En sombras danzantes de la noche fría,
donde el eco de la tristeza susurra,
se teje un poema de desesperanza,
un lamento que en el alma perdura.
En campos de gris melancolía,
donde las flores marchitan su esencia,
se desvanecen los sueños de antaño,
y el corazón se envuelve en ausencia.
El suspiro del viento lleva consigo
la melodía triste de un adiós,
donde la esperanza yace desgarrada,
como un poema roto, sin voz.
En el ocaso de días desolados,
se desliza la desesperanza sutil,
tejiendo hilos de pesar en la trama,
del alma que busca un renacer fútil.
En cada silencio, en la penumbra,
la desesperanza pinta su cuadro,
un lienzo oscuro de sombras eternas,
donde el corazón se siente atrapado.
Pero en el rincón más profundo del ser,
donde la desesperanza se oculta,
un destello de luz aún titila,
esperando romper la sombra que insulta.
Así, en la danza de la desesperanza,
se entreteje la trama de la vida,
un poema incompleto, pero no perdido,
donde la esperanza aguarda escondida.