El Hijo del Rey

Capítulo 5 .1˜ ¿TE ATREVES a desobedecerme?

AALIS

 

Haber visto a Theo apresuradamente ir hacia el carruaje para huir con una persona, me confirmó que todavía no estaba corrompido por la influencia de su padre. Mi madre me dijo que esa persona probablemente era un preso que iba a ser sacrificado en el día hoy por la ropa que llevaba, y que a pesar de que el rey anunciara que la obligación del príncipe era que matarlo, simplemente se había negado rotundamente. En el fondo, me alegraba saber que no cumpliría unas normas que carecían de sentido, no obstante, estaba también muy preocupada puesto que todos sabíamos lo peligroso que era desobedecer al rey.

 

Me sentía muy culpable de todos estos acontecimientos, quizás si lo hubiera sabido desde el principio, habría intentado rogarle al rey para que no le pidiera algo así. Absolutamente todo el pueblo sabíamos lo que iba a pasar el día de hoy y yo hipócritamente intentaba convencerle de que su cumpleaños tenía que ser un día único y feliz para él, cuando todo esto iba a suceder y estaba planeado desde hacía mucho tiempo. Tuve tantas oportunidades para poder decírselo y no me atreví, me no merecía su amistad después de todo.

 

Un rato después, tal y como había presentido mi abuela, el rey de Creciria llamó a la puerta bastante enfadado, a lo que mi abuelo le abrió cuidadosamente, esperando sus órdenes mientras que mi abuela me llevaba a la habitación y se quedaba conmigo.

 

- ¿Dónde está el carro? -escuchaba sus gritos.

-Se fue… el príncipe Theo con él -musitaba mi madre.

- ¿Había algún soldado cerca? ¿Intentasteis detenerlo? -interrogaba molesto.

-No había ninguno y pasó todo tan deprisa que no nos dio tiempo a reaccionar -continuaba mi abuelo con su apaciguadora voz.

- ¿Dónde fue? – continuaba cada vez más furioso.

-No lo sabemos, solo que iban en dirección al bosque – fue lo último que pude oír.

 

Mi abuela había cerrado la puerta y me había llevado a la cama mientras me abrazaba cálidamente, estaba temblando. Era normal, cualquier persona estaría asustada de tener al rey en su casa, incluso un adulto. No podía evitar molestarme, no solo le había ocultado este secreto, sino que encima le estábamos traicionando.

 

-Quiero seguir sabiendo lo que dice -le pedí tristemente.

-No Aalis -me ordenó alterada- No sabemos de lo que puede ser capaz de hacer, es mejor que no sepas el castigo que puede recibir el príncipe.

-Y si sabéis eso, ¿Por qué estáis ayudándole a llegar a él? – le pregunté enfadada.

-No hay nada que hacer, tu amigo lo hizo sabiendo las consecuencias – me cortó – y no puedo permitir que sigas escuchando, podría escuchar lo que estamos cuchicheando y se terminaría dando cuenta de que ya os conocéis. Y créeme, no quieres saber lo que te podría pasar.

-No hice nada malo. ¿Qué es lo peor que podría hacerme? – le pregunté intrigada.

-Matarte -me declaró de forma tan directa que sentí que el cuerpo me temblaba – Dime cariño, si a su propio hijo está dispuesto a obligarlo a quemar a una persona viva, ¿Qué crees que le puede hacer a alguien que no es cercano a él?

 

Lo suponía, realmente Theo siempre intentaba que mantuviéramos la amistad en secreto, y me contaba que no podía tener amigos. Todos sabíamos cómo era el rey de Creciria, incluso aunque Theo no me lo dijera, estaba convencida de que recibía malos tratos por su culpa. Simplemente me asustó un poco ver a mi abuela tan seria, no solía ponerse así conmigo nunca. Cada vez entendía mejor el comportamiento de Theo y me producía más rabia esta situación, además de que no podía hacer nada, ni protegerlo, ni cuidarlo.

 

En ese instante el rey entró a la habitación junto con la dueña de la carnicería, mi madre y mi abuela. Su majestad estuvo escrutándome un rato, como si intentara analizarme y en ese momento llamó a alguien que todos conocíamos.

 

-Marcus, ¿Es esta niña? – le llamó satisfecho.

-Así es, rey Joaquín – aseguraba satisfecho – Conozco muy bien al príncipe Theo gracias a sus clases militares que le imparto. Esta niña sería completamente de su agrado.

-Oye, ¿Cómo te llamas? -me preguntó sin ganas de perder el tiempo.

-Aalis -contesté muy nerviosa mientras Marcus nos observaba.

-Mm… -sonrió algo pensativo- Sí, es una niña muy linda, supongo que tienes razón, Marcus.

-Como en todo lo que digo y hago – respondió con muy poca humildad.

-Bien, ya he decidido el castigo del príncipe -y me agarró del brazo con tanta fuerza que me lastimó un poco -Ven conmigo.

 

El rey me llevó a la entrada y ordenó que acercaran un cuchillo a las gargantas de mi familia. Aguanté mis impulsos de chillar asustada, aunque mi mirada probablemente lo decía todo. El rey sonrió maliciosamente mientras me susurraba al oído su plan, no podía creer lo que estaba dispuesto a hacerle.



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En el texto hay: pacto, dragones, medieval

Editado: 01.04.2024

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