El Legado

Piojo y la banda del Tiburón

Sin Belén y sin el hogar, Piojo estaba totalmente perdido; y si bien intento salir adelante, consiguiendo varios trabajos (de diversos tipos); siempre lo terminaban echando, ya sea por su torpeza, por su falta de experiencia, o porque alguien cercano a los empleadores, reclamaba el puesto de Piojo.

 

Cansado de su mala suerte; Piojo bajo los brazos, y termino viviendo en la calle; junto a unos vagabundos, que le enseñaron todo lo necesario, para sobrevivir en la calle.

 

Una noche de verano; piojo está recostado, en el banco de una plaza, contemplado una hermosa luna llena; cuando de repente, un papel se estampó en su cara; se trataba del volante de una rotisería, que solicitaba un repartidor con experiencia.

 

Casualmente, Piojo ya había trabajado varias veces como repartidor; asique, la experiencia no era un impedimento para volver a intentarlo; además, en su último trabajo como repartidor; lo echaron, porque el sobrino del dueño reclamo el puesto, no porque Piojo haya cometido algún error.

 

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Esa noche, Piojo casi no pego un ojo (tenía miedo de quedarse dormido y no llegar a la entrevista).

 

Se levantó casi al alba; y aprovechando que no había nadie en la plaza, se metió a la fuente, para higenisarse un poco, y así dar una mejor impresión en la entrevista.

 

Mientras Piojo, se encontraba dentro de la fuente, escucho una voz, que le resultó familiar.

 

— ¿Piojo? ¿Sos vos?

 

— ¿Tano?

 

Su gran amigo, el Tano; uno de los integrantes de la banda del Tiburón; después de tantos años, de no verse, y no saber nada, uno del otro; de repente, estaba parado frente a el.

 

Tano, había salido a correr, tal como acostumbraba hacerlo, todas las mañanas; mientras corría alrededor de la plaza, vio una situación muy particular; un joven estaba en boxer, dentro de la fuente, bañándose con un jabón en pan.

 

Sin saber, quién era el joven dentro de la fuente, Tano saco su teléfono y comenzó agravarlo; pero, cuando hizo Zum, se dió cuenta, que el joven de la fuente, era nada más y nada menos, que su entrañable amigo el Pijo; de inmediato, guardo su teléfono, y se acercó hasta la fuente.

 

Tano — ¿Que haces ahí? ¿Enloqusiste por completo?

 

Piojo — ¡Hay Tanito! Ojalá fuese locura; no sabes, estoy en la lona.

 

Tano — si, ya veo ¿Pero que te paso?, Para, antes de contarme, salí de ahí, que te vas a pescar una pulmonía de aquellas.

 

Tano ayuda a piojo a salir de la fuente, y lo lleva a la pensión dónde vive junto a Pochi y Facha, los otros dos integrantes de la banda del Tiburón.

 

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Piojo y el Tano, están charlando en la cocina de la pensión, cuando de repente, entra Pochi.

 

Pochi — Tanito, Piojito ¿Que hacen? — mientras abre la heladera, se da cuenta de la situación — ¡Piojo! ¿Que haces acá?

 

Piojo, le cuenta la situación, a sus amigos, y estos le ofrecen, quedarse en la pensión con ellos, ya que en su cuarto, justo les sobra una cama; luego, llevan a Piojo al cuarto, y deciden hacerle una broma a Facha, el otro integrante de la banda, que se encontraba durmiendo.

 

Piojo, se mete en la cama de Facha, y mientras lo abraza, le habla al oído.

 

Piojo — Facha, Facha, necesito hacerte el amor.

 

Facha — Piojo, no jodas, es muy temprano — Facha reacciona — ¿Piojo? ¿Que haces acá? 

 

Piojo — me dijeron que a esta banda, le faltaba un integrante y a acá estoy.

 

Tano — ¡Señoras y señores! ¡La banda del Tiburón, a vuelto para quedarse! 

 

Piojo le muestra a sus amigos, el volante que de la nada, se estampó en su cara; y para sorpresa de todos, se trataba nada más y nada menos, que de la rotisería dónde estaban trabajando, Tano, Pochi y Facha.

 

Tano — tranqui Piojin, este trabajo ya es tuyo; nosotros te vamos a ayudar.

 

Facha — vos anda a bañarte, que nosotros te armamos el currículum.

 

Pochi — y cuando termines de bañarte ponete está ropa (le da una camisa de el, y un pantalón de vestir de Facha).

 

Tano — y yo te voy a lustrar estos zapatos, que te van a quedar pintado.

 

Piojo — gracias muchachos, no me va a alcanzar la vida para agradecerles.

 

Facha — no nos debes nada Piojin, para eso estamos.

 

Pochi — uno para todos y todos para uno.

 

Tano — ¡AGUANTE LOS TIBURONES! 

 

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Gracias a la ayuda de sus amigos, Piojo logro dale una muy buena impresión, al dueño de la rotisería, quien no dudo en darle el puesto de repartidor a Piojo.

 

Los días transcurrían con normalidad; Pijo estaba haciendo muy bien su trabajo, y el jefe, estaba muy satisfecho con la labor de los cuatro amigos. 

 

Un día, mientras Piojo se dirigía a entregar un pedido (cinco combos, de hamburguesas completas, con papas fritas, mas una gaseosa grade, sabor cola), cuando vio a cinco chicos de la calle, pidiendo plata en un semáforo, y sin dudarlo, les regaló la comida, que tenía que entregar.

 

Cuando Piojo regreso al trabajo, con mucho temor, le confesó a sus amigos, lo que había echo con el pedido; pero, para su sorpresa, la reacción de sus amigos, fue todo lo contrario a lo que el se imaginaba.

 

Tano — ¿Sabes lo que sos vos?

 

Piojo — Sí, un tarado, que hace todo mal.

 

Pochi — no, un tipazo; que se preocupa por los demás.

 

Facha — hiciste lo correcto.

 

Tano — y estamos orgullosos de vos.

 

Piojo — pero regale el pedido; el jefe me va a matar.

 

Pochi — eso, si se encuentra.

 

Facha — y nosotros no lo vamos a permitir.




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