Un profundo silencio cayó sobre ambos.
— Quieres irte ¿Verdad? — Paolo miró desesperado al otro.
— ¿Porque dices eso? — preguntó curioso Green.
— Yo si soy un monstruo, no por mi aspecto, soy un asesino, nunca me importó quienes compraban mis inventos, maté tantos, no solo los del incendio, millones murieron por mi culpa.
Ahora el de piel verde entendió por qué a veces lo escuchaba sollozar en las noches.
— Jamás me alejaré de ti, eres una buena persona, te conté mi historia con esa pareja, tampoco soy un ser puro. Jamás podría dejarte, de verdad te quiero mucho.
Los ojos del otro se iluminaron, y le sonrió feliz.
— Yo ya no podría vivir sin ti, gracias — lo abrazó y por primera vez desde que dejó el hospital, el ermitaño lloró sin contenerse, sentía que toda esa angustia y desesperación que tenía se fue por fin, alguien más sabía que había pasado y no lo rechazaba.
— Tranquilo Paolo, todo irá bien.
Cuando se separaron el humano miró al otro de forma extraña, pareció que iba a acercar sus caras, pero al final se separó, y le dio la espalda, por suerte el otro no se dio cuenta de lo que casi pasó.
— A pesar de todo eres un ser inocente, me gusta que seas así. Gracias Green, tu presencia ha sido muy buena para mí.
— Y la tuya para mí — le dio vuelta y le limpió las lágrimas a su amigo, ahora ambos sonrieron — vamos mejor a descansar. Ya es tarde.
Unos años después el joven siguió comunicándose con el hijo de Kakattsu, y le pidió convencer a su padre para que lo acompañará en su boda.
— No iré, es definitivo.
— Es tu hijo ¿No le darás esa alegría?
— Mírame, soy un monstruo, él no necesita gente como yo en su día tan especial.
— Si no quieres te llevaré — lo abrazo desde la espalda y voló al lugar del enlace.
— No por favor, déjame, eres un demonio de verdad — gritó con furia Paolo — te odio maldito infeliz, quieres que todos me vean como a ti, que huyan al ver el horrible ser que soy, no quieres ser el único que aleja a los demás de su lado.
A pesar que todo eso le dolió mucho, Green estaba decidido a cumplir su misión, justo llegaron al lugar cuando la novia entró a la Iglesia, se quedaron en silencio sobre el lugar, mirando todo desde una ventana, vieron toda la ceremonia, cuando los recién casados iban dejando el lugar el joven miró a la ventana, al ver a su padre su cara se iluminó, cuando se dieron vuelta para irse el hijo del químico le dijo gracias en un susurro al amigo de su padre.
Cuando volvieron a la cueva estuvieron mucho rato sentados, callados.
— Gracias — le sonrió Paolo al fin, sinceramente — disculpa por todo lo que dije.
— Entiendo porque lo hiciste, tranquilo — se abrazaron, cuando se separaron el hombre de los vendajes le dio un beso en la mejilla, el otro no le dio mayor importancia — mejor durmamos, mañana iremos de cacería.
— Hasta mañana Green. Te quiero mucho.
— Y yo a ti amigo.
Luego de acomodarse se quedaron dormidos, contentos con la compañía del otro.
Por fin el hombre de piel verde era feliz, y estaba en paz, ayudó mucho al ermitaño cuando esté empezó a envejecer, los dolores de sus quemaduras se volvieron más intensos, lo único que lo calmaba era sumergirse en unas aguas termales cercanas, el hijo de Kakattsu lo llevaba todos los días, se quedaban al menos 6 horas en el agua, luego lo llevaba a la cueva, cazaba para él, trataba y vendía las pieles de los animales, le cocinaba y lo cuidaba, pero inevitablemente con los años el final del otro estaba llegando.
— Gracias por todo, podrías haber hecho tu vida en vez de cargar con este monstruo — sonrió triste Paolo.
— Que dices, eres el único que me ayudó desinteresadamente.
— No tan desinteresado — confesó mirando el techo.
— ¿Qué quieres decir? — preguntó curioso Green.
— Es que yo te... desde el primer momento que te vi... te quiero mucho, me di cuenta de lo atormentado de tu corazón, te ayude y me diste el calor humano que me faltaba para darme cuenta que también tengo algo de bondad todavía en mí.
— Siempre fuiste bueno — le sonrió y le acarició la cara con su mano.
— Vamos a descansar, fue un largo día.
Pero ya la salud para el hombre de las vendas empeoró mucho, Green quería llevarlo a un hospital y mandar a buscar a su hijo, para estuviera con él en sus últimos momentos.
— No, quiero morir aquí, no en un frío cuarto, cuando muera si quieres le avisas, pero me gustaría quedarme para la eternidad en este lugar, donde fuimos tan felices.
— Se lo diré, sé que aceptará ¿Le tienes miedo a la muerte?
— Para nada, mi abuelita me contaba del otro mundo, será interesante, ella me contaba la leyenda que en una parte del mundo, gente como tú, de buen corazón y con una fuerza inmensa iban a una torre muy alta, que se debe escalar y con cuidado porque los vientos te pueden botar, luego de días llegas a un lugar donde debes pasar las pruebas que te pone un maestro, si logras pasarlo, puedes subir a un lugar llamado el Templo Sagrado, allí vive el dios de la Tierra, y puedes convertirte en su aprendiz, con el tiempo el alumno se convertiría en el nuevo dios, siento que esa es tu misión en este mundo. Solo me da pena dejarte solo, no quisiste hacerte de más amigos.
— Solo tú me entendiste totalmente.
— Acércate — le dio un beso en la mejilla — si pudiera haberte hecho entender mis verdaderos sentimientos... las cosas se dieron así, fue lo mejor... adiós am... — y murió tranquilamente.
Inmediatamente Green le avisó al hijo del recién fallecido, quien siguiendo su petición lo enterró en el lugar.
— Gracias por cuidarlo, y protegerlo ¿Que hará ahora, seguirá viviendo acá?
— No, creo que iré a buscar un lugar del que me contó tu padre.
Fue viajando y preguntando con las indicaciones que le dio su amigo, hasta que encontró la torre protegida por un indígena, que al sentir su buen corazón le contó más cosas de las que hallaría al final de esa columna.
Editado: 24.04.2020