Alice
Me sentía eufórica mi primera nota alta en calculo, el profesor me felicitó delante de toda la clase, al regresar a la casa lo primero que hice fue mostrarle la nota, la iba enmarcar en mi habitación.
Converse con dos nombres por un rato, dejé de escribirle por la hora, ya que no quería ser intensa, me dormí con una sensación de agradecimiento y feliz.
Entresueños me llega un olor a croissant recién horneados, me alerta porque eso quiere decir que es tarde, saltó de la cama y escuchó una risa alejándose; me doy un baño rápido, debo estar puntual en el conglomerado.
Al llegar a la cocina y ver el reloj en la pared, no es tan tarde, doña Brina me tenía puesto un croissant en mi nariz, siempre hace lo mismo, nada más para reírse. Para colmo me toca llevarla al colegio, tomar el autobús es mi mayor trabajo, a esta hora van a atestados de gente.
Entró al conglomerado de forma rápida, no volteo para ningún lado, saludo a los que están en mi campo de visión, prefiero subir las escaleras cuando llego al piso donde esta dos nombres, saludo a la secretaria, es una chica con una aura muy agradable, me dice que entre que no hay problema; está conversando por teléfono, me sonríe y me hace señas que me siente, me doy la libertad de detallar la oficina en su totalidad, es blanca con un estante y un escritorio bastante grande, lo observo a él, no es el chico marcado de músculos, es delgado con un aire infantil, pero debe tener más edad de la que aparenta, me pilla observándolo
- ¿Como amaneciste Alice? – me sonríe –
- Super bien y tu en el nuevo apartamento – se toma el rostro-
- Bien, aunque me urge amueblarlo
- Si, el fin de semana esta para esos menesteres, ¿Que tenemos para hoy?
- Necesito todos los clientes de Mulata Design, los que visitabas habitualmente
- Enseguida
Nos sumergimos en el trabajo hasta el mediodía, paramos para almorzar y para las clases sobre calculo. La rutina se repetía día tras día, sentía que aprendía más con Ian que en la universidad; mientras más compartía con él más lo conocía y mejor me caía, algunos días me topaba con Franco, yo trataba de esquivarlo o lo pasaba de largo, el trataba de llamar mi atención, pero también lo veía coqueteándole a las secretarias o a las chicas que laboraban en otros sectores del conglomerado, ese hombre no cambiaría jamás.
Llego el fin de semana, Julia me había llamado para ir por helados, pero le dije que no podía porque tenía un compromiso con Ian, me hizo prometerle que después que me desocupara la llamara o fuera a su casa, tocó decirle que ... Sí
Con Ian nos encontramos en las puertas del conglomerado, yo iba con una lista que me dio mi madre porque según nosotros íbamos a comprar cualquier locura, en parte tiene razón
- Buenos días, pelirroja – lo escaneo, tiene unos jeans, una camiseta, tenis y su infaltable chaqueta –
- Buenos días, Ian
- Ya me estaba acostumbrando a que me dijeras dos nombres – frunzo el ceño –
- Mi madre me regaño por decirte así, a partir de hoy te diré Ian – le sonrió –
- Bueno a mi me da igual como me digas – me sonríe y me señala un auto – ¿por dónde empezamos?
- Antes de todo, mi madre me entregó esta lista, no confía mucho en mis capacidades de decoradora – se carcajea –
- Ni en la mía, pero hagámosle caso – nos reímos -
Arrancamos hacia el centro de la ciudad, mi madre me había enseñado que había que averiguar todo, verificar calidad, y buscar el precio más cómodo, dejamos el auto en un parqueadero y de ahí caminamos por todo el sector, nos dedicamos primero en la habitación, encontramos un lugar donde llevaban todo a la casa y armaban, a unos costos buenos; compramos todo lo equivalente a ropa de cama, después nos dedicamos a la cocina, en este aspecto no quise intervenir, porque el señor le sabía el nombre a todo.
Al medio día fuimos a almorzar a una pizzería de ambiente agradable y económica; a pesar de vivir en Milán nunca había entrado, se llama "pizzum" el lugar es super bonito, lo que mas me llamó la atención son unas lámparas bellísimas, que le dan un ambiente bohemio. A la hora de pedir fue la locura porque Ian pidió de todo tipo de pizzas
- Estas loco, como vas a pedir todo eso – se acomoda el cabello y me sonríe –
- La comida es un placer, pelirroja, además hay combinaciones que quiero experimentar y algo muy importante ... es económico, ¿habías venido antes? – niego –
- No ... digamos que tenía el sitio pendiente, pero no había compañía – se asombra –
- Entonces lo tomaré como un honor, ya que hoy soy tu compañía – nos sonreímos –
- Así parece joven
Nos traen la primera tanda de pizzas, son de tamaño personal pero visualmente se me hace agua la boca y ni qué decir de mi acompañante que las devora con lo ojos
- Ataca Ian – se carcajea –
- Yo amo la comida
- En serio, ¿en qué nivel de amor esta? – se queda pensativo –
- Segundo – se lleva el primer bocado de pizza y literalmente lo disfruta –
- ¿Cuál es el primero? – tengo su atención –
- ¿El primero? ... sabes estoy empezando a querer algo y te podría asegurar que lo llegare a amar, solo es cuestión de tiempo
- ¿Dime cuál es?
- Cuando lo ame ... serás la primera en saberlo – le sonrió-
- Bueno es una promesa – entrelazamos nuestros meñiques -
Fueron tres tandas de pizza, cada una era mejor que la anterior, cabe aclarar que de todas yo nada mas tome un trozo de cada una, el resto llegó al pozo negro que tiene Ian por estómago, su delgadez es un insulto a la humanidad, para lo que come ese muchacho.
Conversamos bastante, ahora entendía porque sabe tanto, si, para sostenerse en la universidad vendía los trabajos, desde que lo conocí pensé que era inglés, pero no, es norteamericano; eso me dejó con miles de interrogantes, pero no era el momento.