El lado oscuro del Rey

Capítulo IV: Secretos

–baila conmigo, bonita– me pide Vladimir una vez separándose de mí, por mi parte acepto gustosa y los invitados se van haciendo a un lado.

Estamos los dos en el centro de la pista y los músicos comienzan a tocar una balada lenta, bastante romántica a decir verdad. Danzamos alrededor de la pista como si estuviéramos solos, en determinado momento recargue mi cabeza en su pecho y sonrío, feliz de que al fin lo haya encontrado, de sentir todas estas emociones, ya sean contradictorias ya que sé que a partir de que cruzaron nuestros ojos mi vida había cambiado.

Una vez que terminamos de bailar, Vladimir me lleva hasta dónde está mi familia, mi padre está enojado, Lucian desapareció, Ed simplemente esta cruzado de brazos y mis dos pelirrojas favoritas casi casi que quieren saltar de la felicidad.

–Eres un infeliz– dice mi padre en cuanto nos acercamos– buena estrategia Enys, presentarla cuando los miembros del consejo son tus invitados.

–a comparación de ti yo no concibo la idea de tener a mi pareja lejos. – ¿Cuándo va a parar estas discusiones tan tontas?

–Papá, por favor deja de hacer este tipo de comentarios– dije ya harta de la situación– es mi mate, no puedes evitarlo.

Al parecer algo se le movió dentro de sí, ya que decide finalizar la conversación e invita a mi madre a bailar.

–Vaya sí que tienes control sobre él– dice Vladimir viendo bailar a mis padres.

–de algo sirve ser su princesa ¿no?

–No cantes victoria– susurro Ed al lado de mi– papá no es de los que se rinde fácilmente.

 

Cuando decían que las celebraciones de los vampiros son interminables, parece que no mentían, dos de la mañana y la fiesta estaba en su mero punto pero no para mí, necesito dormir por lo que mi familia y yo nos despedimos y sin más nos fuimos a nuestras habitaciones.

En cuanto entro a la habitación, prendo la luz, seguido de eso aviento los tacones y me quito el vestido, me pongo mi pijama, unos shorts y una camisa de Ed, me robe pero no le digan.

Había pasado una hora y el sueño no llegaba, o sea si tenía sueño pero no podía dormir, que extraña soy. Estoy por darme por vencida cuando escucho pasos tranquilos en el pasillo, y pronto su olor me invade y sé que él será la solución. De repente recuerdo que una de las chicas del servicio menciono que la habitación de Vladimir estaba muy cercana a la mía.

Decido dejar de lado mis inseguridades y antes de que mi mente le diera vueltas al asunto me paro de la cama y me dirijo hasta el origen de ese olor tan característico, ventajas de tener un buen olfato.

No fue difícil dar con la habitación de Vladimir, estaba demasiado cerca, decido entrar sin avisar porque pues no sé, es mejor así, supongo.

Entro a la habitación, la cual está a oscuras por lo que no puedo analizarla como quiero, lo que sí puedo ver es la cama y ahí está la persona que busco, el cual está dormido. Me voy acercando a la cama y me meto entre las sabanas en un intento de no despertarlo.

– ¿Qué haces? – lo único que puedo dar es un salto del susto, al parecer no estaba dormido. – ¿Anastasia?

–No puedo dormir– respondo con pena– ¿te molesta que me quede contigo?

–Ya estás aquí– dijo con despreocupación.

No lo pienso mucho y me acomodo junto al vampiro, le doy la espalda y sorpresivamente Vladimir pasa su brazo por mi cintura y me arrima más a su cuerpo, el cual está muy frio, pero como estamos en primavera apenas está bien.

– ¿los vampiros pueden dormir? – digo después de un momento.

–podemos mas no lo necesitamos, más que dormir es como descansar los ojos.

–Eso es ilógico– respondo riéndome mientras me volteo para verlo o intentarlo.

–solo cerramos los ojos, Anastasia. – Dice sonriéndome– Ahora duerme no quiero que mañana te quejes de que no te deje dormir.

–Me duermo con una condición– en serio este arrebato de sinvergüenza me está asombrando– dame un beso.

Mi vampiro no responde, simplemente actúa por lo que pronto tengo sus labios sobre los míos. El beso es lento, en serio me encanta; actuó por instinto y me subo encima de él y bueno Vladimir no se queda quieto, sus manos viajan a través de mi espalda y baja hasta mis nalgas donde aplica más presión y de inmediato siento su miembro golpeando mi vientre y sin poder evitarlo suelto un gemido y bueno la magia se acaba porque él me agarra de las caderas y me separa de su cuerpo.

–No podemos– dijo agitado– al menos no aun.

–Amargado– susurre volteándome.

–yo diría más bien responsable.

 

–Chiquita– escucho su voz, pero no le hago caso estoy demasiado cómoda– Anastasia.

–Déjame en paz– susurro con mi voz ronca.

–Te van a estar esperando– dijo Vladimir cerca de mi oído.

–pues que esperen. – respondo enrollándome más en la sabana.

Ignoro los llamados de Vladimir, sé que estoy encima de él pero estoy cómoda, tengo sueño y no me quiero ir.




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