Herk.
Salí de la casa cuando terminé de presentar a los nuevos. Esa chica Ash...presiento que me dará muchos problemas.
Tendrá doce años pero actúa como de siete. Es muy infantil, sin embargo, por alguna razón eso me encanta.
Me recuerda a Claudia, aunque ella lo hace para que los niños no se aburran. No hay mucho que hacer en este lugar.
Camino hasta el punto de encuentro, al llegar Peper ya está ahí.
—Traje comida, ropa, zapatos, medicinas, cosas para el baño, libros de estudio, de los géneros que me pediste, informativos y de colorear, cuadernos, colores, lápices... —se quedó pensando unos segundos—. Ya sabes, lo de siempre.
Asentí caminando a la parte de atrás de su camioneta para revisar lo que trajo. Son muchas bolsas.
—Un "gracias Peper" no estaría mal de vez en cuando —dice sarcástico, le gusta molestarme de vez en cuando—. Me alegra ayudar a esos niños —confesó, cambiando de tema—, aquí afuera es un caos, cada vez encuentran más muertos por lo que la gente se asusta, le rezan a santos que juraría ni existen mientras otras siguen sin creer que es un mons... —cerró la boca antes de terminar la frase. Tosió falsamente.
—Un monstruo... ya lo sé Peper, no es necesario que hagas eso —digo sin mirarlo todavía concentrado en las bolsas —. ¿Cómo haces para que no pregunten?
—Ya te lo dije, compro por poquito —se rio—. Y como trabajo en una biblioteca, una escuela y un orfanato, no les sorprende... —sonrió haciendo un gesto de indiferencia mientras sacaba un cigarrillo junto a un encendedor de su bolsillo.
—También llevas a esos lugares ¿no? —le quité el cigarrillo aplastándolo con mis manos antes de que pueda encenderlo—. Te dije que dejaras eso, no es sano.
—Uno —alzó el dedo índice—, ¡claro que llevo cosas a esos lugares también! Y dos —alzó el dedo de en medio—, no lo voy a dejar, me tranquiliza.
—Te va a dañar los pulmones...
—Lo sé... pero no puedo dejarlo —dijo lo último en un susurro apenas audible.
—Sabes que te puedo ayudar, en mi casa siempre serás bienvenido —le puse una mano en la cabeza de forma reconfortante. Él se rio.
—Lo sé, pero tengo que trabajar para traerte todo esto, sino ¿quién lo hará?
—Sabes que los demás lo pueden hacer. Tu eres quien no les deja ayudarte a pagar ni nada. Sería bueno que te tomes un descanso de los humanos.
—Voy a pensarlo, tengo que organizar algunas cosas.
—Está bien, organiza lo que tengas que organizar. De todos modos sabes dónde queda la casa.
Me aparté agarrando las bolsas, devolviéndome por donde vine.
—¿Te olvidas de algo?
Me giro al recordarlo. Últimamente se me han olvidado las cosas. Él va hacia mi con los brazos extendidos, mientras que yo me agaché dejando las bolsas en el suelo.
Me abrazó al chocar contra mi cuerpo, se lo correspondí cerrando los ojos, disfrutando de este momento que solo se me da una vez al mes.
Extraño mucho a mis chicos, no me gusta que el tiempo pase. Es mi peor enemigo cuando de ellos se trata.
—Te queremos —susurró.
—Yo también los quiero Peper.
Unos minutos después nos separamos. Me levanté agarrando de nuevo las bolsas para regresarme a casa, mientras Peper también volvió a su vieja camioneta.
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Miro a los chicos por las ventanas asegurándome de que duerman. Algunos siguen despiertos pero andan en silencio.
Azola está despierta, abraza a su peluche asustada diciendo cosas que no puedo escuchar, mira un punto fijo en la pared. Dio un salto cuando me vio por la ventana.
—Tranquila Azola, la casa y yo te vamos a cuidar, ya no tienes nada que temer —le aseguro, ella asintió con la cabeza con una sonrisa acostándose en la cama.
La sigo viendo durante unos minutos hasta asegurarme que está completamente dormida.
Me voy al cuarto donde está Clark, lo veo dando vueltas en la cama. Tiene una pesadilla.
—Calma Clark, ahora estás a salvo —le digo entre sueños.
Abro la ventana metiendo mi brazo, su cama está cerca por lo que llego a acariciarle la cabeza suavemente.
Se calma a los segundos yendo a un sueño profundo.
Cuando llego al cuarto donde está Ash sé que me está esperando. La veo acostada en la cama viendo el reloj de la pared, cuando voltea se asusta sentándose de golpe.
Me sonríe, saluda con la mano y yo lo hago a los segundos. Se acostó después quedándose dormida al poco tiempo. La pobre ya tenía mucho sueño.
Vi el reloj del cuarto tras unos minutos, son más de las doce de la madrugada.
Me adentro en la casa para guardar las cosas, la comida la guardo en la cocina, los útiles y la ropa los dejo en la sala para repartirlos mañana después del desayuno, y lo demás lo guardo dónde corresponde.
Al terminar subo las escaleras hasta el último piso y camino hacia el cuarto del fondo. Abro la puerta y entro.
Mi cuarto tiene tres camas juntas por mi gran tamaño, una lámpara y un librero. No hay ventanas.
Me acuesto en las camas pensando en lo grande que ya deben estar todos. Al único que he visto es a Peper, los demás tengo tres años que no los veo pero siempre me mandan saludos y fotos de todos a veces.
Agarro el libro que dejé abajo de la cama para leerlo.
Carmen sabe lo mucho que me gusta leer por lo que me mandó y sigue mandando muchos libros para mí, también es quien le manda libros a los niños.
Me encanta leer, es una de mis cosas favoritas.
Dejo el libro sobre mi pecho cuando lo termino. Las lágrimas corren libremente por mis mejillas y puedo sentir una presión algo dolorosa en el pecho.
Me encantan las emociones que te pueden llegar a sentir los libros, es algo magnífico en mi opinión.
Paso las manos por la cara y dejo el libro en el librero volviéndome a acostar. Miro el reloj. Son las 4:51 am.
Cierro los ojos exhausto, a los minutos me quede dormido.
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Editado: 07.07.2023