El inicio

El inicio

Ayer me fui a dormir antes de que mamá me lo pidiera. Cuando la abuela me pidió que dejara de ver la televisión, apagué, me lavé los dientes sin que me dijeran ni “mu”, me metí en la cama y apagué la luz de noche con la cara de Mike de Monster Inc. . “Me cambiaron al Tomi” escuché que decía mamá a la abuela. Y es que había que estar descansado, además, quería que sea mañana.

Hoy mamá corrió un poco al ver que había manchado mi pintorcito con temperas por toda la pechera y los brazos. Tuvo que planchar a último momento el que estaba arrugado en el lavadero, hecho un bollo como pelotita de papel, pero limpio, impecable, como sólo los sabe dejar la abuela.

Ella ya había preparado las tostadas con manteca que comí “con hambre de caballo escuálido”, según dijo, no sé qué significa eso.

- Acá te pongo la servilleta, el cuaderno de escritura y la taza, Tomi. - me dijo mamá poniendo cada cosa adentro de la mochila de Hulk.

Me estaba poniendo la taza de Peppa Pig. Le pedí el cambio, me dijo que no sabía dónde estaba la otra. Y ahí no más se armó. Grité, lloré, pidiendo mi taza de Iron Man: Que no me gusta, que ya estoy grande, que está vieja, que hoy no. Abuela y mamá me observaban hacer la escena frente al mate cocido y se miraron entre ellas.

- Lo de anoche era demasiado bueno para ser real- comentó mamá sonriendo.

Abuela me prometió que la iba a buscar, pero que dejara de hacer tanto escándalo, que en un rato teníamos que salir con mamá, que todavía no había terminado el desayuno y ni las zapatillas tenía puestas.

Cuando terminé, con la cara salada me puse el guardapolvo cuadrillé que me dió mamá al pasar del lavadero a su cuarto y me calcé las zapatillas rojas con abrojo. La taza de Peppa Pig me miraba desde la mesa de la cocina, como esperando que la vaya a buscar, mientras, la abuela revisaba las alacenas. Yo me acomodé en la puerta para salir, mamá se me unió.

- ¡Acá está! ¡Entre las ollas!!- Gritó- ¿Cómo llegó hasta ahí? - trotó hasta donde estábamos, agarró la mochila, puso la taza, cerró y me colgó la mochila. - El que busca encuentra- dijo en un beso mezclado con sonrisa y me acarició a cabeza.

- Gracias, abu.- Mamá terminó de preparar su cartera y me pidió con la mano que me acercara más a ella. Era la hora.

Con las pestañas un poco pegadas de sal, los ojos levemente enrojecidos y mi taza de Iron Man en la mochila, salimos a la vereda. El sol empezaba a salir y el viento corría haciéndome caricias en las piernas desnudas.

- ¿Qué van a hacer hoy en el jardín con los amigos? - me sacó tema mamá agarrándome de la mano después de cerrar con llave.

- Hoy voy a desayunar con Camila. Ayer me prometió que me podía sentar con ella cuando repartan las facturas- le dije y sentí como si el vientito primaveral me separaba unos centímetros los pies de las baldosas.



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En el texto hay: relacionesfamiliares, relatos breve, niñez

Editado: 05.03.2022

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