El hombre del pañuelo

7

Empiezo a conducir hacia la parte de la ciudad donde no hay leí, cuando estoy cerca del puente elevadizo lo miro y acelero un poco más.
Manejo con cautela, sé muy bien que deben estar vigilando toda la zona, pues yo no dejaría a mi amiga a merced del cretino de, Ricky.
Conforme avanzo, veo casi desierta las calles. Esto es muy raro, solo están los matones de, Ricky, apago las luces del auto y manejo lentamente, cautelosamente, en cuanto llego al barrio en donde vive el sujeto que me dará información estaciono una cuadra antes, los botes de basura camuflajean un poco el auto, le pido los binoculares al policía, este me los da, todo está en oscuridad excepto un cuarto en la parte de arriba de su casa.

 

 


—Vamos a esperar un poco, no hay movimiento en la casa, al menos hasta las doce — no miro al policía, dejo los binoculares entre mis piernas.

 

 

— ¿Cómo sabes que ese hombre va a cooperar? — sonrió.

 

 

—Se lo pediremos amablemente — lo miro con una sonrisa pícara — ahora piensa un plan en silencio.

 

 

Mantengo mi mirada hacia la casa, atenta a todo movimiento, pero mi mente no solo piensa en lo atrevido que ha sido hace unas horas, lo cierto es que, me gusto, hace mucho tiempo que no tengo jugueteo con alguien, no he llegado más allá, pero este hombre tiene algo, algo que me hace querer sentir su boca sobre la mía.
Él puede ver a través de mis ojos, lo siento, siento como intenta acercarse a mí, siendo atrevido, siendo rudo, a la hora de expresarse.

 

 

—Cuando decidí ser policía, no estaba en mi mejor momento — lo miro chocante — mi hermano menor murió por una sobredosis, mi madre lo paso muy mal, mi padre nos abandonó y yo me hice cargo de ella, he luchado para desmantelar las redes de los narcotraficantes, lucho para que otro no sufra como mi hermano, como nosotros sufrimos cuando nos dieron la noticia.

 

 

Su confesión, me deja en jaque, no sé qué decir, siento que debo abrazarlo, y sin que me dé tiempo de pensar, mi cuerpo ya está junto al suyo con mis brazos alrededor de su cuello, su aroma es tan agradable.
Ambos tenemos demonios en nuestro interior, esos que nos han hecho fuerte pero tan bien nos ha causado un gran dolor.

Me alejo un poco de él, miro su boca, esos labios que me provocan, esos a los que me resisto, ahora soy yo, la que lo besa, con paciencia, el me corresponde, me sujeta con fuerza con esos brazos fuertes.
Mis manos juegan con su cabello, mi cuerpo se estremece por lo que el hombre del pañuelo me hace sentir.
De un momento a otro estoy sobre el reclinado en el asiento, me sujeta de la cintura con ambas manos fuertemente mientras yo sujeto su rostro y lo beso. Siento una corriente eléctrica que ni el mismísimo, Thor, podría con ella.

No podría describir las sensaciones que ciento ahora, pero me gustan, me encanta, ciento unos calores por todo el cuerpo que hace que roce mi zona sensible con la suya, las manos del policía bajan para acariciar mis piernas sobre la tela de mi pantalón de mezclilla hasta que poco a poco tengo sus manos bajo mi blusa, acariciando mi espalda, besa mi cuello.

Me alejo de él, observo sus labios rojos y un poco inflamados por los besos que nos hemos dado, estamos en la oscuridad, dentro de un auto, me siento confundida por las emociones que siento ahora. Me gusta pero a la vez tengo miedo, he besado a varios sapos, pero ninguno me ha hecho sentirme así, los latidos de mi corazón podrían escucharse a un kilómetro de distancia.

Me gusta el hombre del pañuelo, el policía, el hombre que tengo bajo mi cuerpo, me hace sentir deseada, atónita a lo que siento, miro sus ojos y podría jurar que los tiene dilatados, pero lo que si tiene bien preparado es su miembro, lo siento tan duro, tan firme y listo para lo que pueda pasar, en ese momento, una camioneta todo terreno se cerca y yo bajo hasta quedar junto al cuerpo de este hombre, el aroma de su perfume se ha quedado grabado en mi memoria, su corazón esta como el suyo.

 

 


—Sera mejor que nos preparemos  — digo cerca de su oído  — ha llegado la hora de jugar —  acaricio su mejilla con mi mano derecha, observo sus ojos azules, su cabello oscuro como la noche en un día de lluvia — tengo muchas emociones encontrados, me gustas pero a la vez me siento confundida y perturbada.

 


Ian, aleja mi mano de su cara y con la mano izquierda sujeta mi cabeza con fuerza para después besarme con autentico frenesí, muerdes mis labios haciendo que quiera más de él, no puedo si quiera detenerlo, porque simplemente dejo que haga lo que quiera con mi boca, con mis labios. Cuando nos separarnos nuestras respiraciones son rápidas, me alejo de su cuerpo y de la tentativa de seguir teniéndolo cerca.
Salgo del auto con el arma en la parte trasera de mi pantalón, el hace lo mismo y caminamos sigilosamente hacia la casa que esta unos metros, cuando estamos a punto de llegar saco mi arma y la preparo como tantas veces vi a, Ricky, hacerlo.




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