Caos, disparos, muertes, terrorismo; de eso se había llenado el salón de eventos. La feria un fracaso total debido al deseo de un hombre de querer obtenerel suero. Todo había estado premeditado, preparado, el crimen perfecto. Pero nadie contaba con que alguien, quien ya había tomado una peligrosa y radical decisión se encontraba esa noche en la feria. Jay, con su ropa rasgada, solo con sus pantalones puestos salió del baño. Jay podía ver muy bien en la oscuridad. Y moviéndose por los pasillos, pudo ver que los terroristas armados habían tomado a casi todas las personas de rehenes. Los terroristas tenían el suero y ahora querían que la policia los dejara huir. Los escuadrones SWAT ya habían llegado y preparaban la estocada. La policía fue rápida en este asunto, impresionante. Las luces habían sido encendidas, por lo que Jay podía ser un objetivo fácil. Entonces decidió volver apagar la luz. Pero para que no fuese reactivada, rompió los cables de la cuchilla eléctrica para impedir que la volvieran a encender. Hecho esto, Jay descubrió otra nueva habilidad que no sabía que tenía, Jay era inmune a la electricidad. La verda es que muchos insectos resisten choques electricos, pero Jay, gracias a sus poderes era totalmente inmune. Ahora con el salón oscuro, los escarnecedores segados y sin nadie que pudiese encender la luz de nuevo, Jay inició su ataque. Pegado del techo del salón, como un depredador, buscaba a los sujetos mas aislados. Los noqueaba rapidamente saltándoles encima y dandoles un golpe fulminante en la cabeza. Los demás terroristas, alarmados, disparaban en direcciones aleatorias con el fin de darle a lo que sea que estaba derribando a sus compañeros. La gente gritaba, con miedo, porque nadie quería recibir una bala. Pero esa noche, el héroe sería aquel joven que decidió arriesgar su vida por los demás.
El plan fue el mismo durante varios minutos. Los terroristas no podían ver a su atacante, por lo que salieron los que quedaban del salón con el suero y trataron de salir por la puerta de atrás del edificio. Jay los siguió a hurtadillas corriendo por las paredes. Los achechaba como un tigre a su presa, sin miedo de atacar. Los SWAT habían entrado al edificio. Sorprendidos por encontrar a la mayoría de los terroristas noqueados. Sin embargo, los que quedaban, estaban ahora intentando abrir la puerta trasera. Con una granada y una gran explosión volaron la pared por la cual saldrían. Pero al salir, se toparon frente a frente con Jay. Algo asustados por la presencia del joven quien tenía una aterradora mirada asesina que apuntaba a ellos, mantuvieron distancia por unos instantes. Todo eso sucedió durante pocos segundos hasta que Jay decidió atacar. Como un relámpago, atacó a los malhechores. Trató de despojarlos de sus armas y de noquearlos con golpes precisos. Ellos intentaban golpearlo y apuñalarlo, pero el esquivaba fácilmente sus ataques. Excepto en un segundo de distracción, en el cual mientras golpeaba a uno de ellos, el otro lo apuntó con su arma. Jay volteó al sentir el peligro, pero no le dió tiempo reaccionar y recibió el disparo de una 9mm en la frente, la cual lo tumbó al suelo. Los terroristas decidieron levantarse, adoloridos por el suceso e irse. Pero ellos no sabían que su oponente era más que un humano. Casi como un zombie, Jay se levantó del suelo, lenta y terroríficamente, se puso de pie mientras se sacaba la bala incrustada en su frente, la cual no penetró el craneo. Luego de hacerlo, cargó una última vez contra los terroristas, y estos descargaron sus armas en él. Fue inútil. A Jay no podía penetrarlo ninguna bala. Todas rebotaban en su piel, causándole mucho dolor, pero ninguna podría matarlo. Y con sus propias manos, Jay, enfurecido acabó con los terroristas. El equipo SWAT no tuvo mucho problema. Todos los terroristas fueron erradicados. Nadie sabe por qué o por quién. Solo un hombre lo sabe, y es el padre de ese héroe que nadie vió.