Las palabras usadas dentro del lema de Vancorium me dejan con un mal sabor de boca, bueno la sangre y la unión no me preocupan mucho, pero “voluntad” no lo sé, me remueve algo y me hace recordar sobre aquella cueva, aquellos humanos…
Me estremezco ante el rumbo de mis pensamientos, la idea de que les estén haciendo algo me llena de ansiedad y sé que no puedo quedarme de brazos cruzados, mi madre no me lo permitiría, pero yo no tengo poder, no soy valiente.
–¿ocurre algo? –Me sobresalto al escuchar la voz profunda de mi mate cerca de mi oído.
Volteo a verlo, se mira impecable como siempre, sus ojos carmines brillan con orgullo y parece estar en su habitad, pues claro, debe sentirse complacido de todos los buenos comentarios de sus súbditos sobre él y su padre, el anterior rey de Vancorium, quien se presume que fue un vampiro justo, aunque eso no es necesariamente lo que me enseñaron en mis clases de historia.
–No, todo está bien– contesto con una pequeña sonrisa– es solo que todo es muy distinto.
–No te preocupes solecito– dice con ternura mientras pasa una mano a mi espalada baja– ya te acostumbraras.
–Supongo.
Seguido de eso el canciller nos interrumpe y Vladimir no tiene de otra más que acompañarlo a no sé dónde por lo que me quedo sola en aquel salón sencillo donde se lleva a cabo un intento de almuerzo y digo intento porque lo único que están haciendo todos los presentes es beber sangre o sustituto.
Nadie habla conmigo en aquel almuerzo, lo agradezco en parte, pero solo me hace sentir extraña, no me siento parte de, supongo que algún momento me tiene que abandonar este sentimiento de soledad o de globo desinflado, pero sinceramente me siento como pez fuera del agua.
–¿se le ofrece algo, señorita? – me pregunta una joven mesera de ojos carmines y sonrisa dulce. –Tenemos sustituto y sangre fresca.
–¿no tendrá algo más… humano? – pregunto con incomodidad.
–Lo siento señorita, veré si puedo conseguirle algo.
–Gracias– suelto un suspiro mirando a la chica buscando algo que pueda degustar.
Decido dejar de estar en una esquina esperando un milagro y me voy caminando alrededor del sencillo salón. Los vampiros van igual o mas elegantes que yo, mi mate esta hablando con un grupo de vampiros que se ven muy… sofisticados, mas de lo normal. Vladimir se mueve con soltura y confianza, ojalá yo me viera igual que él.
En mi recorrido por el salón mi nariz percibe un olor demasiado familiar, mis ojos perciben una mata de cabello castaño oscuro, una sonrisa burlona y unos ojos cafés brillantes mirándome con emoción.
–¡Sobrina! – exclama mi tío Liam acercándose rápidamente hacia mí. – ¿o debería decir majestad?
Los brazos de mi tío me rodean con cariño y yo sonrío y mis fosas nasales se impregnan con aquel olor a hombre lobo, además de que los Ross tenemos cierto olor que es inconfundible, ya que somos una familia de alfas, aunque la mayoría no lleguemos a ser alfas de Cuxem sí que somos más grandes que algún lobo cualquiera.
–Hola, tío Liam– respondo contra su pecho y rio con gracia ante su pregunta tonta– Pues hasta el momento no tengo ese título.
–Hasta el momento– dice mi tío con sus brillantes ojos verdes– Pero pronto serás la reina de Vancorium y siendo una licantropa.
–Si… bueno, Vlad aun no me comenta nada sobre ser reina y eso.
–Pues deberías hacerte a la idea. –Ambos nos miramos fijamente hasta que observo como una sonrisa traviesa se forma en los labios de mi tío, volteo hacia atrás y veo porque la sonrisa, Vlad viene hacia nosotros con una sonrisa. –¡Maldito chupasangre! Un mensaje, una señal de humo… ¡lo que sea! No he tenido noticias de ti en mucho tiempo, me tienes abandonado.
–No seas dramático Ross. – responde Vladimir abrazando a mi tío– He estado ocupado con ciertos asuntos.
–Me lo imagino– dijo mi tío rascándose su barba castaña. –Me gustaría hablar de ciertos asuntos…pero mas tarde, por el momento quiero ponerme al día con mi querida sobrina.
–Claro, mañana te espero en mi despacho– comenta mi mate inmediatamente y de forma lacónica. – Los dejo, tengo que hablar con alguien importante.
Sin mas mi mate nos abandona y nosotros nos quedamos conversando de temas mas relajados. Mi tío y yo nos salimos de aquel salón lleno de la crema y nata de Vancorium y nos vamos a caminar a las calles de Vancorium.
El tío Liam trata de no preocuparme sobre la situación que esta viviendo mi familia, pero a pesar de que intenta ocultarme ciertas cosas, se que mi familia no esta en su mejor momento y menos mi padre. En serio no sé qué le está pasando, lo único que se es que no me puedo quedar de manos cruzadas mientras mi familia sufre.
–Quiero ir. – le digo después de que termina su relato sobre la situación familiar, el me mira con confusión y añado– Necesito ir a Cuxem, quiero saber que esta pasando y me niego a dejar a mi madre sola en esta situación.
Liam se detiene abruptamente, se posiciona frente a mí y finalmente me toma de las manos. Niega con la cabeza y me ve con algo de lastima.
Odio que me vean de esa manera.
–Vladimir no te dejara ir– responde con pesar– Y no creo que sea lo mejor para ti. Aurora es fuerte, sabrá manejar la situación, eso sin contar a Edward.
Una imagen de mi hermano llega a mi mente, debe de ser difícil estar lidiar con mi padre en estos momentos, ojalá estuviera con él para brindarle mi apoyo.
–Eso no me deja mas tranquila– le digo cruzándome de brazos– Me quedare aquí, pero necesito que me tengas al tanto.
–En eso si te puedo ayudar.
Suelto un suspiro una vez que siento que dejamos de movernos a gran velocidad. Poco a poco abro los ojos y lo que me encuentro es el rostro preocupado de Vladimir, le sonrió para que tranquilizarlo y comenzamos a caminar para pasar al castillo. Me afianzo de su brazo y recargo mi cabeza en su hombro.