Aeolus la llevó a almorzar cerca de un río que tenía un gran caudal. Comían una fruta grande que por fuera era de color verde, pero su interior era naranja. Clara trataba de comer lo más rápido posible, tragaba sin saborear, quería que Aeolus siga revelando sus secretos, pero él comía calmadamente mirando el río, ya que no sabía cómo hablar ahora con Clara, entendía que debía hablar de su historia actual con ella, pero no sabía si mentirle o ser sincero. Cuando ambos terminaron de comer, Clara mantenía su mirada en Aeolus de manera expectante. Él se levanta e invita a Clara a que lo acompañe, caminando por el borde del río.
Llegan a una zona donde el río corría cercano a un acantilado, en la cima de éste, se veía a personas transitar, algunos eran campesino que llevaban en sus hombros algunas cosechas y otros, carretas jalada por bueyes, era una carretera que seguramente conectaba ciudades. Miraban ambos ese camino, cubierto por los árboles y arbustos, para no ser vistos. Aeolus señala una parte del río en dirección a la carretera.
— Ahí, es donde te encontré, caíste por el acantilado y por la divinidad no te golpeaste con una roca, pero, aun así, el golpe fue tan fuerte como para que perdieras tus recuerdos.
—Eso quiere decir que yo estaba viajando por ese camino — Clara miraba en dirección al lugar señalado— ¿Cómo fue que caí en ese lugar?
— No estoy seguro de eso, cuando te encontré, vi que muchos hombres estaban expectantes por tu caída.
— Yo sé que tenía una vida antes, pero eso no me importa – decía pensativa— lo que haya sido en el pasado, fue pasado.
— Cuando te vi y no percibí el aura del pecado, sentí que era mi oportunidad de sentirme humano otra vez. La nostalgia de volver a experimentar emociones como la alegría, el enfado, la compasión y el amor. Cosas que sentí al vivir con Dan— Aeolus la mira y toma sus manos en las de él para continuar —Pensaba, que los Dioses te enviaron como un regalo para mí y sin cuestionar, te tomé. Volví a cuidar de alguien, a tener un propósito... Clara, tú has llenado mi mundo de emociones. Jadurus estaba preocupado, puesto que el volver a tener un cariño por un humano me haría sentir nuevamente vacío cuando te marches
— Pero ¿por qué me marcharía? Tú me has dado todo aquí, soy feliz y me gusta tu compañía – Clara le hablaba con ternura.
Aeolus sin soltar las manos de Clara, las seguía mirando y con tono triste se sincera.
— Si recuerdas tu pasado, querrá volver a tu anterior vida, es por eso que no te puedo retener, ya sea de manera física o emocional, es por eso que no es bueno que hagas un lazo afectivo conmigo.
— Pero ese afecto ya nació de mi hacia ti, y aunque recuerde mi pasado, no podría abandonarte, porque estoy profundamente enamorada de ti y no hay nada para mí en el lugar que vengo. Si tú me dieras la oportunidad... tan solo una oportunidad, yo te acompañaré para siempre en tu soledad.
— En ese caso, ¿podría confiar en ti, de que jamás te irás, aunque tu pasado te obligue a regresar? – preguntaba llenos de esperanzas.
— Sí, es una promesa.
Aeolus la abraza fuertemente, sus manos estaban temblorosas, como si las palabras de Clara le calmaran su ser y se lo agradecía.
— Yo siempre te mentí —Aeolus la mira a los ojos soltando el abrazo — porqué te amo. Te he amado desde antes que tú a mí, creo que desde que te rescaté del río, por eso no podía dejarte ir, tenerte a mi lado era una adicción, verte sonreír era estimulante y encendía mis sentidos, por eso quería siempre hacerte feliz. Mi amor crecía cada vez más y se adhirió echando raíces en mi ser – aparta la mirada avergonzado y se ruboriza— Comenzaste a provocar nuevas emociones que se reflejaron en mi cuerpo, por eso no podía verte desnuda, tenía un fuerte impulso sexual, deseaba tanto hacerte lo que aquellos hombres con sus parejas en el bosque. Es por eso, que no podía controlar mis emociones cuando te vi desnuda en las sábanas aquella noche en la cabaña, estaba nervioso y te lastimé sin querer. Cuando fue nuestro último baño en el estanque, no controle mi curiosidad y por eso comencé a tocarte de manera íntima, pero sentí que me aproveché de tu ingenuidad y la vergüenza hizo que ese fuera nuestro último baño juntos...
Clara se ruboriza ante la confesión de Aeolus, pero se sonríe delicadamente, estaba emocionada, porqué jamás imaginó que él sintiera tanto por ella, ahora solo quería seguir escuchando su confesión de amor.
— Cuando me besaste, solté mis ataduras, y me dejé llevar sin pensar, porque era delicioso poder recibir tu amor. Cuando me confesaste tus sentimientos, estaba emocionado, pero a la vez, tenía miedo, no quería que supieras que yo sentía lo mismo por ti, ya que, si regresaba tu pasado, no podía dejarte en una situación difícil en la cual tendrías que elegir. Sufrí mucho cuando no querías hablarme, cuando me mirabas con odio o con temor... solo quería gritarte que estoy completamente enamorado de ti.
Clara lo silencia y se acerca para besarlo. Al apoyar sus labios sobre los de él, una corriente recorrió su cuerpo, su corazón latía muy rápido y sus mejillas estaban muy sonrojadas, estaba dichosa y con ese beso quería demostrárselo.
Aeolus al sentir el beso de Clara, inmediatamente lo corresponde sosteniéndola por la cintura y presionándola contra él. El beso era apasionado, como un dulce reencuentro, los labios de Clara lo sumían en un mundo de emociones y sentía que el corazón se le saldría del pecho.
Se miraron, ambos estaban sonrojados, hipnotizados por el momento. Se volvieron a besar un par de veces más, hasta que decidieron retornar a la cabaña. Clara caminaba aferrada al brazo de Aeolus apoyando su cabeza en él, pero aún tenía una interrogante.
— Quiero preguntarte lo último
— Dime Clara, ya no tengo nada más que ocultar.
— ¿Eres mi pareja?
— Si Clara, ahora somos pareja, si tú me aceptas – se lo decía Aeolus sonriendo y lleno de satisfacción.