Parpadeé varias veces, me froté los ojos y agucé la vista. No podía creer lo que veía: un mundo completamente rosa.
No, no era un chiste. Era todo literalmente rosa.
El suelo, el cielo, la tierra, los árboles, las viviendas, los objetos, todo, todo, TODO era rosado, hasta las palomas que nos observaban. Rosa, rosado, flamenco, sandía, coral, melocotón, chicle, crepé, magenta, entre otros, eran los tonos que nos rodeaban.
—Tengo miedo… —balbuceó Jacinto.
—No seas cobarde. Hemos repuesto energías durante la transición, no morirás fácilmente.
Ariel tenía razón. Extrañamente, ya no me dolían las heridas obtenidas en el nivel anterior. ¿Acaso me habían curado? ¿O se trataba de que esto no era real?
Seguía con el brazalete puesto. No pude ver si mis compañeros tenían uno, ya que estaban usando chaquetas.
—Antes de comenzar… necesito que me expliquen por qué estamos aquí. Quiero que me digan qué cosas son reales, y cuáles son virtuales. Quiero saber si todo esto está ocurriendo en realidad, o se trata de mi cabeza.
Jacinto y Ariel compartieron una mirada de complicidad. Luego, el muchacho rubio me respondió:
—Eso sólo podrás averiguarlo vos. Si llegásemos a decírtelo, perderíamos una vida.
—¿Eh?
Ariel bufó.
—La Cabina es un juego, Abril. Supongo que habrás adivinado que tenemos que encontrar la Puerta Dorada para finalizar cada nivel, pero a medida que crece la dificultad, se sumarán misiones u obstáculos más complejos.
Tragué saliva. Estábamos en un puto juego.
Mierda.
—¿Hay una sola Puerta Dorada?
—Puede haber más de una, pero tenés que encontrar la correcta: la que te traslade hasta la Zona de Transición. En otras ocasiones, puede aparecer luego de que hayamos completado una misión.
Me pregunté qué tipo de tareas podrían asignarnos. En mi cabeza, se abrió un amplio panorama de ideas terroríficas.
Hice una pequeña pausa. Ellos no podrían responderme “todo”, pero seguiría intentando averiguar algo:
—¿Qué pasa si ganamos?
—Ahora no puedo hablar al respecto. Supongo que ellos me indicarán cuando deberé hacerlo.
—¿Ellos? ¿Te referís a los hijos de puta vestidos de blanco?
Esbozó una sonrisa torcida. Mi comentario le había caído simpático. Sin embargo, replicó:
—Eso tampoco puedo decírtelo. Parecés una chica inteligente. Deberás sacar tus propias conclusiones.
Suspiré con resignación.
Miré mi alrededor. Había unas estatuas rosadas, que tenían forma femenina y usaban vestidos largos y elegantes. La mayoría lucía una larga cabellera trenzada.
Pronto, aparecieron unas inscripciones en la tierra rosada. Ariel, Jacinto y yo las observamos con atención.
Nivel Dos: Mundo femenino.
Abril debe robar el anillo de la reina.
No hay nada más peligroso que una mujer fuerte y segura de sí misma.
—¿Qué? —no podía creer la misión que me habían asignado: ¿Robar? ¡Yo jamás había cometido un delito!
Los chicos me ignoraron.
—Creo que es hora de empezar —anunció Ariel—. Cuanto más rápido lleguemos al Nivel Final, mejor para nosotros. El tiempo vale oro.
Ya había mencionado anteriormente la importancia del tiempo.
—¿Por qué lo decís?
Negó con la cabeza. No pensaba responderme.
Cómo odiaba sentirme tan confusa y no tener forma de averiguar qué carajos estaba pasando.
Ariel se echó a andar. Jacinto y yo lo seguimos. Mientras tanto, pregunté:
—¿Por qué nos eligieron? ¿Cuál es el objetivo de este juego?
—No podemos responderte eso —contestó, malhumorado—. ¿No te lo dije ya? ¡Tenés que averiguar algunas cosas por vos misma! ¡Yo también estuve en tu lugar!
Antes de que pudiera irritarme siquiera porque me contestó de ese modo, se arremangó la chaqueta.
Observé sus brazos. Ariel tenía en su muñeca izquierda, el mismo brazalete que yo, pero en color plateado. Sin embargo, Jacinto no lo poseía ¿Se habría liberado de él? ¿Quiénes serían ellos en realidad? ¿De qué se trataba este juego?
A pesar de que me molestaba no poder conseguir respuestas, era consciente de que Ariel me había dado una pista, y de estar enojada, pasé a sentirme agradecida.
Mientras andábamos, miré a Ariel. A pesar de ser delgado, era fuerte y ágil. Detrás de ese rostro que parecía imperturbable ¿Existiría un chico que sufría por estar lejos de sus seres queridos? ¿Se habría quedado atrapado en la Cabina también? ¿Lo habrían obligado a permanecer aquí adentro? ¿Cuál sería su historia?