Desde la instauración de la regla que impedía los desnudos, ya han pasado más de un mes. Clara estuvo molesta por un par de días, pero después dejó de batallar con Aeolus por ese tema, sabía que no tenía sentido seguir y no le gustaba estar en malos términos con él, puesto que le quería.
Las amigas espiaban a los ciudadanos de Zartia como de costumbre y les gustaba burlarse de ellos, pero a su vez, trataban de comprender lo complejo de sus comportamientos y lenguaje no hablado, ya que una pequeña expresión podía decir muchas cosas.
— ¿Te has dado cuenta que los humanos dicen muchas cosas o hacen cosas muy distintas a lo que quieren hacer? — preguntaba Clara sobre una rama del gran árbol.
— Sí, también dicen cosas, pero quieren decir otras cómo " no me sigas" y esperan que lo hagan... o " está todo perfecto no tienes porque preocuparte", para decir que todo está muy mal y eso será un conflicto — respondía Lita cómo si hiciera un gran descubrimiento.
— ¿Crees que por decir cosas y actuar de otra manera, es que los dioses los expulsaron del jardín?
— Creo que ellos comenzaron a pensar demasiado y se complejizaron, por eso la maldad entró en ellos.
— Aeolus, me dijo que es mitad Dios y mitad humano, creo que es por eso que, en ocasiones, no entiendo su comportamiento.
— Él siempre ha sido extraño — Lita reía — por eso el único que habla con él es Jadurus.
— ¿Yo soy extraña también? porque soy completamente humana
— No, y eso te hace ser extraña, porque no eres compleja para ser una humana y es fácil hablar contigo
Un llanto de un pequeño niño las distrae de su charla, ven que le dolía las manos y las rodillas, pues cayó y se lastimó. Su madre lo levanta y comienza a besarlo y abrazarlo.
— No entiendo por qué hacen eso — cuestionaba Lita — no le alivia su dolor, sólo le da afecto. Sería mejor si lamiera sus heridas.
— Cuando tú entregas afecto también lames — decía Clara — creo que los besos son lo mismo. Cuando traté de lamer tu pelo, no me gustó nada.
— ¡Ves! eres extraña
— Los humanos dan besos para entregar afecto en forma de ternura, gratitud, para pedir perdón, sanar heridas, siempre son por buenas acciones.
— Lo hacen porque son estúpidos — decía Lita con aires de superioridad y comienza a reír a carcajadas.
— Creo que comenzaré a besarte a ti desde ahora — Clara la abraza y besa varias veces la cabeza de su amiga en forma de juego.
— Ay no, ves que eres extraña, por eso eres humana — Lita reía, se zafa del agarre de Clara y comienza a correr en forma de juego esperando que Clara la persiga.
— Espera, aún no te he besado lo suficiente — corría detrás de ella, acompañando el momento con carcajadas.
Jadurus paseaba con algunos hijos y nietos, viendo el alboroto que traen las amigas.
— ¿Qué pasa niña? — pregunta Jadurus, cuando ve correr a Lita dando saltitos, quién reía alegremente.
— Clara está loca, tienes que huir.
Clara se acerca y toma en sus brazos a Jadurus quién estaba desprevenido, lo presiona contra su cuerpo y besa su cabeza, nariz y hocico, este último varias veces. Al conejo se le eriza el pelo, se zafa y logra escapar de ella.
— Ah muchacha, ¿Qué es eso? — preguntaba Jadurus riéndose.
— Es mi forma de decir que te quiero — Clara se ríe y trata de atrapar a uno de sus nietos.
Todos comienzan a reír y pronto se vuelve en un juego, en el cual debían de escapar de Clara.
Aeolus se encontraba recolectando leche del Prado de las grandes flores blancas con puntas azules que se extraían al voltearlas y recolectaba su néctar en una jarra. Desde la distancia ve como varios animales vienen corriendo hacia él con brincos alegres.
— ¿Qué pasa?
— Tenemos que huir de Clara — dice Lita con una carcajada — se ha vuelto loca.
Antes de que Aeolus puede reaccionar, Clara salta hacia él y lo abraza por el cuello, dándole besos en la frente, la nariz y varias veces en los labios al igual como lo hizo con Jadurus. Aeolus estaba aturdido y emocionado por lo que acababa de hacer Clara.
— ¿Qué fue eso? — preguntaba Aeolus mientras reía.
— Decirte que a ti también te quiero — sonreía Clara alegremente.
Aeolus la suelta y se da cuenta que arrojó el jarro con la leche recolectada, se inclina para recogerla. Clara al ver lo que acaba de hacer, su risa cambia a preocupación.
— Perdóname. No fue mi intención.
— No, fue mi culpa, yo inicie el juego — se acerca Lita al notar que había pasado.
— Tranquilas — las calma Aeolus levantando el jarro del pasto — no es algo grave, se puede reponer.
En forma de disculpas, ambas amigas le piden a Aeolus recolectar la leche del prado y lo tratan de hacer rápidamente.
— Ya que están en eso, iré a hacer mi ronda — continuaba diciendo Aeolus — no estén preocupadas, no estoy enojado con ninguna de las dos.
Las amigas lo ven marcharse.
Lita mientras volteaba las flores agarrando los pétalos con el hocico y Clara colocaba el jarro bajo de ellas.
— Al menos fue divertido — reía Lita
— Sí, podríamos jugar nuevamente — contestaba Clara
— No sé cómo pudiste besar a Jadurus — Lita colocaba cara de asco — yo no podría lamer su pelo.
— Fue extraño besar a cada uno, pero me gustó hacerlo. Me gustó mucho besar a Aeolus, quizás es porque es al que más quiero.
— Quizás, pero también puede ser porque es de tu misma especie.
Ambas continuaron recolectando leche del prado hasta que la jarra se llenó.