El Legado

Capítulo 8

- Me sorprendió tu llamada.

Había invitado a Ángela a cenar, al día siguiente de la discusión que tuvo con Maite. Al final lo había convencido, así que aquí estaba, justo frente al restaurante donde la había llevado en su primera cita, listo para empezar con el plan.

- Y a mí que aceptaras después del fiasco de la última vez – contesta después de ayudarla a salir del auto.

- Digamos que ahora te conozco un poco más – se encoge de hombros -. Aparte que ya estas advertido.

- Si – sonrío -. Soy muy consciente.

Al entrar doy mi nombre para revisar la reservación, y luego de que fuimos instalados en la mesa, sólo tardamos unos pocos minutos en pedir nuestros platillos.

- ¿Y qué tal el trabajo? – pregunto después de que nos sirvieran el vino.

Era una táctica para romper el hielo, pero dirigiéndonos a un tema seguro. Y con lo presionado que se sentía, no era de extrañar que por primera vez no supiera qué decir.

Después de todo, no solía salir con alguien a la que debería convencer de convertirse en su esposa. Ni siquiera él podía creer que lo estaba haciendo.

- Bien. Las cosas han estado algo tranquilas por estos días, pero todo bien. ¿Y qué me dices tú?

- Por acá han estado las cosas más agitadas. Nuevas ideas del viejo.

- Si, algo oí – me observa por encima de su copa, de una forma como si estuviera indecisa en decir o no algo.

- ¿Qué pasa?

- Hay una pregunta que siempre te he querido hacer.

- Ah si – le sonrío con más seguridad de la que sentía en estos momentos -. Pregunta.

- Si me escuchara mi tío me mataría – menea la cabeza - pero, ¿por qué sólo hay gente mayor? Digo, no es que sea algo malo, no tengo nada contra eso. Pero que todos sean… mayores. Excepto por ti, claro. Bueno, no es algo que vea mucho.

- Si, bueno. También idea del viejo. Piensa que es mejor la experiencia que la novedad. Palabras de él, no mías – levanto las manos en son de paz antes de que pudiera decirme algo -. Lo cual, como dijiste, no se aplica conmigo ya que “en mí caerá todo el peso de los negocios de la familia” – digo esto último imitándolo.

- Palabras de tu padre.

- Palabras de él.

Chocamos nuestras copas brindando por ello.

- ¿Y piensas cambiar eso una vez estés a cargo?

- Si, pienso hacerlo. Poco a poco tendré que ir cambiando esa mentalidad – ella asiente -. Y ya sé con quién podría comenzar – la observo detenidamente.

Ángela alza las cejas captando la indirecta.

- No veo en que te pueda servir la asistente de un editor.

- Seguro tendrás muchas ideas para aportar.

- Podría, pero tendrías que hacerme una buena oferta para convencerme – sonríe.

- No  puedo reusarme a un reto. Estoy seguro que encontraré una oferta que no podrás rehusar.

 

Más noche, después de que la velada se había terminado, estábamos frente a la puerta de su casa.

La cena había salido bien, después de que pasara el inicio incómodo, lo demás se había dado por sí solo.

Incluso en un momento recordé que era como si al final, esa chica que me había dicho que no, terminó por ceder.

Así que no había perdido el toque después de todo. Claro que ya no estaba interesado en salir con alguien más, pero era bueno para mi ego.

- Gracias por la cena.

- Gracias a ti por aceptar la invitación, esta vez – ambos sonreímos.

- Todo depende de la forma en que se pide.

- Pensé que lo había hecho bien la primera vez. ¿Qué cambió en ésta?

- Supongo que como dije antes, ahora te conozco mejor.

Y seguía sin entenderlo del todo.

La manera en que lo decía parecía como si supiera algo que desconocía. Pero si eso facilita mis planes, ¿qué importa?, mejor no quejarse.

- Pues sea lo que sea, mantenlo en mente para las siguientes citas.

Le doy un beso en la mejilla de despedida.

Sabía que no podía actuar tan rápido con ella si no quería que me volviera a dar un palmo de narices.

- Nos vemos.

- Sí.

Tarda un poco en abrir la puerta, y cuando la cierra, lo hace dándome una última sonrisa de despedida.

Una vez estoy solo, dejo de sonreír.

Era difícil sentirse orgulloso después de lo que estaba haciendo, pero al no haber otra alternativa, sería mejor intentar no pensar en ello.

Así que cierro mi mente, enciendo la radio, y trato que la música me llene mientras regreso a mi departamento.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.