El sol estaba en su punto máximo y quemaba fuerte, pensó que ya era la tarde siesta.
_ 3 pm o 4 pm_ se dijo a sí mismo, por lo cual calculaba que casi llevaba un día allí, dando vueltas, buscando la salida. Con las piernas cansadas de tanto andar se sentó en una esquina a descansar. Comió otra naranja con calma disfrutando mientras dejaba acomodadas a las demás en el suelo junto a él. El silencio del lugar era tan profundo que se podía escuchar el ruido de la brisa moviendo las hojas de los rosales por todos los pasillos del laberinto. Las gotas de sudor le corrían por su cara por el fuerte calor. Tenía ganas de una siesta, pero no quería perder mucho más tiempo.
_Solo descansaré unos segundos y seguiré _ se dijo mientras cerraba los ojos y se recostaba hacia atrás sobre el suelo.
No pasó mucho tiempo hasta que escuchó unos pasos y de inmediato abrió los ojos, sin saber si solo había sido un sueño o algo real, al mirar a su derecha hacia la entrada de otro pasillo vio una sombra que se acercaba poco a poco a esa intersección.
De inmediato se puso en guardia levantándose del suelo, el cansancio fue reemplazado por un estado de alerta. La sombra se acercaba más y él a su vez retrocedía de a poco hasta llegar a la pared y pincharse con las espinas de los rosales. La sombra se acercó al borde la esquina y se detuvo por unos minutos.
Leo se puso firme y estaba listo para correr en cualquier dirección si era necesario. De repente la sombra volvió a moverse hacia él y de ese pasillo apareció un enano que luego giró hacia donde Leo estaba y mirándolo fijamente. Pero sin previo aviso salió corriendo con gran velocidad en dirección a Leo.
_ ¡Ya vienen! ¡Ya vienen! ¡Ya vienen los lobos!_ Leo quería correr pero a último momentos sus piernas se petrificaron del miedo y se quedó inmóvil pegado a la pared, no era lo que él esperaba, quería salir huyendo. El enano pasó por enfrente de Él siguiendo su camino y ni volteo a mirarlo, luego giró hacia la izquierda y se perdió en otro pasillo
Al perderlo de vista, el corazón le volvió al pecho y suspiró con alivio, pensó que ese enano le haría algo.
_ ¿Ya viene los lobos?_ repitió lo que decía, preguntándose si debería salir corriendo como el enano por ello.
Su miedo fue mayor al escuchar gruñidos y pasos de animal, detrás de él, justo en el pasillo por el cual llegó el enano. Lento y con mucho miedo se giró para ver si era verdad sus miedos o solo imaginación.
Eran dos lobos tan reales como el mismo. Era el momento de huir, y con todas sus fuerzas empezó a correr en la misma dirección en la que había ido el enano. Corría y corría tan rápido como podía esquivando las paredes con rosales, derrapando en cada esquina intentando perderlos de vista, pero seguía escuchando sus gruñidos y patas corriendo detrás de él.
Al llegar al final de un callejón sin salida, los lobos lo acorralaron en la entrada de este y no tenía forma de escapar. Retrocedía a cada paso que daban los lobos acercándose a la pared cubierta de espinas de los rosales.
Cerró sus ojos y se apretujo contra está esperando su final, pero al empujarse para atrás sin previo aviso sintió que caía al vacío y luego….
¡¡¡Plaff!!!
Muy lentamente abrió sus ojos y vio los rosales arriba de él. Se levantó del suelo y observo todo su alrededor, al parecer había caído en otro laberinto subterráneo por una puerta de piedras que estaba bien cubierta por los rosales
_¡¡¡Otro laberinto!!!_ reclamo a la nada, luego de mirar a todo su alrededor por un rato pensó en positivo
_ Bueno. Tal vez encuentre una salida por aquí…_ se dijo a sí mismo tratando de ser positivo.
_ ¡Tengo que apurar el ritmo para salir de aquí o llegare tarde a mi boda! _ Pensó mientras caminaba a su derecha a paso rápido esperando hallar la salida.
Se alegró de no escuchar a los lobos detrás o sobre él y aun con miedo o ansiedad por no saber si había más peligros esperando a cada paso que diera. Se lamentaba porque en su escape de los lobos había perdido las naranjas y luego de caminar al menos 3 horas moría de hambre, no literalmente.
Soportando la molestia del hambre por horas y con la poca luz del día que se filtraba por entre las plantas que cubrían las paredes del laberinto subterráneo. Se preguntaba si tal vez ¿había caminado en círculos por horas?
Comenzó a notar que la luz que se filtraba comenzaba a atenuarse, al parecer comenzaba a caer la noche
_ ¿Estuve caminando todo el día por aquí abajo? _ se preguntó
Cuando por fin, a mitad de un largo pasillo vio una puerta de madera con escalones que al parecer conducía a la salida de ese lugar subterráneo y tal vez también a la salida del primer laberinto
Se puso tan feliz que a pesar del hambre corrió hacia allí, subió las escaleras, empujo la puerta y ver el exterior, aunque su felicidad no duró tanto al ver que aún seguía dentro del primer laberinto. Al mirar al cielo, no era la noche la que comenzaba a caer, sino las nubes de una tormenta eléctrica que se acercaba por el horizonte.
Había salido en lo que parecía otro claro del laberinto, otro jardín con una laguna, arboles, asientos un una torre en el centro del lugar, a la cual se accedía a la cima por una escalera de mano. De esta torre salía un puente colgante de madera y cuerdas muy viejo y desgastado, el cual parecía ser la tan esperada salida que Leo buscaba.