Luego de dejar a Clara reposando en la cabaña, Aeolus le comenta lo ocurrido a quienes mostraron interés por la condición de su esposa.
— Debo alquilar un lugar en la ciudad para que la asistan, además de contratar personas que le lleven alimentos y cuiden de ella durante la noche – Aeolus dice esto, mientras busca el dinero que recibieron por la última venta de objetos de Jardín.
Jadurus se acerca al guardián, abriéndose paso entre los animales que hacían vigilia por Clara.
— Yo me quedaré a resguardar el Jardín, realiza lo que tengas que hacer con tranquilidad, las hembras se quedarán con Clara y la cuidarán.
— Gracias Jadurus, eres un buen amigo – respondía Aeolus con real gratitud
— A pesar de lo ocurrido con Rigi, yo entiendo tu situación. No pienses que no puedes contar conmigo. Todo saldrá bien.
Aeolus se levanta y se prepara para salir nuevamente.
— Trataré de ser rápido, espero que todo no sea engorroso
Se despide de Clara y se marcha a la ciudad cubierto por una capa con capucha, ya que no quería llamar la atención.
El buscar una vivienda en la ciudad no era tan sencillo como Aeolus esperaba, tenía que elegir entre varias disponibles, algunas sus estados higiénicos eran deplorables, las mejores eran casas costosas y encontró una que tenía muebles incluidos. Para los papeles tuvo que contratar a un secretario, ya que no sabía leer y debía confinar en lo que este le dijera con riesgo de caer en estafas, pero eso no le preocupaba, el dinero no era problema, su problema era el tiempo de Clara y la de él fuera del Jardín.
La vivienda no estaría lista sin todo el protocolo hasta 7 días para ser entregada, luego se dio cuenta que no alquiló la propiedad, sino que la compró y por eso el trámite se demora más.
Pasó a una oficina para contratar empleados, pero este era otro trámite engorroso, debía entrevistarlo, exigir requisitos, ver sueldos, etc.
El día terminó y dejó el anuncio de contratos para servicios domésticos, tenía que retornar rápido al Jardín. Al llega a la cabaña y ve a Clara, acostada en compañía de varias hembras y Lita, que no se apartaba de su lado.
— Mi amor, ¿Cómo te has sentido?
— Muy bien, lo he sentido moverse, así que nuestro hijo está bien – respondía Clara de manera alegre, tocando su vientre— ¿Has logrado conseguir lo que buscabas en la ciudad?
Mientras habla con Clara, Aeolus despide a las hembras que se marchan, solo quedando Lita.
— Si, pero las leyes de los humanos son extrañas y confusas, tendré que regresar mañana y llevar más cosas para conseguir dinero, por error compre una propiedad en vez de alquilar, así que buscaré un lugar por mientras puedas quedarte y tengo que ver los sirvientes que te cuidarán.
— Tranquilo, estoy bien y la herida no me duele – Clara le enseña el hombro, el cual se mantenía rojo pero la herida no sangraba
— No estaré tranquilo hasta asegurarme que todo esté bien – Aeolus se recuesta al lado de su esposa para descansar y hacerle compañía.
Ya pasaron 4 días desde el accidente de Clara. Aeolus viajó a diario a la ciudad, pero no conseguía alquiler de una propiedad que tenga condiciones óptimas para el estado de Clara, muchas eran habitaciones compartidas o estaban en azoteas muy frías.
El contratar personal no era tan fácil, con quienes hablo, ninguna cumplía con requisitos mínimos para confiarle en dejar a Clara a su cuidado. El hombre de la oficina decía que muchas veces se tardaba meses en encontrar lo que Aeolus buscaba, ya que muchas eran mujeres que solo necesitaban trabajos de medio tiempo para atender a sus familias.
Aeolus al regresar a la cabaña, sale a su encuentro Lita de manera apresurada desde la cabaña.
— Que ocurre? – pregunta Aeolus angustiado.
— Clara no se encuentra bien, está muy caliente y su herida huele mal, pero no se ve infectada.
Aeolus ingresa rápidamente a la cabaña y se dirige a su esposa, viendo que respiraba agitada y sudaba de manera profusa. Aeolus le pide a Lita que traiga algunos paños limpios y él va por agua fría.
Clara al ver como Lita lamia su mano y Aeolus colocaba compresas de agua fría en su cabeza, axilas e ingle, trata de calmarlos.
— No se preocupen tanto, esto pasará pronto
Aeolus descubre la herida de su hombro. Esta solo estaba roja, se acerca, pero no siente ningún olor desagradable que decía Lita.
— Clara aguanta, esto dolerá
Diciendo esto, Aeolus presiona la herida e inmediatamente sale contenido purulento en alta cantidad, limpia rápidamente y sigue realizando esta acción hasta eliminar el pus.
— Eso dolió ¿Por qué huele tan mal? – Pregunta Clara
— Tranquila y descansa. Todo va a estar bien – responde Aeolus con una sonrisa cariñosa.
Clara se da vuelta y trata de dormir. Aeolus le da una señal a Lita para que le acompañe afuera de la cabaña. Ya a fuera, ve que esta Jadurus expectante por lo que estaba ocurriendo.
— Esto está muy mal. Tiene una infección, dijo la partera que esto era el mayor peligro, está en riesgo Clara y el niño.
— Tienes que llevarla donde las parteras – dicen Lita preocupada
— Ellas dijeron que no la pueden tener en ese lugar donde hacen los controles, y no he conseguido aún un lugar en Zartia, aún me faltan 3 días para que me entreguen la casa, no puedo hacerla esperar...
— ¿Qué piensas hacer? – pregunta Jadurus angustiado al ver la preocupación de su amigo — si está en peligro, no puedes esperar hasta la mañana.
Aeolus comienza a entrar en pánico, no sabía qué hacer, no podía pedir ayuda hasta la mañana, incluso dentro de su desesperación, pensaba ingresar a una humana que la atienda dentro del Jardín, pero los Dioses estarían muy molestos con él, y ya se encontraba condicional por el evento con Rigi. Estaba acorralado, se sentía desvalido y desesperado.
— ¿Y si le pides a alguien de la ciudad que la cuide mientras se recupera? –intervenía Lita — Dijo que una mujer la reconoció en Zartia ¿Por qué no la buscas y le entregas a Clara hasta que esté mejor?