—Una fiesta —Dijo Hiroshi, suspiro mientras veo la sonrisa en el rostro de Natsuki.
—Una fiesta… —Repito, dudo bastante en responder, la verdad es que no me apetencia para nada.
—Vamos, por favor—Pidió mi mejor amiga, vuelvo a suspirar.
Nos encontramos en la cafetería, Natsuki estaba sentada delante de mí al igual que Hiroshi, ambos llevaban unos minutos intentando convencerme de ir a aquella fiesta. El chico de cabello rubio fue quien tuvo la idea, ya que según él no quería ir solo a la fiesta de cumpleaños de un familiar suyo.
—Por favor —Pidió de nuevo, miro primero a él y luego a Natsuki quien estaba con ambas manos unidas en forma de plegaria.
—Acepto —Respondo volviendo a suspirar, Natsuki pega un grito de felicidad ganándose algunas miradas de los empleados de la cafetería.
—Lo siento —Pidió Natsuki, haciendo que las personas dejaran de mirarla y continuaran con su trabajo—. Qué bueno que aceptaste, hoy es noche de fiesta.
Las clases habían terminado, y tanto yo como Natsuki nos íbamos a ir, pero Hiroshi nos frenó en el camino diciendo que tenía que hablar con nosotros de algo importante, obviamente no teníamos la mínima idea de qué se trataba. Cuando nos contó que era por una fiesta me rehusé lo bastante, pero allí estaba, diciendo que sí porque mi mejor amiga quería que vaya.
—Bueno, me tengo que ir, nos vemos a la noche —Hiroshi se levantó con una sonrisa en su rostro y salió del lugar.
Los siguientes en salir fuimos yo y Natsuki, la acompañé donde siempre la pasa a buscar su padre. Esperamos alrededor de quince minutos hasta que vimos el vehículo negro de su padre acercándose, ella se despidió al igual que él y se fueron. Yo por mi parte caminé hacia el lugar en donde me tomo el autobús.
Al llegar a mi casa suspiro mientras cierro la puerta, no soy una persona de fiestas, e ir a una me pone un poco nervioso. Miro el cuadro que está en la sala, me había olvidado unos minutos de él. Ya había pintado antes, pero esa pintura era diferente, yo la sentía diferente, para mí era especial, aunque no sabía por qué.
Camino hacia la cocina y abro la nevera, es hora de la merienda. Paso la mayoría del día en aquel instituto, por eso salgo de tarde, igualmente sirve para despejar la mente de todo lo demás, aunque si hubo algo que no pude despejar, es aquella pintura.
—¿Qué es lo que tienes que no puedes salir de mi cabeza? —Pregunté mirándola, aunque sabía que no me iba a responder.
Aunque muy dentro de mí sabía que se trataba de aquel chico, pero ¿Por qué? Tal vez era porque lo sentía familiar o por el simple hecho de que me llame un poco la atención, bueno, la verdad es que me llama mucho la atención para ser un simple personaje ficticio de mi imaginación.
Ignoro el simple hecho de no poder parar de pensar en la pintura y camino hacia mi habitación, al entrar, abro mi armario y busco una camisa negra, un pantalón de jean, y unos zapatos. Me dirijo al baño con todo en las manos y entro al mismo, dejo las cosas en el lavamanos, me desvisto e ingreso a la ducha. Cuando siento el agua caer suspiro, todo lo que está sucediendo era bastante exhausto.
No tenía idea de que solo era el comienzo.
Al terminar de bañarme, me visto con la vestimenta que agarré antes. Salgo del baño luego de secarlo, camino por la casa hacia la sala y me observo bien en el espejo que hay en la misma. Agarro el peine que se encuentra en la mesa del medio de la sala y comienzo a peinar mi cabello hacia la derecha, siempre me lo peino de esa forma.
Vuelvo al baño al darme cuenta que no me cepillé los dientes y lo hago, salgo de nuevo pero esta vez voy hacia mi habitación y abro el pequeño mueble que tengo al lado de mi cama, me pongo un poco de perfume y escucho el ruido de una bocina de un vehículo.
En esos quince minutos que estuvimos esperando al padre de Natsuki acordamos que ella me pasaría a buscar, y allí estaba, tocándome bocina para que salga de mi casa. Camino hacia la sala y salgo por la puerta principal, obviamente cerrando la puerta con llave antes de irme.
El sol ya se estaba ocultando, pero yo y Natsuki ya estábamos yendo en el auto porque primero teníamos que pasar por la casa de Hiroshi para luego ir a la fiesta, que por cierto nos quedaba a una hora más o menos de viaje.
—Estas muy bonita —Dije, ella me sonrió, y la verdad es que era cierto, Natsuki siempre fue alguien linda. Siempre había algún que otro compañero que nos hacía bromas diciendo como que éramos novios y no lo admitíamos en el instituto, pero nunca lo fuimos, somos dos simples mejores amigos.
—Gracias —Respondió sin quitar la vista del camino, ella tenía puesto un vestido que le llegaba hasta menos de las rodillas, y era de color negro, mientras tanto su cabello estaba puesto en su hombro derecho, le quedaba muy lindo—. Por cierto, Hiroshi dijo que su novio no podrá ir, pero que él irá igual porque lamentablemente tiene que presentarse.
—¿Acaso se lleva mal con su familiar? —Pregunto por pura curiosidad mientras miro por el vidrio del vehículo del padre de Natsuki—. Y ¿Cómo hiciste para que tu padre te prestara su auto?