Rápidamente se corrió el rumor en el Jardín, que el Guardián al fin acepto a Clara como su pareja. El no tener secreto le dio a Aeolus y Clara una nueva sensación de libertad, podían amarse sin problemas y sin culpas. Vivían los días felices, y estos pasaban rápidos.
— Lita, tienes que tener una pareja, es una sensación tan linda tener a alguien que te quiera de esa manera – hablaba Clara sentada en el pasto y Lita estaba echada en su regazo ya que disfrutaba de las caricias que le daba en el lomo
— Pero aún no encuentro a quien. Para ti fue fácil, el guardián era el único macho de tu especie, sólo lo podías elegir a él.
— Es verdad, pero he visto a otros hombres en el mundo de los humanos y ninguno se compara con Aeolus. Él es atractivo y tiene un lindo cuerpo.
— Porque es mitad Dios, eso lo hace ser un buen espécimen.
— ¿Qué hay de Toto?... él te sigue, estoy segura que le gustas...
— ¿Toto?, ¿Acaso lo has visto?, tiene la cola pelada, está muy feo. Sí quiero una pareja, tengo que buscarlo en otro lugar.
— Y ¿Por qué no viajas en busca de una pareja?
— Me da pereza, espero que un macho viaje hasta aquí... y por otro lado, aún no quiero tener cachorros...
Aeolus aparece en donde se encuentra las amigas, traía consigo pequeñas frutas dulces con forma de higos, se sienta al lado de Clara y comienza a reír al escuchar la conversación que tenían las amigas.
— ¿por qué siempre sus conversaciones son tan extrañas?
Lita al oler las frutas que traía Aeolus, levanta la cabeza y comienza a mover la cola con alegría.
—Traje esto para compartir, sé que te gustan Lita – Aeolus le enseña las frutas y se las deja a un costado a aquel zorro que estaba esperando comerlas y sin que se lo ofrezcan, comienza a mascar alegremente.
Aprovechando que Lita tiene una nueva entretención, Aeolus toma por los hombros a Clara y la recuesta junto a él encima del pasto para besarla tranquilamente. A ella le fascinaba que él la buscara ahora para entregarle su cariño y que fuera quien mayoritariamente tomara la iniciativa, amaba sus besos y el extraño cosquilleo que le provocaba en el vientre. Luego de un rato se mantienen acostados acariciando las mejillas o el cabello del otro, ambos podían escuchar como Lita seguía comiendo frutas, eso pronto le daría sed y tendría que ir a beber agua. Aeolus mira a Clara y levanta su barbilla.
— Hoy va a ocurrir un evento especial en Zartia, creo que te gustaría verlo...
— ¿Cuándo va a comenzar? — Clara lo besa nuevamente en los labios.
— ¡Ahora!
— Y lo dices tan calmado, ¡vamos! — Sorprendida se levanta rápidamente y lo toma de una mano y comienza a jalarlo con fuerza. Él ríe a carcajadas, mientras ve el esfuerzo que ponía Clara en tratar de levantarlo. Cada vez le gustaba más jugar con ella y ver sus expresiones tan tiernas.
— Esta bien, tranquila, vamos
—Lita, ¿Quieres venir con nosotros? – Clara se lo pregunta a su amiga.
— Creo que comí muy rápido— decía Lita chasquear la lengua, ya que se había comido casi toda la fruta — tengo mucha sed, iré a beber agua, luego los veo.
— Vamos, no quiero perderme el evento — dice Clara apresurando a Aeolus.
Los eventos en la ciudad por lo general eran grandes fiestas o desfiles que realizaban los ciudadanos o gente que tenía mucho dinero, siempre eran llamativos, alegres y era un momento especial para todos. Suben rápidamente al gran árbol y Aeolus, dirige la vista de Clara a aquel punto de la ciudad donde era el evento.
Una gran ceremonia se estaba realizando, para alguien de la nobleza o muy rico, tenían mucha pompa y los trajes que usaban todos, eran vistosos y elegantes. Ambos se acercan para mirar abrazados.
— Es una boda – mencionaba Aeolus.
— Pero ya hemos visto bodas, ¿esta es especial?
— Tiene que ser de alguien importante en aquella sociedad, entre mayor poder o dinero tengas, mejores serán sus fiestas.
— Las otras bodas que vimos, eran sencillas— Clara sonríe y suspira— Me gustan las bodas, me gusta ver cuando se profesan su amor.
— Si, está será una gran fiesta
Los invitados de la boda aplaudían y lanzaban cintas rojas a los novios.
—Pero, nosotros cuando confesamos nuestro amor, no nos vestimos de manera especial y no realizamos una celebración — Cuestionaba Clara— pero, confesar lo que uno siente por el otro, ¿eso es una boda?
— No Clara, eso no fue una boda, primero se debe sentir amor, y luego si la pareja lo desea, se casan para formar una familia, prometiéndose ante ellos, sus amigos y a los Dioses que respetarán esa unión.
— Los animales no tienen ceremonias, ellos solo se unen como parejas y forman sus familias.
— Nosotros no somos como los animales, tenemos reglas y esas reglas es para dar respeto a los Dioses. Si no se siguen, ellos pueden maldecir tu relación.
— Los Dioses ¿por qué imponen esas reglas a los humanos?
— Porque el humano eran su más amada creación, les otorgó inteligencia superior que al animal, por eso esperan que los hombres muestren sus respetos y es por eso que también los castigan al usar para el mal ese don.
— ¿Nosotros, también tenemos que regirnos por esa regla?
— Si, porque somos humanos...
— Entonces, ¿Qué soy de ti en este momento?
— Eres mi prometida — dice Aeolus mirándola dulcemente— porqué tenemos la promesa de ser esposos y compartir nuestra vida juntos.
— ¿Tendremos una boda?
— La tendremos, pero primero tengo que solicitar la autorización a los Dioses. Eso lo haré después del día de la plantación, si realizo un buen trabajo, ellos estarán satisfechos y no me lo negarán.
Clara se siente emocionada, pues sabía que, si Aeolus era su marido, ya nada los separaría y él ya no tendría miedo a que abandone el jardín.