Ante mi tenía a la belleza personificada, jamás en mi corta vida habia visto tanta cosa inexplicable. Portadora de la delicadeza y elegancia pura, el hada atravesó la puerta con lentitud cuando le permití la entrada. Luego de desmayarme por no sé cuánto tiempo, Hades logro despertarme, lo único que pedí fue verla. Antes de caer en las profundidades de mi mente, algo sucedió, al conectar con su mirada una serie de imagines pasaron velozmente dejándome mareada y confundida, pero con la misma familiaridad que sentí con Alexaidre. No me moví de la cama en ningún momento, ella se acercó con paso lento sosteniendo su vestido y tomo asiento en el borde de la cama.
—No puedo creerlo…—su voz es una melodía armoniosa, tan cantarina. En sus ojos destellaba un brillo sinigual.
Todo en ella desprende seguridad y confianza; su rostro marcado y firme, poseedora de una piel cremosa y vida, con ojos completamente blancos y pequeños dejes dorados que causaban cierto temor. Tiene tatuajes grisáceos desde su rostro a todas partes del cuerpo, acompañados también de algunas líneas doradas. Su cabello blanquecino era tan largo que parecía no tener fin, se pierde junto a su vestido y estaba peinado con varias trenzas en algunas partes, tenía extrañas cadenas con flores adornándolos, partes de ellas caen en su frente y cuello. El vestido que trae puesto parece irreal, me recordó a la reina Clarion en Tinkerbell. Danae es sin duda la descripción de la perfección.
Tras aquellos pensamientos, una pequeña sonrisa aparece en su rostro.
—Nada llega a ser completamente perfecto— oh vamos ¿ella también puede leer mi mente? — Evitare hacerlo, pero la situación me gana— suelta picara para guiñarme un ojo.
—Yo siento que la conozco ¿Usted también? — asiente hacia mí, sus ojos dejan de poseer ese brillo y se cristalizan.
Respiro hondo esperando la bomba.
—Pues tutearme y si, nos conocemos hace años— responde con voz firme— Que estés viva es un milagro de los dioses, si me das la oportunidad te esclareceré todas tus incógnitas.
Dejo que siga hablando, no la interrumpo en ningún momento o eso trato. Ella nota mi ansiedad y miedo, cierto temblor me delata.
—El principio de tu historia se remonta a la creación del mundo sobrenatural, los dioses dijeron que cada cien años nacerá un ser que mantendrá el orden y la luz en nuestro mundo. Esas palabras trajeron consigo a la primera elegida: una Blavatsky. Marcaron tu apellido y cada que naciera dentro del linaje, acordado el tiempo que dicen las palabras seria la elegida. —hace una pausa para dejarme procesar toda la información— En el 2001, más exactamente tu cumpleaños número 18 de ese entonces, los rebeldes se alzaron en rebelión y atacaron a todas las brujas existentes, algunas tuvieron que renunciar a la magia para sobrevivir. Te buscaban y te encontraron, ese día fue tu muerte o eso creíamos…porque estás aquí, frente a mí, ¡VIVA! — ni ella misma puede creer lo que ve.
—¿Soy algo así como una reencarnación? —sabia algunas cosas sobre el tema.
—En tu linaje no es posible que eso suceda, en todo caso se saltearía generaciones, pero como dije no se puede, nunca se ha visto— nunca digas nunca dijo alguien alguna vez y veme aquí charlando con un hada— Tu madre, Aurea Blavatsky, fue la creadora de un hechizo que se llevó a la tumba. Con el te salvo la vida, es extraño, fue como si hubiera regresado el tiempo atrás pero solo en tu persona. Termino mandándote al mundo humano para protegerte y sobrevivieras.
Echo la cabeza hacia atrás sin creer lo que escucho. Linajes, hechizos, bebes, tiempo, reencarnación, muerte y viveza. De todo lo que me conto solo una cosa quedó grabada “Un hechizo que se llevó a la tumba”, mi madre estaba muerta y yo era la prota huérfana típica de un libro de fantasía. De repente, la tristeza me invade sin tocar la puerta y siento una leve presión en el pecho, ciertos momentos de mi vida anhelaba conocer a mis padres biológicos y saber porque me abandonaron. No me imaginaba que era una huérfana sobrenatural, esto es peor que todos los demás escenarios que me imagine.
—He soñado con bebes— suelto luego de un rato, los recordaba, recordaba a una mujer ensangrentada cargar a un bebe recién nacido. Quería ir directo al grano, para saber porque yo estaba aquí— Entonces ¿Yo soy ella?
—Al verte, lo único que en mi mente cruzo fue la primera vez que te vi y al tocarte, sentí tu poder oculto, el instinto de mi raza jamás falla y si, tu eres ella. Eres Alina Blavatsky— por primera vez escucho a alguien decírmelo sin rodeos, me quedo muda del pánico y mis ojos se cierran con fuerza.
Si no hubiera muerto, tendría 36 años, sería una guardiana o lo que sea y tal vez ¿Mi madre seguiría viva? En algún lado leí que el destino está escrito, de alguna forma u otra siempre seguirá sucediendo lo mismo. Pensándolo bien, jamás morí porque no estaría aquí.
—¿Cuál es mi poder? — si ella responde que cazador, juro teñir mi cabello de pelirrojo y escribir una novela.
—Eres un extraño y especial caso, además de tener el poder que los dioses te asignaron, eres una bruja con sangre angelical y demoniaca, cosa que es imposible e inexplicable— por parte era grandioso y entendible que muchas cosas no tuvieran respuesta— Esos tres genes te hacen un ser poderoso— tal vez por eso quieren matarme o usarme, soy una amenaza.
Me deja sola en la frialdad de la habitación, con mi mente torturándome y la irrealidad besándome la punta de los pies, en cualquier momento caería en el desconocimiento. Inhalo y exhalo, calmando mi ansiedad y esa punzada en el pecho. No sirve de mucho, al verme en el espejo me siento encerrada en un cuerpo que no es mío y la parte oculta de mi intenta salir. Detallo mis ojos que están cristalinos al ver mi reflejo, reparo en ese detalle que habia notado la noche del restaurante: el color habia cambiado de miel a un esmeralda tan claro, hermoso, pero no perteneciente a mí. Trastabillo saboreando la irrealidad, trato de recomponerme, no dejare que me gane, no esta vez.
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Editado: 06.09.2020