Entro y cierro la puerta detrás de mí rápidamente. Mi corazón cada vez parece ir más rápido ¿Por qué? Es la pregunta que me hago una y otra vez, ¿Qué hice mal? Todo a mi alrededor se encuentra a oscuras, aunque logro ver un poco ya que las luces de la cuidad entran por el gran ventanal que hay en mi apartamento.
Vivo solo en un apartamento en Tokio, Japón. Mi cabello es castaño, y mis ojos oscuros, mis labios son finos, soy delgado y algo alto. Decidí abandonar la casa de mis padres a los dieciocho años, edad que tengo actualmente, básicamehnte me fui de ella hace unos pocos meses. Había concluido tener este apartamento para independizarme y tener un lugar en el cual vivir con mi novia, bueno, mi ex.
Las mismas preguntas de antes se siguen repitiendo en mi cabeza, parecen no parar, se repiten una y otra vez, atormentándome. Acababa de ir a ver a la persona de la cual estoy perdidamente enamorado, y ella de mí, bueno… al menos eso creía. A penas llegué al lugar ella me dijo algo que no me esperaba, me había agarrado completamente desprevenido.
«—Lo siento, pero yo… no puedo seguir con esto —Pronunció, todo mi alrededor dio vueltas. Nos encontrábamos en la plaza en la cual siempre nos veíamos, era especial para nosotros aquel lugar—. Yo… quiero terminar contigo Takeshi.
—¿Qué? ¿Por qué? —Pregunté levantándome del banco del cual ambos estábamos sentados, lo único que había en mi cabeza era confusión, nos veíamos bien, estábamos bien.
—Conocí a alguien… —Dijo levantándose ella también para quedar cara a cara, suspiró avergonzada y miró al suelo—. Hace unas semanas… él me hace sentir bien.
—¿Y yo no? —Pregunté con enojo, las lágrimas se aproximaban en mis ojos, no quería llorar enfrente de ella, pero enserio sentía que la relación estaba en su mejor momento, y la quería tanto.
—Sí, pero… entendí que yo a él lo amo, es algo mucho más fuerte de lo que siento por ti, lo siento, enserio, Takeshi, lo siento —Pidió perdón, sin más giró sobre sus talones y se fue, dejándome allí, solo. Por alguna razón que desconozco no la seguí, algo muy dentro de mí me decía que no debía hacerlo, la dejé ir.»
Recuesto mi cabeza contra la puerta y me quedo unos segundos allí, pensante. Luego de unos minutos decido que lo mejor es ir hacia mi habitación, no obstante antes de ir cierro la puerta del apartamento con llave.
Una de las mejores cosas de vivir solo es que no tienes que responderle a nadie las clásicas preguntas: ¿Dónde estabas? ¿Por qué llegas tan tarde? Y en mi caso ¿Por qué estas llorando? ¿Pasó algo?
Recuesto mi cabeza en la almohada cuando llego al dormitorio, la mayoría de la sala sigue a oscuras, no obstante, en mi dormitorio no tanto, ya que el ventanal que tengo deja ver las luces de la ciudad de Tokio, aunque no le doy tanta atención a eso. Me levanto luego de unos minutos cuando veo que el sueño no llega, suspiro y camino hacia el armario, agarro mi ropa para dormir que consiste en una remera negra y un short, voy hacia el baño que me queda justo al salir de mi habitación por una de las puertas del pasillo del apartamento.
Me cambio y me veo al espejo, mis ojos siguen un poco llorosos, veo una lágrima recorrer mi mejilla y rápidamente la saco con las yemas de mis dedos. No puedo llorar, esa persona no vale ninguna de mis lágrimas. Lo que más siento es enojo, porque yo enserio la quería, bueno, la quiero… pero según lo que ella dijo conoció a otra persona hace semanas, eso quiere decir que posiblemente pudo haber pasado algo con esa persona mientras estaba conmigo.
La idea de que eso haya pasado aumenta mi enojo, pero intento tranquilizarme repitiéndome una y otra vez que no lo vale. Usaba esa técnica cuando me hacían bullying en la primaria, hace unos años, por ser delgado, siempre buscaban algún defecto para criticarte e insultarte por él.
Salgo del baño y camino nuevamente por el pasillo hasta mi habitación, esta vez más decidido a dormir que anteriormente. Recuesto mi cabeza en la almohada y lo único que logro es que la misma escena de ella diciéndome eso se repita, por lo que bufo.
—Amor de verdad, si tan solo existiera ese amor muéstramelo de una vez — Dije con fastidio, no sabía que eso iba a lograr un gran cambio en mi vida, uno que sin dudas provocaría que ya no fuera a ser el mismo de antes. No pensé en las consecuencias que podrían traer aquellas simples palabras.
Por fin comencé esta historia que planeé hacer el Lunes, estoy muy feliz por como quedará y la reflexión que trae.
Una persona me dijo que las mejores historias son las que dejan una reflexión, y algo así fue como se me ocurrió esta. Muchas gracias a esa persona por cierto.