El Joven que contó sus propias estrellas

En el palacio

El rey, el gran Abba padre, ofreció una fiesta en palacio para darle la bienvenida al reino a los mejores caballeros de entre los mejores. Al llegar a palacio todos saludaban con gran respeto a los caballeros, el palacio estaba lleno de luces, flores y personas, un gran banquete deslumbrante en el centro, bufones a un lado para alegrar más la noche, bailarinas en otro danzando con una gran sonrisa en sus rostros, personas que reían y hablaban mientras observaban todo lo que pasaba, el rey, la reina y la princesa al fondo con los sabios del reino, los marqueses, las condesas y los duques y las duquesas que fueron invitadas para esa gran noche tan especial.

Los súbditos eran incontables, las mesas de los caballeros estaban junto a la de los banquetes, en frente del lugar en donde estaba la familia real sentada observando la fiesta.

Todo mundo hablaba de los caballeros y de sus hazañas y proezas, de sus victorias y de sus conquistas, las historias corrían de boca en boca y todas estas cosas llegaban a oídos del rey, quien se maravillaba cada vez más al escuchar todo lo que se decía, a su Tiempo él mismo tomó la palabra y todo palacio quedó en silencio para escuchar lo que tenía su majestad Abba Padre que decir ante los que allí se encontraban esa noche.

– Me gustaría invitar a los mejores caballeros de entre los mejores a pertenecer a la guardia real, a ser mis caballeros y gozar de grandes privilegios si lo aceptan, vivir en palacio y ser mi guardia personal. Antes de aceptar me gustaría que los evalúen mis sabios ¿alguno de entre ustedes puede tomar la palabra? quiero probar que tan elevado es el intelecto de ustedes. Sabemos lo buenos que son con la espada, ahora lo que necesitamos es saber hasta dónde llega su sabiduría –Todos los caballeros casi al unísono pidieron a Sebastián que tomara la palabra, pues desde el principio se destacó en conocimiento y una sabiduría increíble. El rey pidió que Sebastián fuera evaluado por sus sabios, y estos en conferencia hablaron sobre qué decir y al cabo de unos instantes efectuaron una pregunta y luego pasaron a realizársela al joven caballero.

– ¿Adónde va tan grande caballero?

– Si quieres saber a dónde voy sólo tienes que preguntar de dónde vengo y obtendrás la respuesta –esta contestación agradó al rey quien hizo señal de que continuaran, a los sabios pues nadie se atrevió a preguntarle eso–.

– Caballero Sebastián –Dijo uno de los sabios–, según su punto de vista ¿cómo puede el reino llegar a fortalecerse más, con más y mejores caballeros, más y mejores sabios, más y mejores súbditos o un mejor rey? – El silencio se apoderó del lugar para escuchar la respuesta del joven caballero, todos los ojos del reino estaban sobre él en ese momento. Sebastián meditó un rato la cuestión y luego paso a decir:

– El reino está compuesto por caballeros, sabios, nobles, súbditos y reyes; con ellos se fortalece, pero no por ellos. Hubo un rey que le preguntó a sus sabios donde hallar la fuente de la sabiduría para saber fortalecer el reino, cincuenta de los sabios le hicieron llegar un gran libro, pero el rey dijo que no tenía Tiempo para leer tanto, tenía que atender otros asuntos, así que les pidió que se lo llevaran y lo resumieran para el poder leerlo.

Ellos se marcharon y al cabo de diez años volvieron treinta de los sabios con un libro más pequeño, pero su majestad se lo halló muy extenso aun para leerlo pues no tenía Tiempo para eso, así que envió a los treinta sabios a que lo reducirán un poco más y que volvieran cuando estuviera listo para el poder leerlo.

Nuevamente se marcharon y al pasar diez años regresaron quince sabios con un pequeño libro de tan solo treinta páginas, el señor lo miró y se lo encontró muy largo aún para leerlo pues no tenía Tiempo y les ordenó que se marcharan y lo resumieran en otro más pequeño para que el pudiera leerlo, los sabios se retiraron y luego de otros diez años a lo lejos se veía la silueta de un hombre encorvado por la edad y envejecido por el Tiempo, era uno de los sabios que volvía con un pequeño papel que contenía la fuente de la sabiduría para fortalecer cualquier reino.

El rey al verlo llegar ordenó que le hicieran aproximar el papel para leerlo y éste decía de la siguiente forma:

La fuente de la sabiduría para fortalecer cualquier ejército, reino, persona, ciudad o nación es el Tiempo, justamente aquello de lo que carecía el rey, y es que solo el Tiempo nos hace fuertes para seguir de pie y volver a luchar de nuevo – Todo mundo en palacio quedó perplejo con la respuesta del joven caballero, aun los sabios quedaron sin palabras ante tan magna sabiduría, lo que más sorprendía era la juventud de este caballero y el conocimiento que destilaba ante todos.

Fue el rey quien luego de varios minutos de murmullos y silencio, llamó la atención de todos para hacer una petición especial al joven Sebastián.



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Editado: 28.02.2018

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