CAPÍTULO II
Desarrollarse o perecer
I)-Sobre el afrontar la vida. II)- El esfuerzo y sus frutos. III)- Análisis actual de la vida moderna. IV)- Los moralistas del siglo XXI. V)- Decir la verdad o callar para siempre.
I)- SOBRE AFRONTAR LA VIDA
Afrontar los hechos cruciales de la vida no siempre resulta fácil, ni mucho menos satisfactorio, debido a que encararla a ésta es una decisión sumamente arriesgada, pero definitivamente vital. El hecho de afrontar la vida, es un símbolo de madurez en nuestras conciencias, es allí donde nos damos cuenta de que ya no necesitamos el apoyo de nuestros padres y empezamos a movernos solos en este mundo. A veces lo entiendo, esto suele ser muy difícil, más cuando se trata de madurar de golpe.
De todas formas, y sin lugar a dudas el problema, o el incidente principal que nos suele afectar más que cualquier otra cosa, es la idea de que la vida no es como la esperamos, de que soñamos con la libertad, pero nos vemos obligados a sacrificarla cada día un poco más. Es ahí donde colisionan ese mundo ideal, con la realidad cruda, igual ante esta situación no hay que alarmarse, es simplemente un proceso que nos sirve para entender que no todo es como esperamos. Es ese momento en donde nos destetamos del seno de nuestros padres, para pasar a ser nosotros los que debemos hacer las largas e interminables filas en el banco, o para pagar cualquier servicio, e incluso saber lo difícil que es administrar el dinero para llegar a fin de mes, teniendo que sacrificar todos tus sueños de tener ese cosa que tanto deseaste, para en cambio comprar algo de comida.
Estos sucesos y muchos más que te acompañaran, te harán darte cuenta que la vida cuesta, y que en muchas ocasiones se pone pesada. Al hombre que piensa diferente, uno podría arriesgarse a decir que no le mueven ni el más mínimo pelo estas cosas, pero ahí está la situación, por su personalidades fuera de lo común, por su carácter de aspecto crítico, por su enfoque contestatario y su perspectiva de cuestionar la vida, se le hace a él mucho más pesado, con la diferencia que posee la habilidad de sobrellevar dichas cosas, sin perder el juicio en ningún momento, ni desesperarse ante las situaciones más tensas.
El que piensa distinto, sabe reconocer sus falencias, sabe que no deja de soñar ni idealizar a las personas o situaciones, si bien esto no quiero decir que siempre esté tranquilo, y que su temple sea imperturbable, e inquebrantable como una armadura de caballero, sino todo lo contrario, él diferente sabe que la vida muchas veces cuesta el doble, o el triple en algunos casos, y por eso decide avanzar con prudencia, pero siempre firme en lo que piensa. La idea de llegar a viejos manteniendo los mismos ideales es algo que a todo el mundo le gustaría poder hacer.
También hay que decir que el hecho de afrontar la vida habla mucho de la capacidad intelectual de las personas que son lanzadas a esta vida, y no se trata de una preparación previa, porque todos cuando empezamos la etapa de maduración, desconocemos por completo las situaciones que el mundo nos puede plantear, algunas duras como una roca, y otras un poco más suaves como caricia de madre.
Esto nos lleva a decir que la maduración, y el intelecto están demasiado ligados para con el hombre diferente, sobre todo, sabiendo que vivimos en una época llena de oscurantismo, y dónde impera casi la idea de un pensamiento único, lo que sea considerado como iluminador de las mentes, y despierte conocimiento, será rotundamente prohibido. Por eso el hombre culto, o intelectualmente instruido será apartado, señalado como un loco, su voz será silenciada de mil maneras, pudiendo figurar hasta la muerte como un método eficaz entre esas maneras.
Es por eso que al que piensa distinto, todo se le puede volver más complicado, pero recuerden siempre que nuestra resistencia está plenamente ligada a lo que somos. No nacemos siendo fuertes, ese concepto lo vamos agregando a nuestro vivir a medida que aprendemos de nuestros errores, a medida que nos equivocamos, y sabemos aceptar ese error, como una parte de la vida.
Así pues se madura, y hoy en día en la vida actual, parece que vamos en un viaje sin retorno a un retroceso colectivo, donde prima la idea del todo de arriba, y dónde la cultura se deforma con la vida miserable y egoísta de la política. Ya perdimos dos cosas muy importantes, la idea del esfuerzo, y la cultura, por favor, espero que nunca perdamos nuestra conciencia que es lo más preciado que tenemos, ya que ella nos hace humanos, y nos impide someternos a las bajezas de la vida superficial y hueca que impera en éstos tiempos.
II)- EL ESFUERZO Y SUS FRUTOS
En la cultura de este nuevo sistema de vida, parece que está mal rendirle culto al esfuerzo, hablar de mérito trae consigo una serie de acusaciones injuriosas, que si uno las analiza un poco sabe que en el fondo no son más que mentiras. El hombre diferente, el que no piensa como el grueso de la gente, sabe que el esfuerzo es lo que le da valor a lo que ama, sabe por sobre todas las cosas que nada viene solo, y que si se sienta a esperar a que la vida lo sorprenda, llegará un tiempo en donde se cansará de esa eterna espera, y sus huesos se harán polvo al contacto con el viento.
Nada viene solo, nada se construye con facilidad, la vida en sí se va haciendo pedazo a pedazo, nada más claro que poner el ejemplo de un rompecabezas, en donde nos vamos construyendo poco a poco.
Lo que sí es claro es que mucha gente tiene miedo de relacionar al mérito con el trabajo, como si estas dos cosas estuvieran ligadas de manera perpetua, pero no siempre es así, el mérito se ve ligado a toda aquellas cosas en las que yo realizo un esfuerzo «X» para conseguir un determinado objetivo «Y», es aplicable para todo. Por ejemplo el joven que dedicó horas de estudio para poder aprobar aquel exámen, puede estar contento que el esfuerzo realizado por voluntad propia para sacar una buena nota, es obra del mérito. Es el fruto, el goce de quienes lo dan todo por un objetivo. De nada le serviría a ese alumno realizar alguna trampa para aprobar, porque sabe que tiene dos opciones, puede ser descubierto, o esa sensación de éxito será pagada con una satisfacción efímera, siendo un goce pasajero, porque la trampa o lo fácil solo llevan a eso, es como el placer después del sexo, dura unos instantes y después se va.