A L Y S A
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Helen dormía con un paño húmedo en su frente. Tenía las manos apoyadas en su pecho y desde donde yo me encontraba se la veía muy pálida... como si estuviera muerta.
– ¡por Zeus! Helen no te vayas – entró tirándome a un costado, llorando despertó a Helen que se asustó cuando el peso de Damián cayó sobre ella.
– estoy viva Damián todavía me tendrás que aguantar – hablo la platinada sentándose mejor en la cama. Se la veía un poco mejor de cuando me tuve que ir hoy.
– disculpen – los tres miramos hacia la puerta donde estaba el príncipe Apolión mirándonos a todos con seriedad. – necesito hablar con Alysa ¿la puedo robar un rato? – enseguida las miradas pasaron a mí, estaba un poco confundida que quería hablar Apolión conmigo. A menos que... no puede saber eso si no deje huellas. Salimos de la habitación en silencio el continuo el camino hasta las escaleras donde cada paso que daba parecía uno más hacia mi tortura. Caminé detrás de él pensando en la cantidad de cosas malas que les hice a las Omegas y no me arrepiento de nada. Apolión no me hablaba tan solo continuaba caminado hasta que salimos fuera de la casa y freno justo frente al rosal donde los colores negros de los pétalos de las rosas resaltan.
– ¿qué pasa? – junte todo el valor que tengo pensando en los problemas que pude a verme metido esta semana. Sigo pensando que no me eh metido en ningún lío, por ahora.
– yo y Diana vamos a intentar salir sin etiquetas sólo yo y ella. Pero necesito ayuda para no arruinar esto no creo que sea lo mejor que nosotros estemos juntos. – se dejó caer en el suelo dejando mis palabras atoradas en mi garganta. Odio admitirlo, pero Apolión se parece mucho a mi hermano cuando intento alejarse de Aileen y ahora están casados.
– escucha te diré lo que le dije a Damián cuando estaba en tu misma situación – mire al cielo y suspire – be por la chica, olvídate de que estamos los demás sólo intenta hacerla feliz – mis piernas son golpeadas por el príncipe del inframundo y terminó mirando el cielo desde el suelo. Eso sí que dolió.
– no sé si pueda Alysa me entregue a dos personas y que hicieron ¿dime?
– te rompieron el corazón – respondí su pregunta analizando mis palabras. – se lo que se siente – cerré los ojos recordando cuando era una pequeña niña viendo por la ventana de mi casa a los otros niños jugar. Le pedí a mi papá que me dejara salir, pero él se negó diciéndome que me harían daño cuando él era el único que lo hacía. Iba rompiendo mi corazón para llenarlo de espinas y cercas eléctricas. Antes tenía un corazón púrpura, ahora sólo tengo un corazón roto unido por espinas.
– entonces ¿qué hago? – pregunto sacándome de mis pensamientos.
– deja de tener miedo y compórtate como el príncipe del inframundo que eres Apolión ya estás bastante mayorcito para saber que hacer – me puse de pie con algo de dificultad me duele el trasero y la espalda por el golpe. Ya parezco una anciana.
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Negué con la cabeza ese conjunto es espantoso como puede tener esa camisa en su ropero. Le entregue una camisa negra que había escogido de su ropero y un jean azul oscuro. Este tiene que ser el conjunto ganador sino tendré que asaltar el armario de Artemis. Apolión se fue de nuevo al baño a cambiarse y me dejó tiempo para husmear en sus cosas. Cuanto más lo conozca mejor sabré como ayudarlo con Diana. No entiendo para que tiene una bola mágica de decisiones.
– ¿soy buena novia? – agite la bola mágica esperando respuesta.
Es posible.
Sólo es posible, estúpida bola mágica. La arrojó encima de la cama y esta rueda cayendo al suelo. Bufo y me agachó a buscar el estúpido juguete que rodo debajo de la cama. Con algo de dificultad logró meterme debajo de la cama y me duelen las tetas por tanto arrástrame en el suelo. La infernal bola mágica está a un lado de una caja negra, tomo primero la bola, pero algo en la caja me llama a abrirla. La tomo arrastrándome hacia atrás para salir. Dejo la bola sobre la cama y observó la caja con detenimiento. Es de color negro y tiene algunas fotos pegadas fuera donde aparece Apolión y Diana. Abro la caja viendo muchas fotos, una púa de guitarra y un sobre sellado.
– no deberías estar viendo eso – salto en el suelo logrando que algunas fotos de la caja salten cayendo al suelo. Miró al responsable de semejante susto y me encuentro con Damián cruzado de brazos mirándome desde la puerta.
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Editado: 17.04.2021