Los alumnos seguían peleando por el poder y algunos habían muerto, los maestros al ver el desastre simplemente huyeron y dejaron a todos a su suerte. Reynold trataba de huir.
Daria veía con terror como sus compañeros peleaban a muerte entre sí y no mostraban resentimiento alguno por los cuerpos. Con las fuerzas que le quedaban se puso de pie, pero uno de sus compañeros clavó un cuchillo en su estómago, lo golpeó, apartó y sacó el cuchillo. Con dificultad buscaba una salida, mientras caminaba se apoyaba de la pared y trataba de buscar a alguien.
En el internado solo quedaban vivos quince personas. Su sed por el poder les impedía ver lo que habían hecho.
Daria se ocultó en un baño y se aseguró de cerrar las puertas, pues si salía, sus compañeros o fantasmas la matarían. Lo único que podía hacer era esperar que amaneciera para pedir ayuda, pues era común que a esas horas llevaran comida. Rompió un pedazo de su ropa y se la amarró con su herida apretándola para evitar que se desangrara.
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Cinco chicos y dos chicas buscaban a Daria para matarla, pues ella aún tenía poder en aquel lugar.
Buscaron por cada rincón hasta que por fin rompieron la puerta del baño con un hacha. Daria tapó su boca para evitar gritar, moría de miedo, pero no quería morir. Cuando la encontraron Daria sollozó, pues sabía que querían matarla, pero sus amigos (tres chicos y una chica) aparecieron jalándola del brazo y haciéndola correr, pero no dejaban de perseguirlos.
Daria y sus amigos se escondieron en un sótano. Cuando estuvieron a salvo vieron las heridas de Daria, le ayudaron y comieron las reservas de comida que guardaban los maestros en aquel lugar "por alguna emergencia" y vaya que esa era una emergencia.