El pedirles a todos que guarden el secreto del regreso de Verónica, era sinónimo para esparcir el rumor muy lentamente de manera secreta, contándole a todos, pero a todos pidiéndoles que no se lo cuenten a nadie más, al final, todos hablaban de ello en la ciudad.
Un día en el mercado, varias personas se acercaron al Señor Delinne para saber si era real que su hija regresó de las profundidades del Jardín de la Inocencia. Esto le hacía comprender, que era justo contárselo a su mejor amigo y a su hijo, para que se entren por él, en vez de alguien más, lo que trajo una fuerte discusión con su esposa.
— Pero te he dicho que no... no quiero que Verónica sufra un disgusto por estar viendo a Roberto, ya te he dicho que ella ama al Guardián – le regañaba Ana
— Y yo te he dicho mujer, que eso no importa, ella ha sido manipulada, cuando vea a Roberto se le pasará, él la aceptará con el niño que trae.
— ¿Y tú quieres quitarle a su verdadero padre a ese niño?, ella ya tiene un marido y vendrá en una semana a verla.
Jorge se marcha sin escuchar a su esposa y se dirige a la puerta para salir de la casa.
Ya ha pasado 8 días desde la llegada de Clara a la casa de sus padres. Su condición era estable, pero aún con reposo. Hasta ahora su estadía y recuperaciones eran tranquilas hasta hoy.
La señora Delinne ve como llega el carruaje de su marido con los Leduc. Antes de que se detenga, sale corriendo Roberto desde el interior y sabía la Señora Delinne que tenía que detenerlo antes de que vea a su hija.
— Roberto, aguarda — dice Ana, pero el pasa rápidamente subiendo las escaleras de dos en dos sin escucharla y sin saludarla.
Roberto abre la puerta de la habitación en la que estaba Verónica y realiza una exclamación de asombro. Ahí estaba su dulce amor, durmiendo, tan hermosa como la última vez que la vio. Se acerca a ella y le acaricia el cabello.
Ella se despierta y se sobresalta al ver a este hombre que la acaricia.
— ¿Quién es usted?
Roberto estaba sorprendido al escuchar esto, pero el Señor Delinne le advirtió que perdió la memoria, pero esperaba al menos que lo reconociera.
— Soy Roberto... tu prometido
La madre de verónica llega rápidamente y ve como Roberto estaba arrodillado al lado de su cama.
— Roberto, lo mejor es que te retires.
El Señor Delinne llega apresuradamente y detiene a su mujer, hablándole de manera cariñosa a su hija.
— Mi niña, hable con ese hombre, le traerá hermosos recuerdos – Jorge saca a su esposa y cierra la puerta de la habitación.
— Usted ya no es mi prometido y si eso fue, ya ocurrió hace mucho – responde Clara al hombre que estaba a su lado con mirada esperanzada — ahora estoy casada y espero a un niño.
Roberto mira a Verónica y no puede creer lo que está le dice, trata de tomar aire y trata de calmarse, tenía que recuperar al amor de su vida.
Se quedaron más de una hora conversando, Clara recordaba muchas cosas de Roberto, pero no recordaba los sentimientos de amor por él, su historia romántica o recuerdos que fueran importante en esa relación, solo recordaba como si todo fuera una hermosa amistad. Esto se lo trata de explicar y le agradece por tan lindos momentos, pero que no puede corresponder a su afecto.
— Solo espero que seamos amigos, tú has sido alguien muy importante para mí y quiero que nos llevemos bien.
Roberto sabía que debía de jugar de buena manera sus cartas, no podía forzarla, pero tenía que ayudarla a recordar y la desesperación solo haría que se aleje de él.
— Si, eso me gustaría mucho... te he conocido por muchos años y siempre has sido muy cercano a mí, siempre como un fiel amigo – sonríe Clara.
Roberto debía comerse su orgullo y trata de actuar como un amigo, esta era la oportunidad de que su amor regrese a él. Se levanta y se dirige a la ventana para mirar por ella, hablando como si estuviera pensando en algo.
— ¿Me has dicho que estás casada?
— Así es... con el guardián del Jardín
— Yo estoy prometido con una joven, se llama Amalia, algún día podré presentártela
— Eso me gustaría mucho, estoy feliz que tu vida pudo continuar — sonreía Clara
— Así es cuando estás enamorado, quieres a esa persona con su presente y su pasado, y nunca se guardan secretos.
— Es verdad, las parejas no deben tener secretos
— Y el Guardián, ¿Te ha contado sus secretos?
— Si, conozco todo de él
— Y él ¿conoce todo de ti? Me refiero a que pasaron tantos años, pero nunca te trajo de regreso con nosotros, nunca te dio la opción de elegir
— Es que él tenía miedo de que quiera quedarme aquí.
— Eso quiere decir que no respeta tus decisiones o no confía en tus sentimientos. Solo le importa su bienestar personal, pero no le importaba que tu tenías una familia que te amaba y te negó el derecho a verlos
Clara estaba confundida, puesto que Roberto tenía razón en lo que le decía, pero no quería escuchar eso.
— Quizás todos somos egoístas – concluye Clara
— Amar, también significa sacrificarse por el otro, aunque eso pueda doler, esperando lo mejor para el ser amado.
— Pero él se enfrentó a los Dioses para que estemos juntos
— Correcto, pero lo hizo por su propio bien, pero él no confiaba en ti
— Él si confía en mí, solo tenía miedo... – para Clara era triste hablar de esto, pero sabía que Aeolus la quería.
— Si confiara en ti, no tendría miedo de nada ¿tu crees que él te ha contado todo?
Clara asiente con la cabeza.
— ¿Te dijo entonces que fuimos hace 2 meses a buscarte al Jardín? porque sabíamos que estabas ahí y solo queríamos saber si te encontrabas bien.
Clara se sorprendió al escuchar eso, esa noticia la deja estupefacta y tenía que estar mintiendo.
Roberto capta ese cambio de expresión en el rostro de ella, así que continua con su relato, puesto que estaba acertando.