Compa, tenemos problemas.
Richard se ha vuelto loco, es mejor que vengas lo antes posible o será demasiado tarde.
Te saluda Liam el magnifico
Erick, tenemos problemas, por favor es indispensable tu presencia en Cuxem.
Pajarito
Vladimir termino de leer las dos cartas de sus amigos, apenas le había pedido a Liam que vigilara a Ana cuando repentinamente le avisaban que estaba en problemas. Ambas cartas eras muy lacónicas por lo que el vampiro no sabía en que se había metido esta vez su pareja, lo que haya sido tenía que llegar de inmediato a Cuxem.
–Eleonora estas a cargo en mi ausencia– demando Vladimir viendo fijamente a la rubia, está la miro confundido, Vlad salía muy rara vez de Vancorium.
– ¿Se puede saber el destino de tu viaje?– curioseó la consejera principal de Vladimir.
–Cuxem. – respondió el vampiro y antes de que su consejera pudiera responder el vampiro ya había salido rumbo a la corte de los licántropos.
Vladimir rara vez había agradecido el ser vampiro, claro ser vampiro implicaba belleza, en su caso poder y algunos dones que a la vista humana serian horrorosos, pero tristemente él no había querido ser eso, pero justo ahora agradecía poder correr tan rápido y que la corte de los licántropos fuera vecina con la corte de los vampiros.
Vladimir se encontraba en un momento agridulce, por un lado estaba emocionado de volver a ver a Anastasia pero estaba el otro problema, Richard, algo le decía que el Alfa estaba involucrado y no quería terminar mal con él, no de nuevo.
Vladimir entro al castillo, atravesó el interminable jardín y lo primero que diviso fue a su querido amigo, Liam, en la puerta.
–has tardado. – respondió el castaño en cuanto lo vio.
–Soy un rey, tengo asuntos que atender.
– ¿más importante que tu alma gemela? – Vladimir sabía que lo decía en broma pero no pudo evitar el dolor extraño al escuchar tal denominación hacia Ana.
–Mejor dime de que se trata todo esto.
Las caras de Vladimir iban desde la rabia hasta la incredulidad ante el relato que su amigo le estaba contando, al parecer Richard se estaba volviendo un poco… loco. Y es que es absurda la idea de querer separar a dos mates, cuando el licántropo sabe lo que es estar lejos de su pareja de vida, es algo de lo más extraño.
– ¿A dónde vas? –pregunto Liam cuando vio que Vladimir comenzó a caminar hacia adentro. – te vas a meter en un gran problema si vas con Richard
–es de mi mujer de quien estamos hablando y no dejare que ese desgraciado haga su voluntad.
Liam soltó un suspiro y no tuvo más remedio que ir tras su amigo, quien claramente ya se dirigía hacia el despacho del Alfa de Cuxem.
Anastasia
La ansiedad y los nervios están carcomiendo mi cuerpo, daba vueltas por la fría torre a la misma vez que jalaba fuertemente mi cabello oscuro. Estaba harta, no se desde cuando mi padre había tomado esa actitud para conmigo, no lo entiendo y claramente mi familia tampoco ya que recientemente mi padre piensa que ser alfa es andar concertando matrimonios a las espaldas de la gente.
Qué tonterías está haciendo mi padre.
Detengo mi caminata al ver a mi madre entrar a la torre, viste un hermoso vestido verde, en el escote de corazón tenia flores bordadas, la falda era ancha y pues que solo le falta una corona y ya, toda una reina.
Pero bueno eso no viene al caso, mi madre siempre viste bien pero lo que más me mortifica ahora son las ojeras marcadas debajo de sus ojos los cuales también están rojos.
– espero que hayas descansado lo suficiente, mi niña–dijo mi madre abrazándome– te ves algo… uhmm.
– ¿derrotada? ¿Fea?
–Sucia– dice con pena– pero no te preocupes, vine a sacarte de aquí.
– ¿y eso? ¿Acaso mi boda es hoy?
–Vladimir vino por ti– abro mis ojos con sorpresa a la terrible error que cometió ese vampiro al venir– Así que vamos.
Salimos de aquel cuarto y bajamos las escaleras rápidamente, una vez que salimos de la torre nos dirigimos directamente al despacho de mi padre y conforme nos vamos acercando comienzo a percibir el exquisito olor de mi mate y claro lo gritos de ambos.
– ¡tú no te vas a llevar a nadie! – escucho la voz enfurecida de mi padre afuera de su despacho.
– ¿sabes? Cometí un error, no debí dejarla venir, debí pedirle que se quedara desde que me conoció.
–Escúchame bien chupasangre–mi madre y yo no pensamos mucho y entramos al despacho– tú no te vas a llevar a mi hija.
La escena frente a mis ojos era demasiado extraña, mi padre tiene sus manos sobre la camisa de Vladimir, ambos están furiosos y todo por mi culpa o bueno parte de mi culpa.
–me la voy a llevar si ella así lo desea.
–Richard, suelta a Vlad ahora mismo– dice mi madre con tono amenazante– Anastasia se va a Vancorium desde este mismo momento.