era una suerte que sus pies no sean tan pequeños y los de su padre no fueran tan grandes.
Para él toda la situación era normal, esa era su realidad. Su mirada estaba perdida mientras veía el camino a sus pies. Cuando caminaba por la calle no pensaba en todas las cosas, él solo pensaba en que quizás, solo quizás hoy tendría mejor suerte que ayer. Quizás hoy podría encontrar suficientes materiales para vender a un almacén de reciclaje.
Mucha gente también regresaba. Venían de escarbar en las tierras devastadas. Hace unos años la zona fue declarada segura pero no habitable. Con eso muchas personas fueron a buscar oportunidades. Incluyendo a la familia de Hunter, muchos de ellos fueron quienes murieron en los primeros dos años. La mamá de Hunter se vio afectada en gran medida y sobrevivió, ahora solo puede permanecer en la casa sin moverse mucho. Ella simplemente no puede hacerlo.
Entre el tumulto de personas que van a trabajar, el muchacho no parecía entender el por qué había cada vez menos gente que salía. El tumulto era en realidad un poco menos denso que hace algunas semanas. Las personas sabían del riesgo, aún si continuaban.
Un hecho importante, los más jóvenes parecían ser más resistentes a los efectos de los residuos de la guerra y la devastación de las tierras antes restringidas.
De repente una fuerte sirena sonó, todos tapaban sus oídos. Todo eso hacía parte de la rutina. Todos los días, cada tres horas. Saliendo al lugar de labores se escuchaba más fuerte que en su hogar.
A Hunter le irritaba un poco, justo cuando estaba sumido en un trance por el pacífico amanecer, fue perturbado una vez más, como todos los días por ese fuerte y molesto sonido. Él no era el único, todos se sentían ahora irritados y chocaban entre sí sin ningún reparo por los demás. Ya era suficiente con el hambre presente en sus preocupaciones, ahora debían soportar mucho más.
La jornada había comenzado.
Hunter llevó también una mochila vieja con muchos parches. Se introdujo en las tierras devastadas y comenzó a buscar materiales en un lugar que había llamado su atención hace dos días. Por suerte nadie más parecía interesado en ir a ese lugar. Sin duda era un lugar que había sido revisado por otros de forma profunda sin obtener suerte.
Hunter no tenía muchas expectativas tampoco, pero no podía dejar de estar interesado.
—¡Oye! —gritó una persona. —¡Tú! ¡No vayas a ese lugar, está limpio ya!
Hunter ignoró a esa persona y siguió con su camino sin detenerse, se alejó rápido continuando hacia su destino. Él tenía las cejas fruncidas, no le gustaba que la gente extraña le diera órdenes. Él esperaba encontrar algo, pero no sabía qué. Cualquier cosa podría ayudar a que él, su mamá y pequeño hermano pudieran sobrevivir un poco más.
Por un momento Hunter sintió una pequeña risita y volvió a girar, pero no había nadie cerca. Aunque le pareció extraño siguió su camino.
Llegó al lugar que había planeado sin más contratiempos, luego comenzó a buscar. Miró algunos escombros que eran muy pesados para levantar por sí mismo, así que sacó un tubo de metal que usaba muchas veces de palanca. También tenía unas pinzas y una pala bastante pequeña, lo suficiente para poder llevarla en su mochila.
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supervivencia y poderes, un mundo decadente, autoridad religiosa
Editado: 27.05.2022