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Jeanine se encontraba en su nuevo apartamento. Parecía que olvidaba lo feo y raro que se veía, pero era evidente que no podía dormir por las noches. No podía negar que algo malo está pasando. Desde que sale el sol hasta el siguiente día, las cosas se vuelven horribles. Como sufre de insomnio todas las noches, pesadillas, rasguños y golpes. Sus piernas tienen muchos cardenales, cada día amanece con un nuevo. Hasta que hace cuatro días llamó a su madre para contarle lo que le sucedía.
— ¿Y te duelen cuando te los tocas?
—No. Solo están ahí. Al principio creí que era por lo de la mudanza, pero luego me di cuenta que han salido por otras razones.
—Le preguntaré a nuestro médico, para ver qué nos recomienda. ¿De acuerdo?
—Bien, mamá —algo se le atoró en la garganta y no estaba dispuesta a escapar de la verdad esta vez—. Oye..., ¿y cómo se encuentra papá?
—Sigue decepcionado por el abandono a la facultad de derecho. Le he conversado de aquello, pero no planea entenderlo. Solo dale tiempo, Jeanine, estoy segura que Alonso en algún momento va a entender que para ti no fueron las leyes sino las artes.
Era seguro que su padre no iba a superar tan fácilmente lo sucedido con sus estudios. Estaba segura que su padre se le pasaría el coraje, pero ya se dio cuenta que no fue así. Tendría que poner de parte y esperar para que las cosas se solucionen.
No podía olvidar lo que sucedió en aquella mueblería, como vio a aquel ser que voló a su cuerpo, aquellas horribles fotos y eso no era nada. Las noches en el apartamento son frías, los objetos cambian de lugar o simplemente desaparecen, ruidos, pasos y la horrible sensación de ser observado.
Tiene que contárselo a alguien.
—Oye, mamá...
— ¿Sí?
—No, nada —se arrepintió creyendo que su madre la tildaría de loca.
— ¿Hay algo que quieras contarme, hija?
—No. Estaré bien. Te llamaré pasado mañana para ver cómo van las cosas. Te quiero.
No podía estar en calma o pensado con total lucidez. ¿Qué está pasando en su vida? ¿Mirla y Tábata estarán viviendo lo mismo que ella? ¿Qué...
Un horrible sonido se escuchó a lo lejos. Algo se quebró. Miró el reloj digital, seis y cuarenta de la noche. Hizo un puño con sus manos, respiró hondo. Es imposible que estén pasando cosas extrañas en estos momentos, son irreales. Nada de lo que está sucediendo puede ser real para ella.
Se levantó del sillón y no tomo nada para defenderse, si había un ladrón en la casa estaría en desventaja, pero si había otra cosa desconocida, nada la ayudaría. Su corazón late con fuerza, su respiración incrementa, no quiere ir hacia ahí, pero tiene que. Encendió la luz.
En el suelo, junto a la pequeña mesa que está utilizando para poder cortar algunas legumbres se encontraban en el suelo varios platos rotos.
La luz se fue y un grito de Jeanine se escuchó. Sus nervios están de punta, su espalda estaba recta, hasta el último vello de su cuerpo se erizó.
La habitación esta desolada, sin nadie dentro, solo ella. En la oscuridad, un rayo de luz artificial lo iluminó todo. Se giró y otro haz de luz casi la dejó ciega. Su cámara estaba ahí, sobre el mesón de baldosas blancas. La tomó y la revisó.
Era casi imposible que alguien haya accionado a la cámara, no podía ser eso posible. ¡Una locura! Pero si quería saber lo que hay dentro de este misterio tendría que averiguarlo por sí misma.
Fue a la galería y revisó las ultimas fotos que han sido tomadas... su expresión fue de horror.
En la primera fotografía se encuentra ella de espaldas, en la misma se encuentra un manto blanco que cubre la mitad de su cuerpo y una mancha negra que está a centímetros de su cabellera. Acercó a la foto y vio mejor, una especie de mano transparente estaba tocándole el hombro.
La siguiente foto es aún peor.
Sus ojos se agrandaron, su lengua quedó quieta y luego sintió como si estuviera enrollando por sí sola, su cabeza dio un vuelco repentino, como si estuviera adormecida, sus manos comenzaron a temblar sin un tipo de coordinación motora.
En la imagen, ella estaba de frente, el flash iluminando todo su rostro, sus ojos achinados y un cuerpo colgado sobre ella. Un horrible rostro de una mujer de su edad, con un rostro oscuro, dos cuencos negros como ojos con pupilas saltonas y brillantes, una mano muy pálida le sujeta el cuello mientras la otra se levanta al aire mostrando unas venas muy negras como si por estás corriera alquitrán, con el vestido flotando en el aire tal como su cuerpo sin piernas.
La cámara cayó de su mano.
« ¿Qué... —se escuchó un siseo—...que tanto miedo puede esconder un ser tan inmundo como tú? »
La cabeza de Jeanine se movía de izquierda a derecha, era una voz femenina, como si las estuviera estancada en cada palabra de una forma aguda y muy tenebrosa.
«Quizá existe... una forma de llegar a un arreglo. Yo tendré tu agonía y yo mi disfrute»
Una horrible carcajada se escuchó en la cocina.
«Yo conozco tus lamentos. En el pasado mi sufrimiento fue mi autentica sentencia de muerte, ¿podría ser la tuya también?... El mismo final para ambas, una sola historia; solo necesito un cuerpo para cumplir mi propósito.»
Una sombra pasó por atrás de ella, casi sentía como si un ser femenino estuviera dando vueltas por toda la cocina.
«Del lugar de donde yo vengo solo existe el sufrimiento y la agonía, una pena muy fuerte que necesita ser compartida con todos... Entre más, mejor... Pero tú y tus amigas hicieron que esa línea que me separaba a lo real se acortara por unos minutos.... Entre más, mejor... De donde yo sufría hay más, había miles y todos estaban perdidos encontrando un camino.»
— ¿Quién es? —susurró sin fuerza, una carcajada le martilló su voluntad—. ¡¿QUIÉN ES?!
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Editado: 02.07.2021