Suena el despertador, y por unos instantes no se qué día es ni dónde estoy. Ese horrible sonido que me arranca sin piedad de los brazos de morfeo. Abro los ojos sin poder distinguir por unos segundos nada en la espesa oscuridad, hasta que mis pupilas despiertan. Bostezo, deseando quedarme unos momentos más sumergida en el sueño del que me he despertado.
Extrañamente, me despierto con energía, sonriente y con ganas de ir a clase. Me siento con fuerzas, con ganas de luchar y no huir. He soñado con Noah, quizá sea eso. No era un sueño erótico ni nada parecido, o eso creo. Ha sido como una conexión mucho más profunda que el sexo. Solo ha sido un roze, un simple sueño en donde él rozaba mi mano con sus largos dedos. Flotando, no sé si en el océano o en el universo. Ha sido de lo más extraño, todo estaba en silencio, no había nada ni nadie solo el y yo. Intento recordar de nuevo esa sensación por un momento hasta que me obligo a salir de la cama.
Con el agua resbalando por mi espalda, tomo la decisión de dejar de esconderme, de intentar en vano evitar los continuos ataques de Lucas. Ya no. Ya no ocultaré mi rostro bajo la capucha, como una avestruz asustada.
Me miro al espejo, cansada de ver mis ojeras decido maquillarme, me peino con una trenza como una auténtica guerrera. Tomo mi café, agarro la mochila, y me dirijo a mi particular guerra.
Estoy acostumbrada a seguir desde hace años, el mismo camino, pero hoy he decidido coger otro, que sin duda es más corto y no pasa por la casa de Silvia. Aunque tampoco creo que esté esperándome allí como una idiota después de lo de ayer.
Al llegar a clase, me doy cuenta de que ella aún no ha llegado, empiezo a pensar que quizá si lo haya hecho, pero no soy su perrito, a si que se joda. Saco el móvil, y efectivamente tengo varios mensajes suyos.
– ¡Te he estado esperando en casa!. ¡Casi llego tarde por tu culpa! – me acusa ella como si pasar a recogerla fuera mi obligación.– ¿Todavía estas enfadada?–A Silvia siempre se le ha dado bien hacerse la tonta, la que no ha roto un plato, pero no va a hacer que me sienta culpable está vez.
Niego con la cabeza sin mirarla. En realidad ni siquiera estoy ya enfadada, solo cansada de ese estúpido jueguecito a dos bandas. Ni siquiera me merece la pena contestarla.
-¡Auri! es que... ¡Joder! Parece que te gusta ese bicho raro.
- Ese bicho raro, tiene nombre. Y si me gusta o no, no es asunto tuyo.
- ¿Y si Lucas tiene razón... ?
- Y si Lucas tiene razón ¿Que? – pregunto, intentando que me esplique que tiene que ver eso conmigo.
– Pues no sé, pero y ¿Si es peligroso?
–Muy típico de ti, primero juzgas a tu conveniencia, ¿después ya te informaras de si es cierto?
- No le juzgo, pero es que...
- Pero es que...¿Que? ¿Es asunto tuyo si ha estado o no en un correccional? ¿Que más te da?
- ¡Joder Auri! Ese tío tiene pinta de psicópata, tu misma lo digiste. Pero si lo digo yo, soy una cabrona ¿No? - Touché. Hay me ha pillado. Yo también juzgué antes de tiempo.
- ¿Sabes lo que creo? Que tú y tu amiguito Lucas estais el trastornados. Y si pensáis que estamos o no liados, me importa una mierda. Y si ha estado en un correccional o no, ni es mi problema ni el vuestro. ¡Así que déjame en paz! ¡Por qué me importa una mierda dónde cojones haya estado el año pasado y dónde se haya hecho esa maldita cicatriz! – Respondo totalmente enfadada y fuera de mi, harta de que intente manipularme. Mi tono de voz a ido in crescendo, hasta llegar casi a ser gritos. Toda la clase me ha escuchado. Deben pensar que me volví loca, pero que más da, solo les doy una razón más para sigan hablando.
– Estás loca– dice Silvia, haciendo que pierda totalmente los nervios.
Por desgracia, también Noah lo escucha todo desde la puerta y se dirige directo a mi y empujando a Silvia, me agarra del brazo y me saca a la fuerza, fuera del aula, aprisionando me contra la pared. Creo que debí callarme, así sólo he conseguido ponerle en evidencia. Puede defenderse solo, no necesita que la pringada de la clase salga en su defensa como una histerica. Ahora tengo ganas de llorar, y salir corriendo. Toda la fortaleza que sentía está mañana, se ha esfumado como el humo de su cigarrillo.
Me observa fijamente, pero no dice nada, como esperando que le dé algun tipo de esplicacion. Está tan cerca que puedo escuchar su agitada respiración y el aire salir con fuerza por sus fosas nasales, como un toro a punto de embestir. Mantiene su mandíbula apretada y sujeta mi brazo con tanta fuerza, que está apunto de hacerme daño. No se que es lo que esta pensando, pero casi empieza a asustarme.
- ¿Que coño a pasado? – pregunta en un tono algo más sereno.
Bajo la cabeza, sin atreverme a pronunciar ni una palabra.
–No tenias que haberte metido en esto. Podía haber capeado el temporal yo solito. ¿No crees?- susurra a mi oído, soltando mi brazo.
Permanezco en silencio. Esta furioso y yo me siento insignificante a su lado, y no puedo evitar que mis ojos se inunden.
- Lo siento...yo solo... – digo al fin, sintiendo que de verdad he metido la pata.
Resopla y afloja su mano. – Da igual, a mi también me importa una mierda lo que estos imbéciles piensen de mi. Pero no dejes que estos gilipollas te vean llorar ¿Ok?- . Pide secándome una lágrima, dejando de ser el ogro que parecía. – Deja que chismorren, para el caso, parece que no tienen otra cosa mejor que hacer. – dice guiñándome un ojo.
Le devuelvo la sonrisa. Se acerca mas a mi, tanto que puedo sentir su aliento a menta en mi cuello. – Ese imbécil si que deberia tener cuidado, no sea él al próximo al que mande al hospital.– dice riéndose.
Toda la clase nos mira, el odio de unos y la curiosidad de otros es palpable. Prosigo mi camino, ignorando los murmullos que se forman a mis espaldas, luchando por mantener la cabeza erguida, y no perder de nuevo la serenidad.