El hombre del pañuelo

2

Camino un poco más tranquila, saco mi celular para saber la hora y veo que son las doce de la noche.
Ojala, Roxanna, esté bien, que no le pase nada. Todo es culpa del maldito de, Ricky, siempre tienen deudas que ajustar con él por las muertes que deja.
No quisiera irme y dejar a mi amiga en este lugar sin ley, la policía no hace nada, el barrio hace lo que quiere.
Todavía tengo el auto que compre con mis ahorros aunque la única que lo usa es, Roxy, le debo tanto.
Si no fuera por ella, seguramente estaría muerta. Fue la única que me ayudo cuando llegue a ese asqueroso lugar.
Camino de vuelta al departamento, un poco más tranquila al saber que nadie me ha seguido.
Ahora sí que con mucho más razón debo dormir
Al llegar, me quito la ropa, me baño de nuevo y me pongo una camiseta y mi panti, me acuesto con tal de contar borreguitos, pero no puedo.

 


***

 

No he podido dormir mucho, Roxanna, no llego a dormir y yo tengo que ir a trabajar, pongo a calentar agua para hacer café a baja temperatura, mientras yo me baño, cuando termino me pongo el uniforme y mis tenis blancos. Preparo el café y me lo tomo rápidamente, al salir del departamento, camino como siempre hasta el trabajo.
Hago toda mi rutina, pero es un alivio cuando ese sujeto trajeado y con pañuelo no se aparece en todo el día, al fin un poco de tranquilidad.
A las doce del día mi hermosa tranquilidad se fue, cuando vi que entro el sujeto trajeado que me tiro en el parque hace unos días, pidio un café y paso sentado todo el día.
Hubo una balacera en el la colonia los hombres de, Ricky, contra los del otro barrio.
Los clientes entraron en pánico y muchos cristales se rompían por el impacto. Silbe para que todos me pusieran atención.

 


—Todos al suelo y diríjanse hasta estar tras la barra — grite, el hombre trajeado ni siquiera hacia lo que decía, así que lo mire — mueve tu trasero y haz lo que dije ¡Ahora! — lo mire de mala manera, entonces una bala impacto en mi hombro, fui a dar al suelo, el dolor es tan fuerte, pero me preocupada por los clientes.

 


Todos estaban donde les dije, solo faltábamos el hombre del pañuelo y yo, como pude empecé arrastrarme, entonces, el sujeto me ayudo a llegar junto a los demás.
La sangre no dejaba de salir, mordía mi labio para no quejarme del dolor y asustar a los demás, poco a poco mi brazo empezaba a entumirse, todos estaban agachados y nadie se daba cuenta de mi estado, solo él.
Rápidamente el rompió la falda del vestido, el trozo que tenía en la mano lo ato a mi brazo para hacer presión.
Solo mire como le hablaba a una niña que está muy asustada, por primera vez puse mi atención en él.
Cabello negro, espalda ancha, brazos fuertes, piernas fuertes, buen trasero, traje negro y un pañuelo blanco, de esos como los de las películas de ricos, solo que este está en un barrio peligroso, un día de este alguien le hará algo.
Dos horas después los disparos se acabaron, los clientes salieron por la puerta trasera, yo me levante pero tenía la vista borrosa.

 

 

—Tenemos que ir a un hospital, tienen que sacarte la bala, estás perdiendo sangre — creo que estoy teniendo visiones, sus ojos los veo de un azul precioso y su voz la más sexy que he escuchado.

 

 

—Aquí no hay hospitales — dije con voz baja — tenemos un botiquín, con eso servirá — hice una seña hacia la habitación del fondo.

 

 

Rápidamente me cargo como si fuéramos unos recién casados y me llevo hasta la habitación que hace un momento señale, me dejo en el sofá que allí había y busco lo que le había dicho.
Ya casi no podía mover mi brazo, sudaba mucho, la luz no ayudaba, pues es un foco de poco voltaje.
Cuando el hombre del pañuelo volvió, tenía un aspecto más serio todavía, empezó a sacar el alcohol, mojo un algodón y limpio la zona de la herida, no pude evitar quejarme de dolor.

 

 

—Tienes que estar bien — cierro mis ojos y cuando por fin iba agradecerle lo que está haciendo por mí, rompe mi buena voluntad — tienes que estarlo, para que nos tropecemos otra vez en el parque.

 

 

—Fue tu culpa — digo aun con los ojos cerrados — por discutir con el que estaba al otro lado de la línea no me escuchaste, termine con el hombro dislocado — eso ultimo si lo digo mirándolo.
Nos miramos unos minutos, y después el sigue con la curación.




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