El humano del mañana del ayer

Capitulo 5

 

El cielo estaba en llamas.

Eva ni siquiera podía ver al verdugo al principio. Todas sus modificaciones de combate estaban funcionando, poniendo sus sentidos a toda marcha. Obliga a su audición a bajar, tratando de silenciar el ruido ensordecedor del robot que se abría paso a través de los viejos edificios de la Ciudad Inferior. Se puso a cubierto detrás de un trozo irregular de pared, agachándose justo al lado de Rafael. Los pecadores habían tomado posición en un tosco semicírculo, y todas sus armas apuntaban ligeramente hacia arriba, en ángulo hacia la dirección del ruido. Eva tuvo que moverse casi medio metro a la derecha antes de verlo. La cáscara vacía de un rascacielos abandonado hace mucho tiempo se estremeció y se derrumbó a unas pocas cuadras de distancia. El Verdugo, enorme, metálico y humanoide, dobla la esquina acercándose a ellos, sosteniendo su enorme brazo extendido. Cortó a través de los otros edificios a su alrededor, derribándolos tan fácilmente como una guadaña cosechando trigo.

Eva mira a través de la mira de su rifle, tratando de sentir el arma. "Apunta a las articulaciones de las piernas. Apunta al ojo cuando esté abierto". Se concentra en la cabeza del Verdugo, con la esperanza de que lo enfrentara.

Todos los Pecadores a su alrededor esperaron hasta que la máquina de destrucción derriba el último edificio en su camino y luego abrieron fuego, golpeando las piernas de la máquina con fuerza. Al principio no parece afectado, pero finalmente se detiene tambaleándose. Parece hundirse hacia la derecha cuando la parte inferior de su pierna comienza a doblarse sobre sí misma.

La enorme cabeza del Verdugo gira hacia ellos. Eva mira a través de su telescopio y cambia de posición nuevamente hasta que puede ver el centro del iris mecánico. Hubo un parpadeo de luz alrededor del ojo cuando la energía se acumuló detrás de él. A lo lejos, Eva cree oír a alguien gritando su nombre, pero estaba demasiado concentrada en el ojo del Verdugo para responder.

Aprieta el gatillo en el momento en que el iris comienza a abrirse, pero al instante queda cegada por la luz que salía de él. Se siente caer cuando algo caliente y afilado le atravesó el estómago. Rueda sobre su costado, agradecida de que sus analgésicos siguieran funcionando.

La voz de un pecador de nombre Mar atraviesa el ruido de la batalla y grita—¡Rafael! ¡Lleva a tu novia adentro antes de que se desangre! Eva se sonroja, quería protestar diciendo que estaría bien si le daban un minuto. Estaba segura de que los nano bots ya se estaban apresurando a reparar la herida. Cuando se miró el estómago, pudo ver a través de él. Había una sección limpia y perfectamente circular de él que había sido recortada. Extendió su mano hacia el agujero y sintió a Rafael deslizar su brazo debajo de su cabeza, justo antes de que todo se volviera negro.

...

—Tenemos que dejar de reunirnos así.

La voz de Rafael le trae de vuelta de la dichosa nada en la que había estado flotando, y cuando abre los ojos, lo vio mirándole con preocupación—¿Me salvaste la vida otra vez? —pregunta, con voz apagada.

—Parece ser mi vocación —le dice Rafael —¿Cómo te sientes?

Eva tuvo que pensar en la pregunta durante unos segundos y luego mira hacia abajo para mirarse a sí misma. Estaba acostado en un catre o en una silla de algún tipo. No se sentía frío, como la superficie metálica de una mesa de operaciones. La camisa que había estado usando estaba hecha jirones, pero su cuerpo se veía bien. Pasa su mano desde su pecho hasta su estómago solo para asegurarse de que no estaba viendo cosas. Podría haber jurado que tenía un agujero en el torso la última vez que revisó. Tenía tubos en las piernas, agujas gruesas clavadas en las arterias femorales— Mejor, creo. ¿Qué pasó?

—El Verdugo te disparó y consiguió darte. Te dijimos que te agachases, pero aparentemente dar un tiro dentro del iris era más importante para ti que tus intestinos.

Eva recuerda el ojo del Verdugo al abrirse y la luz cegadora que salió de él

—¿Lo pude derrotar? —

Rafael ladea la cabeza hacia un lado y sonríe—Bueno, lo cortaste. Sacaste parte de la persiana. Ayudó a Mar a conseguir la diana. Victoria y yo sacamos las piernas y después de eso fue fácil.

—¿Todos están bien?

—Casi todos —responde el pecador con pesar.

—¿A quién perdimos? —pregunta Eva.

Rafael se gira para mirar por encima del hombro y hacerse un lado para que pudiese ver.

Eva ni siquiera se había dado cuenta hasta ese momento en qué habitación estaban o que la Pecadora rubia se encontraba dentro—Esa es... Nicol. Bueno... lo que queda de ella —Rafael se muerde el labio—. Lucí hizo lo mejor que pudo para protegernos desde aquí abajo, pero no hay mucho que pueda hacer remotamente. Todavía tenemos alrededor de una docena de conjuntos de defensa operativos allá arriba que puede aprovechar, pero tratar de poner el poder de Lucí dentro del alcance de ellos es muy complicado.

El cuerpo de Nicol parecía marchito, como si se hubiese derrumbado sobre sí mismo. Estaba carbonizado en algunos lugares, la piel completamente ennegrecida. Eva miró hacia la cabeza de la mujer y ve el brillo blanco del hueso donde debería haber estado su barbilla.

—Le debemos mucho a Nicol —Rafael dice y caminar hacia el cadáver carbonizado. Acaricia el poco cabello que le quedaba a la mujer y coloca su mano contra la pared detrás de ella. Una sección de la pared se levanta tres pies, y la mesa en la que Nicol estaba recostado se retrajo. La pared se cerró de nuevo, como si Nicol nunca hubiese estado allí para empezar.

Eva traga la bilis en su garganta y pregunta—¿Por qué estamos en la habitación de Lucí?

—Porque Lucí puede sanar mejor que nadie en el mundo —Rafael le sonríe, mientras se acerca.

—¿Él me sanó?

—Así es.

—¿Qué pasa con los nano bots? ¿Ellos hubiesen...?

—La mirada del Verdugo deja fuera de servicio a los nano bots durante unos diez minutos. Estoy bastante seguro de que no habrías pasado del minuto tres, querida —Rafael pasa los dedos por la mejilla de Eva y luego se volvió hacia la puerta—Lucí quiere hablar contigo, cuando estés lista.




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